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Raymond volvio a consultar la pantalla del ordenador para ver si le llegaba el mensaje de Bertrand. Seguia sin haber nada. ?Que habia ocurrido? ?Por que no habia respuesta?
?Tal vez Bertrand, sencillamente, no dispusiera de mas informacion? ?Habrian tenido problemas para conseguir un avion y un piloto? ?O tal vez el problema habia surgido al intentar obtener un pasaporte, y el retraso al facilitarselo al piloto? ?Habria surgido algun otro problema? Solo Dios lo sabia.
Raymond aparto enojado la vista de la pantalla. ?Cuanto tiempo podia seguir esperando? A estas alturas, afuera en la calle habia cada vez mas actividad: jardineros, personal de mantenimiento, gente que hacia entregas, conductores que aparcaban y luego recorrian la corta distancia hasta Wilshire Boulevard y los comercios y oficinas cercanos.
Volvio a mirar a la pantalla. Todavia nada.
Se dirigio al pasillo, luego a la cocina y luego volvio al estudio, mientras su nivel de ansiedad iba creciendo minuto a minuto. Sabia que cuanto mas tiempo permaneciera en el apartamento, mayores eran las posibilidades de que lo encontraran. Como medida de precaucion habia planeado una manera de escapar en caso de que ocurriera algo antes de que Bertrand le respondiera. La encontro en un juego de llaves del Mercedes azul marino de Alfred Neuss, que habia descubierto cerrado y aparcado en una plaza de la parte trasera del edificio, en el callejon de servicio. Pero era solamente una manera de escapar en caso de emergencia. La realidad era que no tenia ningun otro lugar adonde ir.
Volvio a consultar la pantalla, convencido de que no iba a encontrar nada y de que volveria a maldecir a Bertrand. Pero esta vez se sorprendio de encontrar un mensaje esperandolo. Tambien era codificado y, una vez descodificado, decia:
«West Charter Air, Nassau, Bahamas. El
Lo siguiente que hizo fue apagar el ordenador y dirigirse al armario de Neuss, del cual saco el traje de lino que se habia probado un rato antes. Los pantalones le venian algo cortos y la cintura un poco ancha, pero con un cinturon bien apretado, la chaqueta ocultaria el exceso de tela. De la comoda de Neuss saco una camisa blanca almidonada y una corbata cara a rayas rojas y verdes.
En unos minutos estuvo vestido, se estaba anudando la corbata y calzandose un sombrero de rafia al estilo Panama para ocultar la cabeza afeitada. Una vez listo, cogio la Beretta de 9 mm de Barron de la cama y se la puso dentro del cinturon. Finalmente se miro en el espejo de cuerpo entero de Alfred Neuss. Tenia un aspecto mas que presentable y sonrio satisfecho.
– Bueno -dijo, en espanol, y por primera vez en tanto tiempo como era capaz de recordar, se relajo. Al salir de un pais en un avion privado no habia que pasar el tramite de la inspeccion de pasaportes u otra documentacion de identidad. Esos documentos los necesitaria al aterrizar, y estaba seguro de que los encontraria a bordo tal como Bertrand le habia prometido. Lo unico que tenia que hacer era llegar al aeropuerto de Santa Monica, y ya tenia el medio de transporte: el Mercedes de Alfred Neuss.
– Bueno -volvio a exclamar. Finalmente, las cosas empezaban a salirle bien.
Una ultima mirada al espejo, un ajuste del sombrero y la corbata y se dirigio a la puerta. De pronto se detuvo, al decidir que, por prudencia, era mejor echar un ultimo vistazo por la ventana. Pero, al hacerlo, se quedo petrificado. Fuera habia un coche estacionado en doble fila del que John Barron salia en aquel preciso instante. Lo acompanaban dos de los detectives del LAPD que estaban en el aeropuerto y en el garaje en el que mataron a Donlan. Con ellos, y guiandolos hasta el edificio, iba la arrogante encargada de la joyeria de Alfred Neuss.
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Los cuatro desaparecieron de su vista, debajo del edificio. Obviamente, la encargada debia de tener la llave del apartamento o no los estaria acompanando. Eso significaba que era solo cuestion de minutos, incluso de segundos, que llegaran a la puerta de entrada. No tenia tiempo para tratar de disimular que habia estado alli. De prisa, Raymond entro en el bano y miro por la ventanita al callejon de atras, preguntandose si tenian alguna patrulla de policia apostada en la parte posterior del edificio. Al parecer no era asi.
En un instante cruzo la cocina, salio por al puerta trasera y bajo las escaleras. Al llegar abajo se saco la Beretta del cinturon y abrio la puerta. Un camion grande de basura bloqueaba parcialmente el callejon mientras dos operarios recogian los cubos de los edificios. Por el otro lado habia pista libre hasta la calle. Con la Beretta sujeta a un costado, Raymond abrio la puerta y se dirigio directamente al lugar donde estaba el coche. Tranquilamente apreto el boton del mando de las llaves que desconectaba la alarma y abria las puertas y se metio en el coche. En un momento el motor del Mercedes se puso en marcha y Raymond dio marcha atras para meterse en el callejon. El camion de la basura estaba ahora mas cerca, pero todavia le quedaba espacio para hacer la maniobra.
Hizo marcha atras hasta donde pudo, luego puso el cambio de marchas en Drive y piso el acelerador. El coche salio hacia delante… pero inmediatamente piso el freno. Un segundo camion de la basura acababa de meterse desde el otro lado del callejon, dejandolo atrapado entre los dos.
Greta Adler era la mujer que quedaba al mando de la joyeria Alfred Neuss cuando no estaban ni Neuss ni su esposa, y fue ella quien abrio la puerta del apartamento.
– Gracias -dijo Barron-. Ahora, por favor, espere aqui. -Miro a Lee y Polchak y luego saco el Cok Double Eagle de la funda de su cintura y entro en el piso. Lee y Polchak iban justo detras de el.
Recibidor. Un pequeno despacho con ordenador. Sala de estar. Dormitorio. Cocina. Puertas abiertas, armarios revisados. Alli no habia nadie.
– Inspeccionemoslo con mas detalle. -Lee entro en la cocina, Polchak en la habitacion.
Barron se guardo el arma y volvio a la puerta principal.
– Entre, senora Adler -le dijo.