cambiaba, la tristeza que la embargaba totalmente y le impedia dar siquiera los primeros pasos para llevar una vida propia.

Rebecca tenia ahora veintitres anos y no habia hablado ni mostrado ningun sintoma de poder oir desde que vio a unos intrusos asesinar a tiros a su padre y a su madre, en el salon de su casa del Valle de San Fernando, ocho anos atras, cuando ella tenia quince. A partir de aquel momento, la joven poco femenina, brillante, divertida y animada a la que habia conocido toda su vida se convirtio en la sombra de un ser humano, alguien envuelto en un aire de fragilidad tragica que la hacia parecer absolutamente nina y, a veces, incluso indefensa. Cualquier competencia o capacidad de comunicarse que pudiera conservar permanecia encerrada bajo la montana del fuerte trauma. Y sin embargo, detras del mismo, por la manera en que se comportaba, por como se animaba cuando la iba a visitar, estaba la hermana aguda, inteligente y divertida que el recordaba. Por lo que le habian dicho una serie de profesionales de la psiquiatria que hasta el momento no habian conseguido ningun logro, incluida su psiquiatra actual, la prestigiosa doctora Janet Flannery, si de alguna manera su alma se podia liberar y disipar la oscuridad, emergeria de su temible crisalida como una brillante mariposa y en poco tiempo seria capaz de vivir una existencia autonoma y coherente, tal vez hasta plena. Pero hasta entonces no habia ocurrido. Ningun cambio en absoluto.

Barron le levanto el rostro para que lo mirara directamente.

– Hey, no pasa nada. -Intento sonreirle-. Ya jugaremos otro dia, de verdad. Te quiero; lo sabes, ?no?

Rebecca sonrio y luego inclino la cabeza y lo observo. John vio una expresion inquieta instalarse en su rostro. Finalmente, la joven se toco los labios y luego le toco los suyos. Ella tambien le queria, eso es lo que queria decirle, pero la manera en que lo hizo, mirandolo a los ojos todo el tiempo, significaba que sabia que habia algo que lo habia perturbado profundamente y que queria hacerle saber que lo habia percibido.

20

15:35 h

Barron estaba aparcando delante de Thrifty Dry, la lavanderia donde llevaba su ropa. Estaba haciendo la maniobra, tratando de olvidarse de la experiencia traumatica de haber presenciado el asesinato de Donlan y de reflexionar logicamente cual debia ser su proximo movimiento, cuando de pronto le sono el movil. Con un gesto automatico lo descolgo:

– Barron.

– John, soy Jimmy. -Era Halliday y su voz sonaba algo alterada-. Los de Investigaciones Especiales que han revisado el tren han encontrado el equipaje de Raymond. Menuda victima.

– ?Que quieres decir?

– En la bolsa habia un Ruger automatico del calibre 40 y dos recambios enteros de municion.

– Dios mio -se oyo decir Barron-. ?Llevaba sus huellas?

– Ni las suyas ni las de nadie. Nada.

– Quieres decir que ha usado guantes.

– Es posible. Ahora estamos revisando el resto de efectos. Polchak mandara sus huellas y su foto a la policia de Chicago para comprobar si tienen algun dato de el, y Lee bajara a interrogarlo. Red lo lleva todo en secreto hasta que sepamos mas cosas. Que no sepa nada la prensa; ni la prensa ni nadie.

– De acuerdo.

– John… -Barron sintio el cambio de tono en la voz de Halliday. Era la misma preocupacion que habia mostrado en el tren antes de que empezara toda la operacion para cazar a Donlan-. Lo que ha ocurrido hoy es duro, lo se. Pero es el modo en que todos nosotros fuimos bautizados. Lo superaras. Lo unico que necesitas es un poco de tiempo.

– Vale.

– ?Estas bien?

– Si.

– Te llamare si hay algo mas de Raymond.

19:10 h

Respiro hondo una vez y luego otra.

John Barron cerro los ojos, apoyo la cabeza en la pared de la ducha de su casita alquilada en el barrio de Los Feliz y dejo deslizarse el agua por encima de el.

«Es el modo en que todos nosotros fuimos bautizados», le habia dicho Halliday. ?Todos bautizados? Eso significaba que habia habido otros. Dios santo, ?cuanto tiempo llevaban con aquellas practicas?

Si estaba bien, le habia preguntado Halliday.

?Bien? Por Dios de los cielos.

Habian pasado casi quince horas desde el momento en que se subio al Chief en Barstow con Marty Valparaiso; casi diez desde que, revolver en mano, habia subido por la rampa del parking hombro con hombro con Red McClatchy. Al cabo de poco, Valparaiso, padre de tres criaturas, se habia acercado a un hombre esposado y lo habia liquidado de un tiro en la sien.

Barron levanto la cabeza hacia la ducha, como si la fuerza del agua pudiera ser capaz de llevarse el recuerdo y el horror.

Pero no fue asi. Si algo hizo, fue intensificarlos. El fuerte bang del disparo todavia resonaba en su cabeza. Y con el venia el recuerdo del cuerpo de Donlan cayendo al suelo. En su mente lo veia una y otra vez. Cada vez mas lenta que la anterior, hasta convertirse en una danza delicada de imagenes congeladas que ilustraban la pura fuerza de la gravedad una vez la vida dejaba de existir.

Luego venia lo demas: las caras, las voces, las imagenes que fluian por su memoria.

– Dice llamarse Raymond Thorne. Dice que su documentacion se ha quedado en el tren. -Lee estaba en el asiento delantero del coche de detectives, leyendo sus notas mientras Halliday conducia por el parking, de camino al exterior. Barron iba detras, sentado junto a su rehen/prisionero esposado y todavia indignado. Intentaba desesperadamente que no le notaran la sensacion de pasmo, contrariedad y horror casi insoportable que todavia circulaba por su cuerpo.

– Dice ser ciudadano estadounidense nacido en Hungria. -Lee se volvio un poco en direccion a Barron-. Reside en el numero veintisiete oeste de la calle Ochenta y seis, en Nueva York. Afirma ser comercial informatico y trabajar para una empresa alemana. Pasa la mayor parte de su tiempo viajando. Dice que tomo el tren hasta Los Angeles porque en Chicago cerraron los aeropuertos a causa de la tormenta de granizo. Alli fue donde conocio a Donlan.

– No digo que soy ciudadano estadounidense, lo soy -le espeto Raymond a Lee-. Y soy una victima. He sido secuestrado y tomado como rehen. Estos hombres estaban en el tren. Lo han visto todo. ?Por que no se lo pregunta?

De pronto se quedaron banados en luz de dia, al salir Halliday del garaje, y avanzaron hacia una pared de furgones satelite y periodistas. Policias uniformados les abrian paso mientras Halliday iba acercandose; luego pasaron a traves de ellos, giraron hacia la calle y se alejaron, de camino a la comisaria del centro de la ciudad, situada en Parker Center.

Barron recordo los perfiles solemnes de Lee y Halliday sentados delante. Estaban en el piso de abajo cuando todo ocurrio. Ahora sabia que estaban perfectamente informados de lo que iba a suceder en el momento en que se llevaron a Raymond de la escena por la escalera de incendios. Eso significaba que la ejecucion de alguien como Donlan era un hecho habitual y que ellos esperaban que, ya que Barron era uno de ellos, sencillamente lo aceptaria sin rechistar. Pero estaban equivocados. Muy equivocados.

Barron cerro el grifo con brusquedad y salio de la ducha. Se seco y se afeito mecanicamente, sin prestar demasiada atencion. Por su mente pasaban todavia vinetas inacabables de lo que habia ocurrido durante las horas

Вы читаете La huida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×