desde que Valparaiso apreto el gatillo aquella manana. Dentro de ellas, dos escenas destacaban de manera imborrable.

La primera era de cuando condujeron en medio de las hordas de periodistas frente al parking, y en ella veia la silueta del hombre bajo y joven -con su habitual chaqueta desgastada azul marino, sus pantalones arrugados color caqui y sus gafas de pasta- acercarse al coche y mirar fijamente en su interior. Dan Ford era asi, el mas agresivo de los periodistas de la ciudad. Cuando los miraba de la manera que lo hacia, resultaba mucho mas obvio porque solo tenia un ojo; el otro era de cristal, aunque resultaba dificil de distinguir… hasta que miraba fijamente con el ojo bueno, como si tratara de asegurarse de que veia realmente lo que creia. Eso fue lo que hizo mientras Halliday conducia a traves de ellos. Al verlo tan de cerca observando, Barron desvio la vista apresuradamente.

El problema no era tanto que Ford trabajara para el Los Angeles Times, o que, con veintiseis anos, la misma edad que Barron, fuera sin duda el periodista policial mas respetado de la ciudad, un tipo que contaba la verdad en lo que escribia y que conocia a los detectives de casi los dieciocho distritos policiales de la ciudad. El problema era que el y John Barron eran intimos amigos desde el instituto. Por eso se habia girado tan rapido al ver que Ford se acercaba. Barron sabia que Ford detectaria el shock y la repulsion en sus ojos y adivinaria que algo horrible acababa de ocurrir. Y no tardaria en preguntarle que era.

La segunda escena ocurrio en la comisaria y el protagonista fue el propio Raymond. Lo habian fotografiado, le habian tomado las huellas dactilares y estaba de camino a la celda cuando pidio hablar con Barron. Como era el agente que lo habia arrestado, Barron accedio, pensando que Raymond tenia intencion de reclamar su inocencia por enesima vez. Pero, en vez de ello, su reo le pregunto por su estado:

– No parece que estes bien, John -le dijo, tranquilamente-. En el coche me has parecido inquieto por algo. ?Estas bien?

Raymond le dedico un levisimo esbozo de sonrisa, al final de todo, y Barron estallo en un ataque de furia, gritandoles a los guardias que se lo llevaran. Y eso hicieron, se lo llevaron de inmediato por las puertas de acero que se cerraron con fuerza detras de el.

John.

De alguna manera, Raymond se habia enterado de su nombre y ahora lo utilizaba para llegar a el, como si hubiera adivinado lo que le habia ocurrido a Donlan y hubiera visto o percibido lo trastornado que Barron se habia quedado por el incidente. Su peticion de hablar con el habia sido una manera de ponerlo a prueba y de confirmar su suposicion, y Barron habia caido de cuatro patas. La sonrisita, la mueca, la ironia del tono no eran solamente intolerables, sino que lo delataban enteramente. Solo le quedaba haber acabado con un «gracias».

?Y que haria cuando Lee bajara a interrogarle sobre el Ruger automatico hallado en su equipaje del tren? ?Como explicaria este hecho? La respuesta era que, sencillamente, se haria el inocente. O tendria una respuesta legitima por lo del arma -era suya, viajaba muy a menudo y tenia permiso de armas, lo cual Barron dudaba mucho-, o negaria saber nada de ella, en especial si sabia que no habia huellas de ningun tipo, y alegaria no tener ni idea sobre su procedencia. En cualquiera de las dos opciones, el tema de Donlan no saldria para nada. Raymond guardaria este pequeno dato entre el y John Barron.

19:25 h

Barron se puso unos bermudas grises de deporte y luego entro descalzo a la cocina, a coger una cerveza de la nevera. Todo aquello se resistia a abandonar su mente. El asesinato ya habia sido lo bastante devastador, pero la arrogante clarividencia de Raymond lo empeoraba. El resto era lo que los demas habian hecho luego: Valparaiso acercandosele con la version oficial de lo ocurrido; la actitud mecanica de Polchak al quitar las esposas y poner el revolver en la mano fria, muerta, de Donlan. Luego, el prestigioso Red McClatchy… su preocupacion paternalista por Valparaiso, dandole palmaditas y mandandolo a casa; su aviso tranquilo de que mandaran una ambulancia y un equipo tecnico que revisara la escena del crimen y, sin duda, confirmara lo que Red les habria contado, y su ultima peticion de que John redactara el informe del caso. Aparte de la propia ejecucion, esto ultimo era la mayor muestra de cinismo y crueldad.

Como todos los demas, Barron ya se habia convertido en complice del asesinato por el simple hecho de haberlo presenciado. Pero redactar el informe, mecanografiarlo y firmarlo con su nombre lo convertiria en colaborador, con su nombre estampado a pie de pagina como agente de policia que certificaba la tapadera. Eso significaba que no se lo podia contar a nadie sin incriminarse. Era un asesinato y el formaba parte del mismo, le gustara o no. Y le gustara o no, estaba seguro de que Raymond, fuera quien fuese y sin importar lo que hubiera hecho, estaba al tanto de la situacion.

Cerveza en mano, Barron cerro la puerta de la nevera sintiendo que tenia la cabeza a punto de estallar. Era policia, se suponia que no debia sentirse asqueado ni perturbado por aquel asunto, pero asi era como estaba. Las circunstancias eran distintas y ahora era mayor, pero el pasmo y el horror y la incredulidad que ahora le revolvian las tripas se parecian mucho a lo que sintio ocho anos atras, cuando, con dieciocho anos de edad, llego a su casa y vio los destellos de los coches de policia y de las ambulancias en la calle, aparcados enfrente. Habia estado por ahi con Dan Ford y otros amigos. En su ausencia, tres tipos jovenes habian entrado en la casa y matado a tiros a su padre y a su madre, delante de Rebecca. Los vecinos oyeron los disparos y vieron a los tres hombres salir corriendo, meterse en un coche negro y marcharse a toda velocidad. La policia lo llamo «intento de robo en domicilio que habia acabado mal». Hasta la fecha nadie sabia por que no habian matado tambien a Rebecca. A cambio, la muchacha habia sido condenada a una especie de cadena perpetua en el purgatorio.

Cuando Barron llego Rebecca ya habia sido trasladada a una institucion psiquiatrica. Dan Ford, al verlo paralizado por el horrible impacto de lo que acababa de ocurrir y darse cuenta de que la familia Barron no tenia mas parientes ni amigos demasiado proximos, llamo de inmediato a sus propios padres y lo organizo todo para que John se quedara con ellos todo el tiempo que necesitara. Fue una terrible pesadilla de policia, luces, sirenas y confusion. Barron podia ver todavia la expresion de su vecino al salir de la casa. Temblaba, tenia la mirada perdida y la tez palida como la cera. Solo mas tarde se enteraria de que el hombre se habia ofrecido voluntario para reconocer los cadaveres para que John no tuviera que pasar por aquel mal trago.

Durante muchos dias posteriores al episodio vivio sumido en el mismo estado de shock, horror e incredulidad que ahora sentia, mientras trataba de comprender lo que habia ocurrido y consultaba con varias instituciones para encontrar un lugar en el que cuidaran de Rebecca. Luego el shock se transformo en un agudo sentimiento de culpa. Todo habia sido culpa suya y el lo sabia. Si se hubiera quedado en casa podria haber hecho algo para evitarlo. Jamas tendria que haber salido con sus amigos. Habia abandonado a su madre, a su padre y a su hermana. Si se hubiera quedado en casa. Si hubiera estado alli…

Luego la culpabilidad se convirtio en rabia de la mas profunda, y quiso hacerse policia de inmediato y enfrentarse cara a cara con aquel tipo de asesinos. Estos sentimientos se volvieron mas intensos a medida que pasaban los dias, las semanas y los meses y los asesinos no aparecian.

John Barron habia empezado sus estudios universitarios en el Instituto Politecnico de California, en San Luis Obispo, donde comenzo la especialidad de paisajismo para poder convertir en realidad su sueno desde que era nino: dedicarse profesionalmente al diseno de jardines. Despues del asesinato de sus padres, pidio el traslado de inmediato a UCLA para estar mas cerca de Rebecca y preparar una licenciatura en Filologia Inglesa para ingresar en la facultad de Derecho, donde pensaba especializarse en Derecho Penal. Sonaba con convertirse un dia en fiscal, o hasta en juez, y decidio dedicarse a hacer observar el cumplimiento de la ley. Pero cuando el dinero del seguro de vida de sus padres empezo a agotarse y los gastos de Rebecca se dispararon, tuvo que buscar un empleo a tiempo completo, y lo hizo en el departamento de Policia: de cadete a agente, y de ahi a detective, con una rapida ascension.

A los cinco anos de incorporarse al LAPD se convirtio en miembro de la prestigiosa y centenaria brigada 5-2 y subio la rampa de un garaje abandonado hombro con hombro con el legendario Red McClatchy en busca de un asesino fugado. Era la mision sonada por cualquier policia del LAPD y probablemente de la mitad de policias de todo el mundo, y habia llegado a ella por una combinacion de esfuerzo intenso, inteligencia y un compromiso profundo con la vida que habia adoptado.

Y en un instante, todo habia saltado en pedazos, igual que su vida estallo aquella noche oscura y terrible de hacia ocho anos.

– ?Por que? -grito de repente-. ?Por que?

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