Alexander se apoyo hacia delante con un gesto lleno de ansiedad, tirando del cinturon de seguridad, mientras su chofer sorteaba el trafico con el Volga negro de camino al centro de la ciudad.
Detras de ellos estaba el aerodromo Rzhevka, adonde el piloto habia llevado el helicoptero Kamov para repostar mientras esperaba que Alexander regresara del Ermitage con Rebecca.
El hecho que estuviera alli contra los dictados de la baronesa no era un problema porque ella no tenia ni idea de lo que estaba haciendo. Por lo que ella sabia, sencillamente habia dejado a Murzin atras, como ella le exigio, y habia subido al helicoptero rumbo a Moscu.
Habia subido al helicoptero, desde luego, pero no para volver a Moscu y no antes de pedirle a Murzin que averiguara el paradero de Rebecca, y luego mandar personalmente un mensaje por radio a los FSO que la acompanaban para que no se separaran de ella hasta que Alexander llegara. Cuando se marcho del palacio, Murzin le advirtio que no llamara la atencion de la gente aterrizando en la misma ciudad. Una maniobra asi no haria mas que complicar las cosas cuando el
El propio Murzin habia recibido instrucciones para que informara a la baronesa cuando hubiera localizado a la zarina en el Ermitage de San Petersburgo y luego fuera con un coche desde Tsarkoe Selo hasta la ciudad para recogerla y volverla a llevar al palacio. Una vez de vuelta con Rebecca, Murzin deberia decirle a la baronesa que el
El Volga cruzo el puente de Alexander Nevsky y se metio por Nevsky Prospekt, sumergiendose en la congestion de trafico creciente de la hora punta. La caravana de vehiculos era claustrofobica. Alexander se sentia atrapado e incapaz de moverse, y ahora mismo el movimiento lo era todo para el, porque le mantenia el metronomo interior en silencio. Si el se movia, el metronomo no lo hacia. Pero alli sentado, totalmente indefenso en medio de aquel caos de camiones, autocares y turismos, empezaba a notarlo en movimiento dentro de el.
El latido de su corazon como un
El trafico avanzaba a rastras.
?El era el
El latido de su metronomo se hacia cada vez mas fuerte.
?Por que habia tenido Rebecca que ir de pronto a la ciudad? Y si era solo para ir de compras, ?por que habia ido al Ermitage? ?Para comprar regalos? Tal vez, pero, ?para quien? El gobierno se encargaba de los regalos de Estado, y si queria algo para ella, podia haberle pedido a un asesor que fuera al palacio. Era la zarina. Lo unico que tenia que hacer era pedirlo.
De pronto se acordo de su pregunta sobre el paquete que se habia llevado cuando salio a pasear con Marten en Davos.
– Llevabas un regalo contigo -le habia dicho Rebecca-, un paquete envuelto bajo el brazo. ?Que era?
– No lo se, no me acuerdo -le habia mentido el.
Pero tal vez ella lo sabia, y por eso se lo pregunto, tratando de que negara su conocimiento. ?Y si, de alguna manera, Marten habia estado en contacto con ella mucho antes de su regreso a Rusia, y le habia contado lo del cuchillo? Tal vez esta fuera la razon por la que se habia mostrado tan tajante al negarse a creer que su hermano estaba muerto, porque habia hablado con el.
Por otro lado, tal vez ella no le hubiera preguntado nada del paquete. Tal vez solo fuera su imaginacion. Tal vez estuviera tan aterrorizado ante la idea de poder perderla que se estaba creando escenas imaginarias. Tal vez la baronesa tenia razon y el hombre al que habian visto en la estacion con Kovalenko no fuera Marten.
Se toco la cazadora de piel distraidamente, de la misma manera que lo habia hecho en su vuelo desde Moscu a Tsarkoe Selo, para tranquilizarse y comprobar que la navaja seguia en su bolsillo interior, a mano.
– ?Adelante el trafico! ?Adelantelo! -ordeno de pronto.
– Si,
El cuchillo. ?Por que habia empezado otra vez a utilizar la navaja, despues de haber matado a su medio hermano Paul con ella hacia veintiun anos? ?Sencillamente porque la habia recuperado despues de tantos anos? ?Era este el motivo? ?Una retribucion de su propio amago de muerte en manos de la policia de Los Angeles? ?Una furiosa reaccion al complicado juego de mantenerle alejado al que su padre y Albert Neuss habian jugado durante decadas? ?O habia algo mas? ?Lo utilizaba para exorcizar sus demonios? En vez de atacar a su madre, que se habia pasado toda la vida de Alexander obsesiva y egoistamente retorciendo, manipulando y convirtiendo a su hijo en arma de venganza y en instrumento de sus ambiciones, Alexander habia desatado su pasion homicida y habia masacrado a sus victimas cada vez con mas encarnizamiento.
?Y que habia de Marten, que seguia vivo solo gracias al amor de Alexander por su hermana?
Tenia que ser el hombre al que el
De pronto lo invadio una temible ironia. No seria mas capaz de reconocer a Marten de lo que Marten lo habria reconocido a el en Paris, si Marten lo hubiera visto, o lo hubiera reconocido en el momento en que se encontraron cerca y cara a cara en Davos, tanto en la mansion como en el sendero de montana. Si Marten estaba en San Petersburgo, si estaba en el Ermitage, podia estar a pocos palmos y Alexander jamas lo sabria.
El metronomo batio con mas fuerza.
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Svetlana y una de las mujeres ancianas cuyo trabajo era vigilar las obras de arte mantenian a la gente alejada y miraban embobadas desde la puerta como la zarina y lady Clementine Simpson hacian una visita privada
