movilizados de alguna manera intentando encontrar a Raymond. No solo no habian sido capaces de detenerle, sino que seguian sin tener ni idea de quien era. Por lo poco que sabian, podia tratarse de un fantasma.

Especialistas de los servicios de pasaportes del Departamento de Estado norteamericano escanearon la banda magnetica del pasaporte de Raymond usando el sistema TECS II, que conecta la comunicacion entre terminales de los servicios de vigilancia juridica de todo el pais con una terminal central del Departamento del Tesoro (y, por tanto, el de Justicia) de Estados Unidos. Descubrieron, confirmado por el servicio de Inmigracion, que el documento en si era valido y que habia sido emitido en la oficina de pasaportes de Los Angeles del Edificio Federal de Westwood dos anos antes. Segun los archivos, Raymond Oliver Thorne (nombre de nacimiento: Rakoczi Obuda Thokoly) habia nacido en Budapest, Hungria, en 1969 y se habia nacionalizado estadounidense en 1987. El problema era que el INS no tenia noticia de esa nacionalizacion, aunque en la oficina de pasaportes, a Raymond le habrian pedido que presentara un certificado de nacionalidad emitido por el gobierno estadounidense. Ademas, el domicilio que habia facilitado a la agencia de pasaportes resulto ser una direccion de una empresa de alquiler de cajas postales de Burbank, California, y el domicilio que facilito a la citada empresa no existia.

De modo que lo que tenian era un pasaporte valido con informacion falsa. De todos modos, el documento si contenia una relacion de sus movimientos mas recientes: mostraba que habia llegado a Dallas, Texas, proveniente de Mexico D.F., el sabado, 9 de marzo, y que habia llegado a Mexico D.E desde San Francisco el viernes, 8 de marzo.

Las huellas de Raymond y su identificacion habian venido directamente del departamento de policia de Chicago. Pero todavia quedaba por resolver el tema del doble asesinato en la sastreria de Chicago y de un test e informe de balistica sobre el Sturm Ruger hallado en la bolsa de viaje de Raymond, que se estaba llevando a cabo ahora. En resumen, lo que tenian era un pasaporte valido pero invalido y una posible acusacion de asesinato contra Raymond en Chicago. Para apoyar la investigacion de Chicago se habian mandado encuestas a las policias de Dallas, Mexico D.F. y San Francisco sobre posibles actividades de Raymond Oliver Thorne en sus ciudades y en las fechas que estuvo en ellas. El propio Barron habia iniciado otras dos lineas de investigacion: la primera, a traves del agente especial del FBI Pete Noonan, un companero de racquetball desde hacia muchos anos en el YMCA de Hollywood en el que ambos entrenaban, pidiendo informacion de las bases de datos del FBI sobre fugitivos a nivel nacional que pudieran coincidir con la descripcion de Raymond. La segunda era todavia mas amplia, una peticion de informacion similar a nivel internacional, hecha a traves de la Interpol en Washington. Facilito a ambas agencias la foto y las huellas digitales de Raymond. Se trataba de un trabajo policial profesional y bienintencionado, pero el problema era que ninguno de los dos ayudaban aqui y ahora. Raymond seguia en algun lugar de Los Angeles y nadie era capaz de encontrarlo.

Se oyo el ruido de la cadena de Barron y luego se acerco al lavamanos. A pesar de su desafio, emotivo y muy publico, lanzado a Raymond, y a pesar de su necesidad desesperada e igual de emotiva de dejar la 5-2 y marcharse de Los Angeles, habia otras dos cosas que le carcomian por dentro: su sensacion de que era muy importante sacar a Raymond de la calle antes de que volviera a matar, y luego, el elemento secundario que lo acompanaba: la consciencia de que si era la 5-2 y no otro cuerpo cualquiera de la policia de Los Angeles los que encontraban a Raymond, rapidamente lo llevarian a un aparte y se lo cargarian. De nuevo, el estaria alli y formaria parte del crimen. Y, con todo lo horrible que seria, habia algo que era todavia peor. Una parte de el empezaba a sentir que las acciones de Raymond habian sido tan salvajes y brutales que asegurarse de que no volvia a tener nunca mas la oportunidad de matar le parecia casi justificado, incluso lo correcto. Era una sensacion que lo aterrorizaba porque comprendia lo facil que era volverse como los demas y quedar inmunizado. Era algo en lo que no podia pensar; que no se permitia considerar. Se seco las manos rapidamente y se volvio hacia la puerta, pensando conscientemente en el chaval muerto del parque. Al hacerlo, cayo en la cuenta de algo:

– ?El tiempo, el tiempo, maldita sea! -Se volvio a mirar a Halliday y a Valparaiso-. Los multiples disparos en la cara le hacian casi imposible de identificar con rapidez. Por eso lo ha hecho Raymond, y por eso le ha elegido. Son parecidos en edad y en complexion fisica, y el chico no era pobre. Raymond sabia que llevaria algun tipo de identificacion, dinero y, probablemente, tarjetas de credito. No solo queria su ropa, sino tambien todo lo demas. Intentara hacerse pasar por su victima.

Barron salio volando por la puerta al pasillo iluminado con fluorescentes. Halliday y Valparaiso iban justo detras de el.

– ?Buscamos a un tipo con el pelo lila que trata de salir de la ciudad, y tal vez del pais, lo antes posible! Cuando sepamos quien era el chico, sabremos donde esta Raymond en el momento que muestre su carnet de conducir o intente usar la tarjeta de credito.

38

Beverly Hills, 13:30 h

Raymond bajaba rapidamente por la elegante Brighton Way, frente a una hilera de comercios exclusivos por una acera tan limpia que parecia recien pulida. Paso un Rolls-Royce, y luego una limusina alargada con cristales ahumados. Y entonces lo vio: Alfred Neuss Joyeros. Un Mercedes lustroso estaba aparcado enfrente en doble fila, con el chofer con uniforme negro esperando al lado.

Habia acertado. Neuss estaba haciendo negocios.

Raymond se puso bien la mochila. Entonces, sintiendo la presion solida de la Beretta debajo de su cazadora Levi's, abrio la puerta de bronce pulido y caoba y entro en el establecimiento, totalmente dispuesto a explicar por que un joven en vaqueros y el pelo tenido de lila con una gorra de los L.A. Dodgers entraba en una lugar tan elegante y prohibitivamente caro.

Sintio la mullida moqueta bajo los pies y la puerta se cerro detras de el. Levanto la vista, esperando ver a Neuss atendiendo al cliente del Mercedes. Pero lo que vio en cambio fue a una vendedora con aire de matrona, muy bien vestida y bien peinada. La clienta tambien estaba y era una joven rubia y sensual con un vestido corto y llamativo. Le parecio haberla visto en alguna pelicula, pero no estaba seguro. Pero eso, como la historia que se habia inventado para explicar su presencia, no importaba. Porque al instante en que pregunto por Alfred Neuss, todo su plan se vino abajo.

– El senor Neuss -le explico la vendedora, con mas arrogancia de la que jamas habia encontrado entre los adinerados amigos de la baronesa- esta de viaje.

– ?De viaje? -Raymond se quedo estupefacto. Nunca habia valorado la posibilidad que Neuss no estuviera-. ?Y cuando vuelve?

– No lo se. -Se estiro un poco para mirarlo-. El senor Neuss y su esposa estan en Londres.

?Londres!

Raymond sintio los pies sobre la acera al instante que la puerta del establecimiento de Neuss se cerraba detras de el. Estaba atontado, superado por su propia insensatez. Tenia que haber un solo motivo por el cual Neuss hubiera ido a Londres, y este era que se habia enterado de los asesinatos en Chicago, y tal vez tambien de los otros, y se hubiera marchado no solo por su propia seguridad, sino para encontrarse con Kitner. Si este era el caso, habia muchos motivos para pensar que irian a la caja fuerte y trasladarian su contenido. Y si eso ocurria, todo lo que el y la baronesa habian planeado…

– Raymond.

De pronto oyo una voz conocida pronunciar su nombre y se quedo helado. Justo a su lado habia una pizzeria. Tenia la puerta abierta y habia unos cuantos clientes reunidos delante de un televisor de pantalla grande. Entro y se detuvo junto a la puerta. Estaban mirando un boletin informativo. En pantalla habia una entrevista grabada con John Barron: aparecia en MacArthur Park, de espaldas a los arbustos en los que Raymond habia matado a Josef Speer.

«Me gustaria saber como te sientes, Raymond. ?Estas bien?» Barron miraba directamente a la camara y lo miraba con la misma preocupacion fingida que Raymond habia utilizado contra el en Parker Center, apenas veinticuatro horas antes.

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