»El presidente, por otro lado, temio secretamente desde el principio que tu le hicieras sombra a ojos del pueblo. Y este temor ya ha sido traducido en realidad con la atencion que el publico te ha dispensado. El sabe lo que significa ser un personaje celebre, y cree que ya acumulas demasiado poder.

»Ya es lo bastante grave que, a tres semanas de la coronacion, le hayas dado motivos para sentirse incomodo. Pero si puede convertir su propia preocupacion en temor por la seguridad nacional, convenciendolos de que eres una fuerza presuntuosa y perturbadora, y si esta preocupacion llega al Parlamento o a alguno de los tres, ni siquiera mi influencia y tu popularidad podran evitar que nuestro plan se debilite hasta el punto que podria convocarse una nueva votacion parlamentaria que podria llegar a disolver la monarquia antes de que llegue a reinstaurarse. Seria una votacion que para el presidente Gitinov -su voz adquirio un tono gelido- seria un regalo de Dios.

– ?Que quereis que haga?

– El presidente ha accedido amablemente a tomar el te contigo a las seis de esta tarde en el Kremlin, donde, se le ha dicho, le presentaras tus disculpas por cualquier malentendido que ayer se hubiera podido producir y le tranquilizaras, en terminos muy directos, sobre tu falta de ambicion respecto a cualquier asunto que no atana al bien del pueblo ruso. ?Esta claro -vacilo un segundo, y luego suavizo el tono-, carino?

– Si. -Alexander tenia la mirada perdida, humillado, no veia nada.

– Pues entonces ocupate de que asi sea.

– Si -Alexander respiro con fuerza-, madre.

La oyo colgar el telefono y por unos instantes se quedo alli quieto, furioso de rabia. La odiaba, odiaba a Gitinov, los odiaba a todos. Era el el zarevich, no ellos. ?Como se atrevian a ponerlo en duda, a el o a sus motivos? En especial cuando habia hecho todo lo que le habian pedido y habia accedido a todo.

Al otro lado de la azotea podia ver la silueta oscura del helicoptero, con las puertas abiertas y las helices girando al ralenti. ?Que tenia que hacer, olvidarse de Marten y devolver el helicoptero? De pronto vio un movimiento en la puerta de la nave; luego Murzin salio de la misma y se le acerco rapidamente, con una radio de dos bandas en la mano. Estaba claro que algo habia ocurrido.

– ?Que ocurre?

– Kovalenko, el inspector de homicidios del Ministerio de Justicia que acompanaba a Marten en Davos, ha sido visto bajando de un tren a las ocho y veinticinco en San Petersburgo, procedente de Moscu.

– ?Lo acompanaba Marten?

– Al principio se le vio solo, pero luego otro hombre se ha reunido con el dentro de la estacion.

– ?Marten?

– Es posible, pero este hombre iba afeitado y llevaba el pelo corto, y Marten paso por el control de pasaportes con barba y el pelo largo.

– ?Cuanto cuestan unas tijeras y unas maquinillas de afeitar? -Alexander podia sentir el latido de su corazon y con el la desagradable oleada de angustia que lo invadia al sentir que el metronomo se le disparaba de nuevo-. ?Donde estan ahora Kovalenko y su amigo?

– No lo sabemos, zarevich. El fartsovchik que lo ha visto no sabia ni siquiera si valia la pena avisar sobre Kovalenko, y ni tan solo lo ha seguido. Al fin y al cabo, Kovalenko no era el hombre que le habian mandado buscar. Y si se consulta con el Ministerio de Justicia, resulta que Kovalenko esta de vacaciones. Su esposa lo ha confirmado, y ha dicho que se marcho sin compania ayer para acampar y hacer montanismo por los Urales. Al parecer esta siguiendo un programa para recuperar la forma fisica.

– San Petersburgo no esta en los Urales. -Alexander se ruborizo de rabia-. Kovalenko ya fue retirado de la investigacion una vez, ?por que ha vuelto?

– Lo ignoro, zarevich.

– Pues enterese. Y esta vez averigue exactamente en que departamento del ministerio esta y el nombre de la persona que le da las ordenes.

– Si, zarevich.

Alexander miro a Murzin durante una decima de segundo. Luego desvio la vista y Murzin pudo ver la mueca que le cruzaba el rostro, como si sufriera algun tipo de dolor interno. Al cabo de un instante Alexander volvio a mirarlo:

– Quiero a todos los avtoritet, fartsovchik, blatnye y patsani de San Petersburgo alertados -dijo con frialdad-. Quiero que encuentren de inmediato a Kovalenko y al tipo que lo acompana.

36

10:57 h

Moscu desaparecio bajo las nubes cuando el helicoptero Ka-60 se elevo bruscamente y luego se estabilizo para poner rumbo fijo al palacio de Tsarkoe Selo.

Madre, habia llamado Alexander a la baronesa. Era un termino que no habia utilizado desde la infancia, y no sabia por que lo habia hecho ahora, excepto que estaba enfadado y lo hizo. Pero ni su rabia ni la de ella, mientras lo aleccionaba sobre Gitinov, serian nada al lado de la furia que podia esperar cuando lo viera llegar a Tsarkoe Selo. El motivo por el que habia ido no le interesaria para nada, ni siquiera le preocuparia. Sus sentimientos y preocupaciones personales no tenian ninguna importancia y, ahora que lo pensaba, nunca la habian tenido. Ella ya habia perpetrado su venganza sobre Peter Kitner. Lo unico que importaba ahora, y tal vez siempre, era la monarquia y solo la monarquia.

Maldita sea Rebecca, habia dicho la baronesa. Pues bien, Rebecca no seria maldita. Ni por la baronesa ni por nadie. Ni tampoco la perderia por culpa de su hermano.

De pronto se volvio hacia Murzin, levantando la voz por encima el rugido de los motores.

– Hay que quitarle de inmediato el telefono movil a la zarina. Si pregunta por que, hay que decirle que le volvemos a cambiar el numero y necesitamos el aparato para reprogramarlo. Tampoco hay que pasarle ninguna llamada de ningun otro telefono, movil o fijo.

»En caso de que decida hacer ella una llamada, habra que decirle que hay un problema con la centralita principal y que se esta reparando. Bajo ningun concepto hay que permitirle que tenga contacto con nadie de fuera de palacio, ni tampoco ha de permitirsele que salga del recinto.

»Por otro lado, no hay que alarmarla ni dejar que crea que ocurre nada fuera de lo normal, ?esta claro?

– Por supuesto, zarevich.

– Otra cosa. Doble el numero de guardias en la muralla del perimetro del palacio y adjunte una unidad canina a cada patrulla. Al mismo tiempo, aposte cuatro agentes del FSO en cada entrada y salida del palacio, dos dentro y dos fuera. No se debe permitir la entrada de nadie al palacio que no cuente con la autorizacion directa mia o de usted, y solo previa identificacion. Esta orden incluye a todos los proveedores, empleados del servicio, personal del palacio y miembros del FSO, a quien hay que decir sencillamente que hemos aumentado la seguridad a medida que se acerca la fecha de la coronacion. ?Alguna pregunta, coronel?

– No, zarevich, ninguna pregunta. -Murzin se volvio resuelto a coger su radiotransmisor.

Alexander escucho como Murzin se ponia en contacto con el cuartel general del FSO en Tsarkoe Selo, y luego se apoyo en el respaldo para acariciar distraidamente la piel de su cazadora de aviador. La navaja estaba alli, en el bolsillo interior y, como tantas veces en el pasado, su mera presencia lo tranquilizo.

Eran ahora un poco mas de las diez. Llegarian al palacio casi a la una y media. Su plan era claro y, una vez se hubiera calmado y lo escuchara, tranquilizaria a la baronesa.

Habia mandado a Rebecca de Moscu a Tsarkoe Selo porque supo que su hermano habia aparecido vivo en Moscu. Puesto que Marten -estaba convencido de que el hombre que acompanaba a Kovalenko era Marten- se

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