Barron aguantaba los pantalones de Donlan mientras este se los ponia, una labor incomoda por las esposas y porque Polchak lo apuntaba con el rifle antidisturbios directamente a la cara. Luego vinieron los calcetines y los zapatos.

– ?Y la camisa? -dijo Barron, mirando a Red-. No se la podra poner, con las esposas.

– Apartate -dijo Red.

– ?Como?

– Digo que te apartes.

Habia una extrana calma en la actitud de Red que Barron no sabia interpretar. Vio la misma calma en las caras de Polchak y Valparaiso, como si supieran algo que el ignoraba. Confuso, hizo lo que le decian. Entonces Polchak se aparto tambien y, por unos instantes, el tiempo se detuvo. Los cuatro detectives y su prisionero cara a cara. El unico movimiento eran las luces todavia parpadeantes del Toyota.

– ?Es esto una peluca? -pregunto Valparaiso del peluquin de Donlan-. Parece una peluca.

– No lo es.

– ?Que mote has utilizado esta vez, Donlan? Ya sabes, para la gente del tren, los que jugaban a cartas contigo -dijo Red, con calma -. ?Tom Haggerty? ?Don Donlan Jr? ?Tal vez James Dexter… o ha sido Bill Miller?

– Miller.

– ?Bill?

– Frank. Es mi nombre real.

– Que gracia, pensaba que era Blanquito. Esta en tus antecedentes penales desde que tenias doce anos.

– Pues mira, que os den por el culo.

– Si, que nos den. -Polchak sonrio y luego, muy pausadamente, dejo el fusil a un lado.

Donlan paseo la mirada por todos ellos.

– ?Que pasa? -dijo, con la voz empapada de pronto por el miedo.

– ?Que cojones crees tu que pasa? Blanquito… -Valparaiso lo miraba fijamente.

Barron miro a Red, tan confuso como antes.

Lo siguiente ocurrio en una milesima de segundo. Polchak dio un paso adelante, cogio a Donlan por los brazos y lo inmovilizo. Al mismo tiempo, Valparaiso se les acerco, empunando un revolver del calibre 22.

– ?No, no! -grito Donlan aterrorizado. Trato de liberarse de los brazos de Polchak, pero no le sirvio de nada. Valparaiso le apoyo el 22 en la sien.

?Bang!

– ?Me cago en la puta! -mascullo Barron, quedandose sin respiracion. Entonces Polchak lo dejo y el cuerpo de Donlan cayo al suelo.

18

Raymond se sobresalto y trato de liberarse al oir el disparo agudo que retumbo como un petardo por las paredes de cemento desde el piso de arriba. Halliday lo volvio a apoyar contra el maletero del Ford de Lee y este siguio leyendole sus derechos:

– Tiene derecho a un abogado. Si cree que no se lo puede permitir…

– Necesitamos una unidad de investigaciones cientificas y el forense. -McClatchy se habia dado la vuelta y hablaba por radio, mientras Valparaiso le entregaba el 22 a Polchak, luego se levantaba y se dirigia a Barron.

– Donlan llevaba una 22 escondida en los pantalones. Cuando intentamos llevarlo escaleras abajo se quito una de las esposas y se disparo. Sus ultimas palabras han sido «Hasta aqui llego».

Barron lo oyo, pero apenas lo registro. El shock traumatico y el horror se habian apoderado de el, mientras a metro y medio Polchak abria una de las esposas de Donlan y le ponia el 22 en la mano, disfrazando la escena para que pareciera exactamente como Valparaiso la habia descrito. Mientras tanto, un charco de sangre oscura brotaba de debajo de la cabeza de Donlan.

Que algo asi pudiera ocurrir, y que lo hubieran hecho esos hombres, resultaba incomprensible. De nuevo, y por segunda vez en su vida, el mundo de John Barron se habia convertido en un sueno oscuro y terrible. En el veia a McClatchy acercarse a Valparaiso:

– Ha sido un dia muy largo para ti, Marty -le decia, amablemente, como si el detective saliera simplemente de una jornada doble como conductor de autobus, o algo asi-. Pidele a una de las unidades motorizadas que te lleve a casa, ?vale?

Barron veia a Valparaiso hacer un gesto de agradecimiento con la cabeza y alejarse hacia la escalera de incendios, y luego Red se dirigia a el:

– Vuelve con Lee y Halliday -le decia, directamente-. Fichad al rehen como complice hasta que sepamos quien es y que cono pasa con el. Luego vete a casa y descansa tambien un poco. -McClatchy hizo una pausa y Barron penso que, tal vez, estaba a punto de ofrecerle una explicacion-. Manana por la manana quiero que redactes un informe sobre lo ocurrido aqui.

– ?Yo? -exclamo Barron, incredulo.

– Si, tu, detective.

– ?Y que cono pongo?

– La verdad.

– ?Que, que Donlan se ha suicidado?

Red hizo una pausa deliberada:

– ?No ha sido asi?

19

Santuario de Saint Francis, Pasadena, California.

El mismo dia, 22 de marzo, 14:00 h. Tres horas mas tarde

Sin la americana, arremangado y con una raqueta de badminton en la mano, John Barron se mantenia en el centro del terreno de cesped, bajo la sombra de un enorme sicomoro, observando la trayectoria de la pelota volante por encima de la red hacia el, mientras trataba desesperadamente de quitarse de la cabeza lo que habia vivido tan solo unas horas antes. Al recibir la pelota, la golpeo con la raqueta dibujando un arco con la misma, mandandola por encima de la red hacia las dos monjas del otro lado. Una de ellas, sor MacKenzie, corrio como si quisiera responder, pero de pronto se detuvo para ceder el honor a la jovial sor Reynoso, que se avanzo para golpearla habilmente por encima de la red. Barron se balanceo, resbalo y se pego un batacazo que lo dejo tumbado en el cesped, mirando al cielo.

– ?Oh! ?Se ha hecho dano, senor Barron? -Sor Reynoso corrio y miro por encima de la red.

– Me siento superado, hermana. -Barron se incorporo, forzo una sonrisa y luego miro al lado de la pista-. Vamos, Rebecca, dos contra uno. Ayudame un poco, ?no? Me estan machacando.

– Si, venga, Rebecca. -Sor Reynoso rodeo la red-. Tu hermano te necesita.

Rebecca Henna Barron permanecia en el cesped contemplando a su hermano mientras la suave brisa jugueteaba con su melena oscura, pulcramente recogida en una coleta. Sostenia una raqueta en las manos como si fuera el objeto mas raro que habia visto en su vida.

Barron se levanto del suelo y se le acerco:

– Se que no puedes oirme, pero tambien se que comprendes lo que esta pasando. Queremos que juegues con nosotros. ?Lo haras?

Rebecca sonrio dulcemente, luego miro al suelo y nego con la cabeza. Barron suspiro. Esto era lo que nunca

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