Kovalenko advirtio al joven con vaqueros rasgados y un cigarrillo en los labios que estaba cerca de las ventanillas de venta de billetes. Era obvio que estaba drogado, sentado en el suelo con las piernas cruzadas y con una guitarra en el regazo, de cuyas cuerdas intentaba arrancar alguna melodia. Kovalenko sabia detectar un
Cuando Kovalenko se le acerco un poco mas se dio cuenta de que, por muy drogado que estuviera, era obvio que estaba vigilando a la gente que bajaba de los trenes, buscando a alguien en particular. Si habia visto o no a Kovalenko, no habia manera de saberlo. Mas adelante el pasillo giraba a la derecha. Encima habia un cartel que indicaba la conexion con el Transiberiano Express. Kovalenko se metio por el y bajo rapidamente por el pasillo para salir del campo de vision del
– Estan aqui -dijo Kovalenko en voz baja.
– ?Quien?
– Los espias del
– ?Nos han visto?
– Tal vez. Quien sabe. Sigue andando.
35
Con el pelo negro peinado hacia atras, espectacularmente atractivo con un jersey, unos pantalones oscuros y una cazadora de piel, calzado con unos zapatos deportivos de piel y suela de crepe, Alexander seguia a Murzin por los ultimos peldanos que conducian al helipuerto de la azotea. Una vez alli, Murzin abrio la puerta y salieron al soleado exterior.
Enfrente de ellos tenian el Kamov Ka-60, el helicoptero del ejercito ruso que los esperaba con los motores en marcha. Al cabo de treinta segundos se encontraban ya dentro de la nave con las puertas cerradas y poniendose los arneses de seguridad. Fue entonces cuando sono el movil de Murzin. Lo abrio rapidamente y se lo ofrecio de inmediato a Alexander.
– Para vos,
– ?Rebecca?
– No, la baronesa.
El fuerte sol que se colaba por los ventanales de la gran biblioteca del palacio iluminaba tanto a la baronesa como el salon que, con su mobiliario solido y oscuro y sus paredes de marmol blanco artificial inmaculado, cubierto por estanterias de caoba repletas de almanaques, calendarios, cuadernos de viajes y antologias que constituian un vago recuerdo del pasado. Pero, de momento, para la baronesa el pasado no tenia ningun interes. Lo que la enfurecia era el presente.
– Llevo horas llamandote -le dijo al telefono, rinendo a Alexander en ruso como si fuera un nino pequeno-. He dejado mensajes en veinte lugares distintos. ?Por que no me has contestado?
– Yo… -Alexander vacilo-, os pido disculpas. Hay otros asuntos…
– ?Que otros asuntos? ?Que significa que nos envies aqui en medio de la noche, sin la mas minima explicacion? ?Nos mandas salir de Moscu con el FSO con nocturnidad sencillamente porque tu estas ocupado y quieres que nos limitemos a empolvarnos la nariz y nada mas?
Alexander le hizo un gesto a Murzin para que abriera la puerta, y luego se desato y salio. Con el movil de Murzin en la mano, anduvo por la azotea, alejandose del helicoptero.
– Baronesa, el hermano de Rebecca esta vivo. Llego anoche a Moscu. Este es el motivo por la que he mandado que os lleven a Tsarkoe Selo.
– ?Donde esta ahora?
– No lo sabemos.
– ?Estas seguro de que es el?
– Si.
– De modo que la zarina siempre ha estado en lo cierto.
– Baronesa, Rebecca no puede saberlo.
La baronesa de Vienne se aparto bruscamente del centro del salon y se acerco a los ventanales.
– Maldita sea Rebecca -escupio-. Hay otros asuntos que son infinitamente mas importantes.
– ?Que asuntos?
– Ayer te reuniste con el presidente Gitinov.
– Si, ?y que?
De pronto se metio un mechon rizado de su pelo negro detras de la oreja y se volvio de espaldas al sol.
– No le gustaste.
– ?Que quereis decir?
– Que no le gusto tu actitud. Te mostraste condescendiente.
– Baronesa, estuve cortes. Conversamos. No dije nada. Si esto es ser condescendiente…
– Leyo entre lineas. Opina que eres demasiado fuerte. Que tienes otras ambiciones.
Alexander sonrio con seguridad y miro mas alla de la azotea, hacia el rio Moscu y el Kremlin, detras del mismo.
– Es mas perspicaz de lo que pensaba.
– Gitinov no ha llegado a presidente por ser tonto. ?La culpa es tuya, no suya! -lo corto la baronesa como un estilete.
Alexander se volvio de espaldas al helicoptero como si Murzin o la tripulacion pudieran ver su reaccion o, todavia peor, pudieran escuchar su conversacion.
– ?No has aprendido nada en esta vida? ?Nunca jamas tienes que revelar lo que tienes dentro! -La baronesa llego a los ventanales de la biblioteca e inmediatamente dio media vuelta, caminando malhumorada por el salon-. ?Es que no te das cuenta del esfuerzo que ha costado llevarte hasta donde estas? No solo los anos de moldear tu caracter, sino los anos de entrenamiento fisico y otra formacion especial y muy personal, todo lo cual estaba pensado para hacer de ti una persona lo bastante fuerte y voluntariosa y brutal para convertirte en zar de Todas las Rusias, manipulando toda su politica…
»?Quien se ha trabajado al triunvirato durante casi dos decadas enteras, juntos y por separado, obtenido su confianza, metiendose dentro de sus mentes, escuchando sus problemas, entregandoles dinero, mucho dinero, para sus causas? ?Quien les convencio de que la unica manera de dar estabilidad al pais y construir un espiritu nacional duradero era restaurar la monarquia? ?Quien los convencio para que exigieran que Peter Kitner se apartara a favor tuyo? -dijo, con una furia creciente-. ?Quien?
– Vos -susurro el.
– Exacto, yo. Asi que escuchame cuando te digo que todavia ahora existe mucha amargura entre el Presidente y el triunvirato. Te recuerdo que fueron ellos los que presionaron a los miembros de las dos camaras del Parlamento para que restauraran la monarquia. Y lo hicieron porque yo convenci a cada uno de ellos que hacerlo no era solo por el interes de Rusia, sino en el de su propia institucion. Y fue por esto que ellos, y su influencia, lo arreglaron.
