?Por que, si Donlan estaba desarmado y ya bajo custodia? ?Que respeto a la ley era este? ?Que codigo se suponia que seguian? ?Su propia ley de vigilancia? ?Era este el motivo del juramento de por vida que se hacia al ingresar en la brigada? Nadie abandonaba jamas la brigada 5-2. Esta era la norma. Punto.

Barron abrio la cerveza y dio un trago largo. Luego miro a la foto enmarcada en la mesa que habia al lado de la nevera. Era una imagen de el y Rebecca tomada en Saint Francis. Estaban abrazados y se reian. «Hermanos del ano», decia el pie de foto. No se acordaba de cuando se la habian hecho ni por que, tal vez para recordarle que debia ir de vez en cuando a visitarla y pasar un poco de tiempo con ella. Hoy lo habia hecho; manana no podria ni sonar hacerlo.

Entonces, de pronto y como de la nada, le invadio la calma al darse cuenta que le daba igual cuales eran las normas de la brigada. Nunca mas habria lugar en su vida para el asesinato a sangre fria, en especial si el criminal era la propia policia. Sabia lo que habia decidido casi en el mismo instante en el que Donlan fue ejecutado; que solo habia una cosa que podia hacer: encontrar un lugar muy lejos de Los Angeles en el que Rebecca pudiera recibir tratamiento y luego, sencillamente, recogerla y marcharse alli con ella. Tal vez hubiera sido el ultimo en incorporarse a la 5-2, pero seria tambien el primero en toda la historia del LAPD en abandonarlo.

21

Parker Center, Comisaria Central del LAPD.

El mismo martes, 12 de marzo, 22:45 h

Raymond permanecia junto a la puerta de su celda, mirando a la galeria oscura. Estaba solo y llevaba un mono naranja con la palabra PRISIONERO cosida a la espalda. Tenia un lavamanos, una cama y un retrete, todo a la vista de cualquiera que pasara por el pasadizo de fuera. No tenia ni idea de cuantos reos mas habia, ni de por que estaban alli. Lo unico que sabia era que ninguno era como el, ni podria serlo jamas. Ni hoy, ni probablemente nunca. Al menos en America.

«Tiene derecho a un abogado», le habia dicho el policia negro, enorme e imponente, cuando le leia sus derechos. ?A un abogado? ?Que significado tenia eso ahora? En especial a medida que el cerco se iba estrechando a su alrededor, como siempre habia sabido que sucederia. Era un proceso que habia empezado ya cuando ese mismo policia negro y enorme se le acerco para preguntarle sobre el Ruger. Su respuesta fue la misma que habria sido si lo hubieran pillado en el tren y el arma descubierta en su bolsa alli: sencillamente, una mentira. Actuo con absoluta sorpresa y le dijo que no tenia ni idea de donde habia salido aquella arma. Llevaba mucho tiempo en el tren, yendo y viniendo del vagon restaurante, del bano, de pasear por el pasillo. Cualquiera podria haberle metido el arma en la bolsa. Lo mas probable es que fuera Donlan, para tenerla disponible por si le fallaba su propio revolver. Hablo con el policia con actitud seria y absolutamente inocente, protestando todavia porque el era una victima, no un criminal. Finalmente el policia le dio las gracias por su colaboracion y se marcho. Al menos, Raymond habia ganado un poco de tiempo.

La incognita ahora era cuando se darian cuenta de que todo lo que les habia contado era mentira. Cuando lo hicieran, su atencion hacia todo lo demas se intensificaria. ?Cuanto tiempo tardarian en ponerse en contacto con la policia de Chicago para hablar del Ruger y preguntar si tenia antecedentes penales o alguna orden de arresto alli? Y fuera el que fuese el numero de asesinatos cometidos en Chicago durante el fin de semana, ?cuanto tardarian en enterarse del homicidio de los dos hombres acribillados en la sastreria de Pearson Street? Entre otras cosas, el calibre del arma usada saldria a la luz. ?Cuanto tiempo faltaba para que la policia de Chicago pidiera un informe de balistica del Ruger? Y hasta sin huellas digitales en el arma, ?cuanto tardarian en empezar a relacionarlo todo y preguntarse que vinculo habia entre las llaves de la caja fuerte, sus recientes viajes dentro y fuera del pais, los hombres asesinados en Chicago, su llegada y mision en Los Angeles y el billete de avion a Londres?

22:50 h

De pronto Raymond se volvio y se sento en la cama, pensando en las posibilidades de la larga cadena de coincidencias que habian tenido lugar en tan poco tiempo. Por alguna casualidad, habia coincidido en el mismo tren, en el mismo vagon y en la misma mesa de juego con un hombre tan buscado por la policia que cuando supieron que viajaba alli, unos agentes de paisano de la policia habian sido enviados a bordo en mitad de la noche para asegurarse de que no se les escapaba. Luego, de entre todos los pasajeros del tren, el mismo tipo lo habia elegido a el como rehen. Y casi en el mismo episodio, la policia lo habia visto saltar al interior del coche robado a punta de pistola por su captor y habian asumido que eran complices, lo cual no tenia nada que ver con la verdad pero se habia convertido en el motivo por el que estaba ahi.

Raymond hizo rechinar los dientes de rabia. Todo habia sido planeado con mucho cuidado. Era un hombre que viajaba ligero, con las armas preparadas con antelacion. Su unico telefono movil era todo lo que necesitaba para mantenerse en contacto con la baronesa en un periodo tan breve de tiempo. Lo que debia haber sido tan sencillo se habia acabado liando en una absurda e inconcebible cadena de circunstancias que, combinada con su frustracion por haber sido incapaz de descubrir la ubicacion en Francia de la caja fuerte -algo totalmente imprevisible porque las instrucciones contenidas en los sobres que guardaban las llaves, que el habia leido y destruido, tenian que haberle dado esa informacion, pero no fue asi-, bastaban para… De pronto cayo en la cuenta: todo aquello no tenia nada de casual. Eran hechos inevitables. Era lo que los rusos llamaban sudba, el destino, algo para lo que se habia preparado y de lo que le habian advertido desde su infancia: que Dios pondria a prueba una y otra vez su valentia y su devocion, su dureza, su astucia y su voluntad de salir adelante en las situaciones mas dificiles. Desde su juventud y hasta ahora habia triunfado siempre. Y por muy imposible que la situacion pareciera ahora, esta vez no seria distinto.

Esta idea lo tranquilizo, y se dio cuenta de que a pesar de toda la oscuridad que lo rodeaba, habia algo que jugaba a su favor: el error cometido por la policia al matar a Donlan. El por que no era importante; lo que importaba era que lo habian hecho. El simple eco del disparo le basto para adivinarlo, y su conjetura quedo confirmada por el lenguaje corporal y facial del joven detective John Barron cuando se reunio con ellos en el coche patrulla, a los pocos minutos. La confirmacion definitiva le llego en forma de la respuesta furiosa y rapida de Barron al final de su detencion, cuando Raymond le pregunto como se sentia. Asi que si, la policia habia ejecutado a Donlan. Y si, Barron estaba claramente afectado por aquel hecho. Si Raymond podria utilizar aquella informacion, o como, lo ignoraba, pero la clave, el eslabon que fallaba, era Barron. Era joven y emotivo y estaba en falso con su propia conciencia. Barron era alguien que, bajo las circunstancias apropiadas, podia ser explotado.

22

Cafeteria Hollywood, Sunset Boulevard. Miercoles, 13 de marzo, 1:50 h

– A ver, dejame repasarlo otra vez. -Dan Ford se ajusto las gafas de pasta y miro el desgastado bloc de bolsillo que tenia delante-. Los otros jugadores de cartas eran William y Vivian Woods, de Madison, Wisconsin.

– Si. -John Barron miro hacia el fondo de la cafeteria. Estaban en una mesa trasera de un local abierto toda la noche, practicamente solos. La excepcion eran unos adolescentes que se reian en una mesa cerca de la entrada y una camarera de pelo canoso que conversaba en el mostrador con dos empleados de la compania del gas que parecian recien salidos del trabajo.

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