Dejo caer el bolso de su mano.
Marten ya estaba en el suelo y rodando de lado cuando Alexander se volvio, con el Grach en la mano. Marten se levanto sobre los codos, apuntando a Alexander con el Makarov, mientras las ideas se le agolpaban en la cabeza, todos los botones que Kovalenko habia tocado antes: «Por Red, por Dan, por Halliday. Por la brigada».
Apreto el gatillo justo en el momento en que Alexander disparaba. Se oyo un rugido atronador de disparos. Trozos de cemento le saltaron a la cara y por un momento se quedo ciego. Luego se le aclaro la vista y vio a Alexander tambaleandose hacia atras, con la pierna izquierda hecha un picadillo de sangre y cuadros. Entonces su pierna cedio y todo el cayo al suelo, con el arma automatica deslizandose sobre el pavimento.
Alexander vio a Marten levantarse y dirigirse hacia el, con el Makarov entre las dos manos. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que estaba en el suelo y de que el Grach habia caido delante de el. Trato de levantarse a recoger el arma, pero no pudo. Tenia la sensacion de que estaba tumbado sobre algo mullido, como si hubiera caido sobre una cama de hojas secas. De pronto vio a Marten detenerse y mirar mas alla de el. Rapidamente, se volvio para saber que era lo que habia atraido la atencion de Marten.
La figura vagamente familiar que habia visto bajando por las escaleras al fondo del canal cruzaba ahora el puente en direccion a el. Era el policia ruso, Kovalenko. Llevaba una Makarov en la mano y tenia una mirada gelida. La confusion inundo el rostro de Alexander. ?Por que estaba Kovalenko avanzando hacia el con el arma levantada de aquella manera? ?Por que lo miraba de aquella manera, si estaba tirado en el suelo y desarmado y resultaba inofensivo? De pronto lo supo. Este era su destino, y lo habia sido desde el dia en que habia hundido la navaja en el pecho de su medio hermano en el parque de Paris.
– ?Kovalenko, no! -oyo gritar a Marten detras de el.
Demasiado tarde. El policia ruso estaba justo a su lado.
– ?No! ?No! ?No lo hagas! -oyo a Marten gritar otra vez.
Entonces vio que la mirada del policia ruso se endurecia y sintioel acero del Makarov contra su cabeza. El dedo se tenso mas sobre el gatillo. Un disparo atronador quedo interrumpido por una inundacion de luz blanca dentro de su cabeza. Era una luz que lo cegaba todo como una marea feroz y que se hacia, mas y mas y mas fuerte. Y luego. Finalmente. Se apago.
52
Rebecca y lady Clem estaban frente a la cabina del barco pesquero de dieciocho metros de eslora numero 67730, mirando hacia San Petersburgo, ahora mismo banado en una luz dorada. El barco estaba a veinte minutos del puerto y avanzaba a ocho nudos a traves de un suave oleaje con trozos de hielo intermitentes. La luz dorada duro todavia un rato y luego, como si de pronto hubieran bajado el telon, se oscurecio mientras el sol se ocultaba tras las nubes del horizonte.
Una vez sumidas en la oscuridad y, como atraidas por la misma fuerza que habia llevado la luz radiante sobre San Petersburgo, las dos mujeres se miraron.
– El tiempo pasara y el dolor te parecera cada vez mas soportable -dijo Clem con voz serena-, y, con el tiempo, tu mente se ira distanciando de los recuerdos. Es algo en lo que iremos trabajando, las dos, tu y yo. Lo haremos, te lo prometo.
Rebecca la miro atentamente unos instantes, tratando de creer lo que le decia, queriendo creerselo. Finalmente cerro los ojos y, con un sollozo terrible, empezaron a brotarle las lagrimas.
Lady Clem la rodeo con sus brazos y la abrazo fuerte, llorando con ella en silencio, compartiendo su dolor, tal vez el mas doloroso de todos. Al cabo de unos minutos, tal vez horas, quien lo sabia, y al sentir la caricia del mar debajo de ellas, Clem volvio la vista de nuevo hacia San Petersburgo y llevo a Rebecca dentro, a la claridad y la calidez de la cabina.
Kovalenko acelero por la plaza Sennaya a oscuras, alejandose rapidamente con Marten del puente y del canal, lejos de Nevsky Prospekt.
– Estaba en el suelo. No llegaba a su pistola. No habia ningun motivo para matarlo. -Marten estaba furioso.
–
– Era inofensivo.
– Siempre llevaba la navaja, tal vez incluso otro revolver. ?Quien sabe que? Un hombre asi solo es inofensivo cuando esta muerto.
– No tenias por que ejecutarlo.
– ?Que te pareceria desayunar manana con tus chicas? -Kovalenko giro el vehiculo por Moskovsky Prospekt y acelero de nuevo, en direccion al aeropuerto Pulkovo-. Hay un vuelo a Helsinki en poco mas de una hora.
Marten lo miro y luego desvio la vista bruscamente, con las luces de los coches que venian iluminandole el rostro de manera intermitente.
– Has trabajado cuidadosamente para construir la confianza entre nosotros, incluso la amistad. -La voz de Marten estaba llena de amargura-. Y mientras tanto buscabas la manera de descubrir quien soy. Me hacias preguntas para hacerme caer, y cuando finalmente lo descubres, empiezas a jugar con mi sentimiento de culpa, por lo que ocurrio en la brigada, por toda la gente a quien Raymond mato en Los Angeles, y mas tarde en Paris, y con mi amor por mi hermana. Me facilitas un pasaporte y un visado, hasta un telefono movil. Y entonces, cuando llega el momento oportuno, me das un arma y me mandas a hacer el trabajo sucio. Y yo lo he hecho, por todos los motivos que predicabas y mas. Y luego le tengo y estaba tumbado en el suelo. Podias haberlo arrestado, pero en vez de ello, vas y lo matas. -La mirada de Marten se dirigio de nuevo a Kovalenko-. Ha sido un asesinato, ?no es cierto?
Kovalenko miraba a la carretera mientras los faros del Ford iban iluminando alternativamente las entradas de plantaciones de patatas y densos bosquecillos de abedules y arces, todavia desnudos, y, en medio, bosques todavia mas densos de paneles iluminados con anuncios de Ford, Honda, Volvo y Toyota.
– Esto es lo que va a suceder,
»Al cabo de poco Moscu emitira el comunicado oficial de que el
»Tu hermana, la zarina, amada por el
»Lo siguiente seran unos cuantos dias de duelo oficial. El feretro de Alexander sera expuesto en el Kremlin, aclamado como un heroe nacional. A ello le seguira un funeral de Estado, y acto seguido sera enterrado junto a su padre y los otros emperadores rusos en la cripta de la capilla de Santa Catalina de la catedral de Pedro y Pablo en