como una afrenta personal. Sir Peter Kitner tenia linea directa con reyes, presidentes y la
– La corbata -dijo Kitner, mientras se abrochaba bruscamente el boton superior de los pantalones.
– Si, senor. -Barrie le acerco la pajarita elegida, medio esperando que se la rechazaria. Pero Kitner la cogio y lo miro.
– Acabare de vestirme solo. Digale a Higgs que quiero el coche listo en cinco minutos.
– Si, senor. -Barrie asintio con un gesto seco y salio de la estancia, aliviado por haber sido liberado.
Kitner se volvio a mirarse al espejo. Hizo un bucle con el corbatin con gesto furioso y luego se quedo quieto. Barrie no tenia ninguna culpa de nada. Era a el a quien Cabrera y la baronesa habian rechazado, no a su secretario. Barrie se limito a hacer su trabajo. De pronto, Kitner se dio cuenta de que se estaba mirando al espejo y, bruscamente, se giro.
Alfred Neuss estaba muerto, y tambien Fabien Curtay. El cuchillo y la pelicula de 8 mm habian desaparecido. ?Cuanto tiempo habia transcurrido desde el incidente en el Pare Monceau? ?Veinte anos, tal vez? El era uno de la media docena de adultos que supervisaban la fiesta infantil de cumpleanos mientras rodaban peliculas caseras, cuando Paul, el hijo de diez anos de Kitner y su esposa, Luisa, salio corriendo hacia unos arboles para recoger una pelota. Con la camara encendida, Neuss lo siguio y llego al lugar justo cuando Alexander, de catorce anos, salia de la nada y hundia la enorme navaja espanola en el pecho de Paul. Al instante, Neuss agarro la mano de Paul y le dio la vuelta. La camara siguio rodando. Alexander se esforzaba por escapar pero no podia. De pronto solto la navaja, luego se aparto y se marcho corriendo. Pero era demasiado tarde, Paul yacia en el suelo, muriendose, rodeado de sangre por todas partes, con el corazon destrozado.
El problema era que Alexander habia dejado a Neuss tanto con el arma del crimen como con el propio asesinato grabado en pelicula Super 8. Neuss le conto a la policia lo que habia ocurrido: que un joven estaba oculto detras de los arboles y que habia apunalado a Paul en el pecho y luego se habia escapado, pero esto era lo unico que les habia contado. Ni una sola vez les dijo que conocia al asesino ni que habia captado todo el incidente con su camara, ni que estaba en posesion del arma del crimen.
No dijo nada sobre ninguno de estos detalles porque Peter Kitner era su mejor amigo y lo era desde hacia muchos anos, y porque era una de las pocas personas en el mundo que conocia la verdadera identidad de Kitner.
No dijo nada porque la decision sobre que hacer con la navaja y con la prueba filmada no era suya, sino de Kitner.
Este era el motivo por el cual, un dia despues del funeral de Paul, Kitner convoco a la baronesa y a Alexander a una reunion en el hotel Sacher de Viena. Alli, puesto que no queria que su familia conociera la existencia de Alexander ni deseaba que ninguno de ellos pasara por el trance y el escandalo de ver a un hijo juzgado por el asesinato de otro hijo, les mostro las pruebas y les ofrecio un pacto escrito. A cambio de su silencio, Alexander abandonaria Europa de inmediato y se marcharia a Sudamerica, donde adoptaria un nombre nuevo y donde Kitner le facilitaria los medios necesarios para su alojamiento y su formacion. A cambio, Alexander firmaria un documento por el que renunciaba, de por vida, a cualquier derecho sobre el apellido familiar y prometia no revelar nunca su autentico linaje, bajo pena de ver las pruebas que lo comprometian en el crimen entregadas a la policia. En otras palabras, a cambio de su libertad, era desterrado de Europa y desheredado en el sentido mas cruel de la palabra: su padre negaba totalmente su existencia.
Kitner tenia la navaja, la pelicula y, en Neuss, el testigo, y por este motivo, Alexander tenia pocas opciones aparte de conformarse. Y la baronesa se vio forzada a firmar tambien el pacto porque Kitner sabia que ella habia sido la autentica arquitecta de la hazana y quien lo habia convencido para que la llevara a cabo.
La baronesa, como la bella esposa rusa de origen sueco del filantropo frances y baron Edmond de Vienne, y como tutora legal de Alexander, era una de las grandes damas de la aristocracia europea. Su camino se habia cruzado a menudo con el de Kitner y mantenian una relacion cordial y eficiente. Pero debajo de su mascara cuidadosamente disenada habia una mujer atormentada y muy ambiciosa, que habia sido gravemente desdenada por Kitner y su familia y se habia pasado el resto de su vida obsesionada con vengarse.
Si hubiera sido mas sabio, el habria podido hacerse una idea de lo que el futuro le deparaba muchos anos antes, poco despues de que se conocieran y mientras vivian las primeras fases de un romance juvenil. La pista llego en forma de una historia que ella le conto un dia frio y encapotado, cuando paseaban a orillas del Sena cogidos de la mano. Era una historia que dijo no haberle contado nunca a nadie y que tenia que ver con una buena amiga de Estocolmo que, cuando tenia quince anos, habia hecho un viaje a Italia con el colegio. Un dia, en Napoles, su amiga se separo sin querer del grupo de colegialas y sus acompanantes. Mientras trataba de encontrar el camino de regreso al hotel en el que se alojaban, un joven bravucon de la calle la amenazo con una navaja y le juro que la mataria si no lo seguia. La llevo a un apartamento sombrio y alli le puso el cuchillo en la garganta y la amenazo con matarla si no accedia a mantener relaciones sexuales con el. Estaba asustada pero a la vez hizo lo que le pedia. Y cuando el chico yacia, recuperandose de su propio extasis, ella cogio la navaja y lo apunalo en el vientre antes de cortarle el cuello. Pero esto no le basto, y entonces se inclino y le corto el pene y lo tiro al suelo. Luego entro en el bano y se limpio con cuidado, se vistio y se marcho. Al cabo de treinta minutos habia encontrado el camino de regreso al hotel y se reencontro con sus companeras de colegio. No le conto nunca a nadie lo que habia ocurrido. Mas de un ano despues se lo confio a la baronesa.
En aquel momento, Kitner encontro la historia un poco extrana, por no decir simplemente inventada, y le quito importancia, considerandola el resultado de las maquinaciones de una veinteanera que intentaba impresionarlo con sus conocimientos de la vida. Sin embargo, lo que lo impresiono, fuera o no cierta la historia, fue la mutilacion del cuerpo del hombre. Podia comprender la venganza de su amiga contra un hombre que la habia violado, incluso hasta el punto de matarlo, pero la mutilacion era algo mas. Matar no le habia parecido suficiente, tuvo que hacer mas. Por que, o que la llevo a hacerlo, no habia manera de saberlo. Pero estaba claro que dentro de aquella mujer habia algo que, cuando se disparaba, la llevaba a exigir una venganza no solo brutal, sino salvaje.
En el momento en que vio la filmacion del asesinato de Paul en el parque recordo la historia y supo que ni habia sido inventada, ni le habia ocurrido a una amiga. La baronesa le hablo de ella misma. En un abrir y cerrar de ojos, habia pasado de victima a verdugo, y de verdugo a carnicera. Eso convertia el asesinato de su queridisimo hijo por un medio hermano adolescente del que ni siquiera conocia la existencia en algo mucho mas significativo que un simple acto de asesinato, tal vez con la misma navaja. Era un frio descubrimiento de la verdad de lo que habia sucedido realmente en Napoles, ejecutado para que no le cupiera ninguna duda de con quien estaba tratando; una implacable asesina, antigua amante, totalmente decidida a destruirle el corazon y el alma.
Biblica, shakesperiana y griega clasica a la vez, la baronesa se habia erigido en una sadica diosa de las tinieblas. Demasiado mayor y prominente como para cometer el acto ella misma, con Alexander habia moldeado a un nuevo mensajero, impregnandolo de su odio retorcido hacia Kitner desde su mas tierna infancia. Kitner tenia que haberla matado con sus propias manos -y su propia madre, si hubiera estado viva, probablemente lo hubiera hecho-, pero, con todo lo fuerte que era, este tipo de acto quedaba fuera de su codigo. De modo que, en vez de ello, hizo un pacto para mantener al asesino personal de la baronesa lejos de su puerta. Durante mucho tiempo habia funcionado. Pero habian regresado los dos.
Los ojos de Kitner se posaron en su propia imagen en el espejo. De pronto aparecia viejo, temeroso y vulnerable, como si de pronto hubiera perdido el control de todo. Que terriblemente propio de la baronesa, haber mandado asesinar a Alfred Neuss en el Parc Monceau. El mismo escenario en el que Paul habia muerto apunalado. Y con Neuss, el unico testigo de la muerte de Paul, muerto, y el arma del crimen y la grabacion del mismo ahora, sin duda, en manos de Alexander, el pacto que habia hecho con ellos ya no tenia ninguna utilidad.
Kitner estaria en Davos con su esposa y sus hijos. La baronesa estaria tambien alli, lo mismo que Alexander, y no habia nada que pudiera hacer para evitarlo. Estaban al tanto del anuncio y, sabiendo eso, conocerian ya su contenido. ?Y si la Diosa de los Infiernos volvia a mandar a su mensajero, navaja espanola en mano, para sorprenderlo a el, o a Michael, o a su esposa, o a una de sus hijas?
La idea lo dejo helado.
A la altura de su codo habia un telefono colgado de la pared. De inmediato lo descolgo:
– Pongame con Higgs.