accion desde el aire. Las persecuciones policiales eran algo habitual en Los Angeles desde hacia muchos anos, pero todavia eran seguidas por una numerosa audiencia televisiva que tenia a los directores de cadena deseosos de que se produjeran dos o tres cada semana, para asi disparar sus niveles de share.

Barron y Halliday iban en el 3-Adam-34, el coche patrulla que iba en cabeza reclutado de entre la multitud de patrullas que de pronto habian bajado hasta el edificio del Tribunal Penal. No se trataba de ninguna emocionante persecucion cinematografica, sino de una procesion solemne a cuarenta por hora. Lo unico que podian hacer era seguirlo y tratar de prever lo que Raymond tenia planificado para cuando aquello terminara. Si tenian alguna ventaja era que Red McClatchy era uno de los mejores negociadores de rehenes que habia, y que en dos de los coches patrulla que los seguian estaban algunos de los tiradores mas precisos de la policia de Los Angeles.

Halliday se inclino hacia delante en el asiento delantero, mirando el taxi que avanzaba a casi medio kilometro de ellos, con el sol de la manana reflejandose en sus ventanas. Los cristales ahumados de detras dificultaban mucho la posibilidad de ver en su interior, y desde luego de comprobar si Raymond seguia apuntando a la cabeza de la muchacha.

– De todos modos, ?quien cono es ese Raymond? -dijo-. La policia de Nueva York no sabe nada de el, ni tampoco la de Chicago, a menos que salga algo en el informe de balistica. Los federales van a tardar un poco en disponer de la lectura de la banda magnetica de su pasaporte, asi que quien sabe lo que encontraremos alli. Si no hubiesemos encontrado el arma en su bolsa y nos hubiera facilitado un domicilio correcto, es casi seguro que ahora estaria libre.

– Pero encontramos el arma y nos dio un domicilio falso.

– ?Y eso basta para que empiece a matar gente?

– Ha llegado aqui desde Chicago con un arma en su equipaje. Tenia un billete de avion para volar a Londres. -Barron miro a Halliday, luego volvio a mirar al taxi-. ?Por que ha pasado por Los Angeles primero? Para liarse con alguien, para matar a alguien, o quiza para ponerse moreno… ?quien sabe? Pero sea lo que sea que este haciendo ahora, ha de tener un motivo muy fuerte para hacerlo.

– ?Como que?

Barron movio la cabeza.

– Este tipo ha recibido algun tipo de entrenamiento. Tal vez militar; por la manera en que ha matado a los agentes en el ascensor, la manera en que dispara… ya has visto como se ha cargado a la mujer policia. Eso no se aprende en las calles. Ni a tener esos cojones.

– Entonces, ?que va a hacer con la rehen?

– Todo esto lo ha hecho tratando de huir. Si lo acorralamos, la matara como lo ha hecho con los demas.

Mas adelante, el taxi giro hacia Vernon Avenue. Barron lo siguio, al igual que el convoy de vehiculos que iban detras. Air 14, el helicoptero, cruzo por delante de ellos. Su radio empezo a crepitar y oyeron la voz de Red.

– Central. Habla McClatchy. ?Se sabe algo de la identidad de la chica retenida?

– Afirmativo, comandante; nos acaba de llegar -respondio una voz femenina-. De raza negra. Se llama Darlwin Washburn. Edad: quince anos. Vive en Glendale.

– ?Han avisado a sus padres?

– Los intentos han sido infructuosos.

– ?Cual es el estado de la agente herida?

– Pues… ehm… ha muerto, senor. Lo siento.

– ?Los agentes heridos y el oficial del tribunal?

– Lo mismo, senor.

Se hizo una larga pausa y luego se volvio a oir la voz de Red, esta vez mas baja.

– Gracias.

Barron tuvo que contenerse para no pisar el acelerador a fondo. Queria salir a toda velocidad hacia Raymond, acorralarlo entre coches de policia y obligarlo a salir de la carretera para ocuparse de el. Pero no podia hacerlo y lo sabia. Todos los sabian, y Raymond el primero. Fuera lo que fuese lo que planeaba, seguia teniendo a la chica y ellos no podian hacer mas de que lo que estaban haciendo: seguirle y esperar.

– ?Ahi va! -grito Halliday.

Delante de ellos, el taxi 7711 habia aumentado la velocidad y se alejaba. Barron piso el acelerador a fondo. Los coches patrulla vacilaron y luego se precipitaron hacia delante.

Halliday hablaba por radio:

– ?Tres, Adam Treinta y Cuatro! ?Se escapa! Air 14, ?que hay del trafico mas adelante?

En cuestion de segundos, Barron habia acortado la distancia con el taxi a la mitad. De pronto el taxi viro a la izquierda, corto directamente por delante de ellos y acelero por una calle secundaria en la que habia varios edificios de apartamentos.

– ?Cuidado! -grito Barron. La mano de Halliday se aferro al asidero de encima de la puerta y Barron giro bruscamente. Con las ruedas chirriando, el coche patrulla se deslizo por la curva. Barron volvio a girar el volante hacia el otro lado, con el pie en el acelerador, y el coche salio disparado. Al cabo de un segundo piso el freno y el coche se detuvo bruscamente.

A media manzana estaba el taxi parado junto a la acera.

28

Barron cogio la radio.

– Red, soy Barron. El taxi…

– Ya lo veo.

El coche de Red aparco rapidamente junto al de Barron y Halliday. Al instante siguiente, unas cuantas patrullas acordonaron el final de la calle delante de ellos.

Barron miro por el retrovisor y vio las dos unidades de tiradores aparcar detras de el. Abrieron las puertas y cuatro hombres con chalecos antibalas salieron de los coches, cargados con rifles. Al mismo instante, Red y Polchak salieron del coche, revolveres en mano y la mirada fija en el taxi. Se oyo un fuerte clic-clac cuando Valparaiso salio por la puerta de atras cargando una escopeta del calibre 12.

Barron y Halliday salieron tambien de su vehiculo, Berettas en mano. Detras de ellos llegaron mas coches patrulla. Arriba se oia el fuerte latido de las aspas del helicoptero.

– Air 14, ?que ven? -dijo Red por la radio.

– Un 7711 detenido. Lo mismo que ustedes.

Red volvio a entrar en su coche y cogio el micro de la radio.

– ?Raymond! -su voz retrono por los altavoces del coche-. Abra la puerta y deje las armas en el suelo.

Barron y Halliday avanzaron un poco, con las armas levantadas, preparados para disparar. Detras y a un lado, los tiradores se repartieron el espacio para tomar buenas posiciones.

Polchak se arrodillo junto al guardabarros del coche de Red, con su rifle automatico entre las manos:

– Directo al infierno, cabronazo -mascullo.

Nada ocurrio. El taxi seguia inmovil. Las puertas cerradas, las ventanas subidas, el brillo del sol mas fuerte que nunca, agudizando la imposibilidad de ver que sucedia dentro.

Seguia sin pasar nada. Entonces, de pronto, la ventana del conductor empezo a bajar hasta la mitad y aparecio el rostro de la joven rehen.

– ?Mami! ?Mami! ?Mami! -grito con todas sus fuerzas. Luego su cara desaparecio y la ventana volvio a subirse.

– ?Que cojones esta pasando? -Valparaiso se desplazo hasta detras de Red. Los tiradores se abalanzaron, listos para disparar.

De pronto, la puerta del apartamento que daba justo delante del taxi se abrio de un golpe y Mami, una mujer negra y corpulenta con vaqueros y un top de tirantes se echo a correr hacia el taxi.

– ?Mi nina! ?Mi nina! -gritaba Mami, mientras corria.

– Mierda, mierda -exclamo Barron, y se puso a correr en direccion a la mujer.

– ?Dios mio! -se abalanzo Red.

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