con la riada de gente que trataba de huir de el.

Barron levanto su Berettta y se abrio paso hacia la puerta, derribando a varias personas a su paso. Afuera pudo ver a Raymond bajando a la carrera por la rampa de peatones en zigzag que llevaba hasta el parking. Al mismo tiempo vio a hombres uniformados que salian de todos los rincones.

– ?Cazadora negra! -rugio Barron por su radio-. ?Baja por la rampa hacia el parking!

Raymond llego al final de la rampa corriendo. Sirviendose de la gente para protegerse, vio la calle y corrio hacia ella.

Medio segundo mas tarde Barron cruzo las puertas y corrio rampa abajo. Al mismo tiempo, Halliday y Polchak chocaron contra las puertas tras el.

– ?Tu! ?El de la cazadora negra! ?Quieto! -Una voz femenina ladro detras de Raymond.

El se volvio, metio la mano dentro de la cazadora y saco la Beretta robada. La mujer policia de uniforme estaba a veinte pasos de el, apuntandolo con su arma.

– ?Cuidado! -grito Barron demasiado tarde.

?Bang!?Bang!

Raymond disparo un par de rafagas. La mujer policia salto hacia atras y cayo sobre el pavimento, al tiempo que disparaba una bala al aire.

Raymond se volvio a mirar hacia el edificio, luego rodeo un Cadillac y salio corriendo, aprovechando los coches aparcados como proteccion, hacia la calle. Barron se planto con fuerza al pie de la rampa, con la Beretta sujeta con las dos manos, apuntando con cuidado. Raymond se dio cuenta y se aparto justo cuando Barron disparaba.

Un dolor abrasador dibujo una linea recta en la garganta de Raymond y le hizo perder el equilibrio. Estuvo a punto de caer, luego se recupero y echo a correr tambaleandose, apretandose con una mano la herida de la garganta. Tras el, tres coches patrulla blanco y negros hacian chirriar sus ruedas por el suelo del parking. A su izquierda pudo ver tres unidades mas apareciendo por una esquina, que bajaban la calle en direccion a el. Al mismo tiempo, un taxi se detuvo justo delante de el. La puerta de atras se abrio y de el bajo una mujer negra de mediana edad, seguida de una adolescente tambien negra.

Raymond aparto la mano que tenia en la garganta. Tenia un poco de sangre, pero no demasiada. La bala solo lo habia cortado y quemado. Con cinco pasos llego al taxi. Levanto la mano izquierda y atrapo a la aterrorizada adolescente hacia el. Le dio la vuelta y la apunto a la cabeza con la Beretta automatica. Luego levanto la vista y lo que vio fue una docena o mas de policias de uniforme armados hasta los dientes que se le acercaban. Se dio cuenta que trataban de buscar la manera de dispararle sin matar a la nina. Tanto a su derecha como a su izquierda, mas coches patrulla acordonaban la calle. Entonces vio a John Barron abriendose paso por entre los polis uniformados y dirigirse hacia el. Dos de los detectives de paisano del garaje lo acompanaban; uno de ellos era de los que estaba en el tren.

– ?Detengase! -grito Raymond, mientras sus ojos se desplazaban a la mujer de mediana edad que acababa de bajar del taxi con la chica. Ella se quedo plantada en medio de la calle, atrapada entre el y la policia. Le miraba horrorizada.

– ?Baja el arma, Raymond! -grito Barron-. ?Deja a la chica! ?Dejala! -El y sus dos companeros estaban a unos veinte metros de el y se le iban acercando.

– Un paso mas, John, y la mato -dijo Raymond, gritando pero con tono sereno, con la mirada fija en los ojos de Barron.

Barron se detuvo; Halliday y Polchak tambien lo hicieron. Volviamos a estar en lo mismo: la familiaridad, la actitud confiada.

– Mirad si podeis hacer algo por los lados -dijo Barron en voz baja.

Halliday se desplazo lentamente hacia la izquierda, Polchak hizo lo mismo a la derecha.

– ?No! -La mujer se puso a gritar-. ?No! ?No! ?Dejenlo en paz! ?No se le acerquen!

– Quietos -susurro Barron. Halliday y Polchak se detuvieron.

– Gracias -le dijo Raymond a la mujer. Luego, apuntando todavia con su pistola a la cabeza de la muchacha, retrocedio hasta que los dos se quedaron con la espalda pegada al taxi. Dentro pudo ver al conductor agachado, tratando de ocultarse.

– ?Salga! -le ordeno-. ?Salga!

En una escena digna de un comic, la puerta del conductor se abrio de golpe y el taxista salio disparado.

– ?Corra! ?Marchese, deprisa! -le grito Raymond. El taxista corrio hacia la policia. Luego Raymond se volvio a mirar a Barron-. Por favor, John, di a estos patrulleros que saquen los coches. Saldremos por ahi.

Barron vacilo y luego miro a un sargento uniformado que tenia detras.

– Dejenlo salir.

El sargento hizo una pausa antes de hablar por su radio. Al cabo de un momento, los coches patrulla del fondo de la calle dieron marcha atras, abriendo paso.

Con la Beretta apuntando siempre a la cabeza de la adolescente, Raymond la empujo al interior del taxi y luego se puso al volante. La puerta se cerro con un golpe. Hubo un chirrido de ruedas y el taxi salio zumbando. A los dos segundos salian disparados a traves de los coches patrulla al fondo de la manzana y desaparecian de la vista.

8:14 h

27

Edificio del Tribunal Penal, 8:15 h

– ?Como ha podido escaparse? ?Hay cien hombres uniformados en este edificio! ?Y fuera hay cincuenta mas!

Con Valparaiso pegado a su lado, McClatchy avanzaba furioso por en medio de un monton de uniformes, jueces decepcionados y oficiales del tribunal. Cruzo una puerta y bajo hasta el parking a la carrera por la escalera de incendios. Valparaiso no habia visto nunca a McClatchy tan enfadado. Y fue todavia peor cuando la palabra «rehenes» les llego por la radio en medio de un batiburrillo de frases policiales, cuando cruzaban la puerta del fondo y entraban en el parking del sotano, donde Polchak los esperaba al volante del Ford de camuflaje de Red.

– ?Quien es el rehen? -le ladro Red a Polchak, mientras se abrochaba el cinturon a su lado y Valparaiso entraba por la puerta de atras.

– Una mujer adolescente -le dijo Polchak-, de raza negra. Es lo unico que sabemos. La acompanaba su tia, ahora estamos hablando con ella.

– ?Donde cojones esta Roosevelt?

Con la luz y la sirena puestas, Polchak bajo a toda velocidad por la rampa y se hundio en el trafico.

– Ha llevado a su hijo al dentista. Su mujer trabaja -dijo, casi a punto de colisionar de lado con un autobus.

– ?Ya se que su mujer trabaja! -grito furioso McClatchy. Furioso con el, con los otros ciento cincuenta policias, con todo el asunto-. ?Por Dios!

Cinco coches patrulla y un coche de camuflaje seguian al taxi n.° 7711 de la compania United Independent por las calles de la ciudad, en una persecucion que se desarrollaba a poca velocidad. Cada uno de los coches llevaba su potente senal luminosa encendida, pero eso era todo; las sirenas se mantenian estrategicamente en silencio. Arriba, el Air 14, un helicoptero del LAPD, habia sido movilizado rapidamente y no perdia de vista el taxi. Por todo el trayecto -South Grand Avenue hasta la calle Veintitres, de la Veintitres a Figueroa, y luego hacia el sur por Figueroa- la gente se apinaba en las aceras y saludaba y vitoreaba el paso del taxi 7711. Todo el espectaculo se estaba emitiendo en directo por television, mientras los helicopteros de las distintas cadenas se incorporaban a la

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