– Senorita Adler -le corrigio ella mientras lo obedecia.
Greta Adler reconocio la foto de Raymond al instante en que Barron se la mostro, en la joyeria. Habia estado alli el dia antes por la tarde, les dijo.
– Dijo que buscaba al senor Neuss y parecio sorprendido, hasta asombrado, cuando le informamos de que no estaba aqui sino en Londres.
– ?Conoce el senor Neuss a Raymond Thorne? -pregunto Barron.
– No lo creo.
– ?Habia visto usted alguna vez a Raymond Thorne?
– No.
– ?Ni habia oido tampoco mencionar su nombre al senor o a la senora Neuss?
– No.
– ?Les dijo el motivo por el que queria ver al senor Neuss?
– No le di la oportunidad -la mirada de Greta se endurecio-. Por la manera en que iba vestido, lo que queria era que saliera de la joyeria lo antes posible, de modo que, sencillamente, le dije que los senores Neuss estaban en Londres. Lo cual es cierto.
– La foto de Raymond ha estado saliendo por television y tambien ha aparecido en la portada de
– No veo television. -Greta levanto la nariz-. Y tampoco leo el
Con la ansiedad reflejada en el rostro y la Beretta en la mano, Raymond mantenia la mirada clavada en la entrada trasera del edificio de apartamentos, convencido de que Barron y sus companeros aparecerian por ella como un tifon en cualquier momento. Pero no tenia nada que hacer. Los camiones de la basura seguian bloqueando el Mercedes entre ellos mientras sus conductores se enzarzaban cara a cara en una discusion en espanol por una deuda de dinero.
Lee salio de pronto de la cocina mirando a Greta Adler.
– ?Cuando se marcharon los Neuss a Londres?
– El martes por la tarde.
– ?Tienen hijos, o hay alguien mas que pueda haber estado en el apartamento?
– No, los Neuss no tienen hijos, y no hay nadie que pueda haber estado aqui. No son ese tipo de gente.
– ?Viajan muy a menudo? ?Puede ser que dispongan de una persona que les cuide el apartamento cuando no estan?
– No, viajan mas bien poco. De hecho, casi nunca. No tienen por que tener a alguien que cuide del piso en su ausencia. Y si lo tuvieran, me habrian informado.
Lee miro a Barron:
– Alguien ha estado aqui, y de eso no hace mucho. En la encimera de la cocina hay gotas de agua, y en el fregadero hay un vaso todavia mojado.
Polchak salio de la habitacion en aquel instante.
– Ha sido Raymond.
– ?Como? -Barron y Lee levantaron la vista al mismo tiempo.
– Hay unos vaqueros en el suelo del armario como los que llevaba en el aeropuerto cuando disparo a Red. Y tambien una gorra y una cazadora de Disneylandia.
Lee miro a Polchak:
– ?Y que te hace pensar que son de Raymond y no de Neuss?
– El senor Neuss se dejaria torturar antes de ponerse unos vaqueros -intervino Greta Adler-. Y lo mismo se puede decir de la ropa de Disney.
– Eso no quiere decir que sean de Raymond.
– No lo eran -dijo Polchak-. Apuesto la paga de un ano a que originariamente pertenecian a Josef Speer. En la etiqueta pequena pone que los vaqueros estan comprados en unos grandes almacenes de Alemania.
Raymond abrio la puerta del Mercedes de un manotazo, se metio la Beretta en el cinturon, debajo de la chaqueta, y se acerco a los hombres enfrentados.
– Soy medico -dijo en un espanol apresurado-. Es una emergencia. Por favor, aparte el camion.
No le hicieron ni caso y siguieron discutiendo.
– ?Es una emergencia, por favor! -dijo, con mas severidad.
Finalmente, el conductor del camion que bloqueaba la salida a la calle lo miro:
– Si -dijo, a reganadientes-. Si.
Y con una mirada muy dura hacia el tipo con el que habia estado discutiendo, se metio en su camion y dio marcha atras. Raymond anduvo doce pasos y entro de nuevo en el Mercedes, puso la marcha y lo hizo avanzar impaciente, esperando a que el callejon quedara libre.
Barron y Polchak bajaron rapidamente las escaleras de atras. Lee iba detras de ellos y llamo por radio a la policia de Beverly Hills para que les mandaran refuerzos. Los dos hombres se detuvieron al pie de las escaleras y sacaron sus revolveres. Barron miro a Polchak, este asintio con la cabeza y salieron en estampida por la puerta.
De inmediato se detuvieron. El callejon estaba vacio excepto por los dos camiones municipales de recogida de basuras, con sus dos choferes que seguian en el medio enzarzados de nuevo en la misma discusion.
61
GATILLO RAY VUELVE A ESCAPARSE, anunciaban al mundo las agencias de noticias de Internet. El Mercedes de Alfred Neuss habia sido hallado y, de nuevo, Beverly Hills estaba sumido en un estado de casi toque de queda mientras la policia uniformada y de paisano, acompanada de perros y helicopteros, barrian una zona de mas de siete kilometros cuadrados.
La prensa estaba encantada. Los residentes, la comunidad empresarial y los politicos ya estaban hartos. Para todos, el resultado era el mismo: la policia de Beverly Hills acababa de sumarse a la policia de Los Angeles y a la brigada 5-2 como primeros aspirantes al titulo de «payasos de la decada».
Mientras permanecia en el recibidor del piso de Alfred Neuss vigilando como la policia cientifica de Beverly Hills registraba el hogar del joyero de arriba abajo, a Barron no le importaba lo que dijera la prensa ni lo que pensaran los politicos. Los policias no eran ningunos payasos. El problema era que Raymond era un tipo increiblemente atrevido, y astuto hasta un extremo maniaco. Habia ido al apartamento de Neuss porque sabia que estaba vacio. Era el unico lugar con el que podia contar para descansar y refugiarse y confio en que alli no le encontrarian. Y si habia ido a Los Angeles para encontrarse con Neuss, posiblemente tambien para asesinarle, de lo cual estaban casi seguros, ?que mejor lugar para esconderse que el hogar de la propia victima? Entonces le habian sorprendido y huyo, vestido con la ropa de Neuss, conduciendo su vehiculo y dejando los principales interrogantes en el aire.
?Quien era Raymond Oliver Thorne? ?Y que estaba haciendo?