y la corbata y tenia la camisa medio abierta. Sudaba y respiraba con fuerza, como si hubiera perseguido a Barron corriendo desde la casa.
Polchak se detuvo y se balanceo sobre los talones.
– ?Te he dicho que adonde vas!
Barron lo miro. Esa manana, en la sala de la brigada, le resulto evidente que habia bebido pero no estaba borracho. Ahora si lo estaba.
– A casa -dijo Barron, con calma.
– No. Vamos a tomar una copa. Solo nosotros. Solo los de la brigada.
– Len, estoy cansado. Necesito dormir.
– ?Cansado? -Polchak dio un paso hacia el, clavandole los ojos-. ?Y que cojones has hecho para estar tan cansado, aparte de volver a dejarlo escapar? -Polchak se le acerco todavia mas y Barron pudo ver su Beretta embutida en el cinturon como si fuera una potente ocurrencia de ultima hora-. Y ya sabes de quien te hablo… de Raymond.
– No se me escapo solo a mi, Len. Tu estabas alli a mi lado.
Barron vio como a Polchak le temblaban las aletas de la nariz en su rostro cuadrado instantes antes de abalanzarse sobre el. Lo agarro de la americana, lo empujo con fuerza y lo tiro de cabeza contra el Mustang.
– ?Lo han matado por tu culpa, pedazo de mierda! -gritaba Polchak, enfurecido.
Barron se tambaleo y se dio la vuelta con la mano levantada:
– No pienso pelearme contigo, Len.
El puno del detective se le estrello entonces por sorpresa en algun lugar entre la nariz y la boca y lo mando dando tumbos hacia la calle.
Polchak se le abalanzo de nuevo, esta vez usando los pies, pateandole en la cabeza, en las costillas, por todas partes que podia.
– ?Esto es por Red, hijo de la gran puta!
– ?Len, basta ya, maldita sea! -grito Barron mientras se arrastraba por el suelo y Polchak lo seguia como enloquecido, pateandolo una y otra vez.
– ?Que te den por culo, gilipollas! -Polchak estaba ido, presa de la furia-. ?Aqui tienes mas, capullo de mierda!
De pronto aparecio alguien por la espalda de Polchak y que trataba de tirar de el hacia atras.
– ?Basta, Len! ?Por Dios! ?Dejalo ya!
Polchak se volvio, sin ni siquiera mirar, y le lanzo un gancho de reves sin contemplaciones.
– ?Aaah! ?Mierda! ?Cono! -Dan Ford se tambaleo hacia atras, las gafas en el suelo, sujetandose la nariz con las dos manos mientras la sangre le resbalaba entre los dedos.
– ?Aparta de aqui, cretino! -le grito Polchak.
– ?Len! -Ahora aparecio Lee, resoplando por haber llegado corriendo, con la mirada volando rapidamente de Polchak a Barron, de Barron a Ford-. ?Por Dios, basta ya!
– ?Vete a tomar por culo! -le grito Polchak, con los punos levantados y el pecho agitado.
Luego aparecio Valparaiso en medio de la oscuridad, detras de Lee.
– ?Te diviertes, Len?
Polchak, de pronto, se quito el cinturon y se lo envolvio en el puno:
– ?Te voy a ensenar como me divierto!
Entonces aparecio Halliday:
– Basta ya, Len, apartate. -Halliday lo apuntaba directamente con su Beretta.
Polchak miro el revolver y luego miro a Halliday:
– No me vengas con esto.
– Tu esposa te esta esperando, Len. Vuelve a la casa.
Polchak dio un paso hacia el, mirandolo a los ojos:
– Venga, usalo.
– Len, por el amor de Dios. -Lee lo miraba fijamente-. Calmate.
Valparaiso sonrio, como si, de alguna manera, aquella situacion le divirtiera.
– Vamos, Jimmy, disparale. Mas feo no puede quedar.
Barron se levanto y se dirigio hacia Dan Ford. Llevaba una americana nueva, puesto que la vieja la habia sacrificado para cubrir el cuerpo de Red en el aeropuerto. Encontro sus gafas y se las dio.
– Alejate de aqui -le dijo, mientras sacaba un panuelo del bolsillo y se lo ofrecia.
Ford cogio el panuelo y se lo llevo a la nariz, pero, mientras, tenia toda su atencion centrada en Polchak y Halliday.
– ?He dicho que te vayas! ?Ahora! -le dijo otra vez Barron, ahora con tono brutal.
Ford le miro y luego se volvio bruscamente y se alejo por la oscuridad, hacia la casa y el grupo de periodistas.
Fue un intercambio del que Polchak no se dio cuenta. Durante todo aquel rato estuvo mirando a Halliday. Ahora se le acercaba un poco mas mientras se abria la camisa, empujandola hacia atras.
– Si tienes cojones, Jimmy, disparame. -Polchak se tocaba el centro del pecho-. Aqui, en el corazon.
De pronto Halliday enfundo la Beretta:
– Ha sido un dia muy largo, Len. Es hora de marcharse a casa.
Polchak levanto la cabeza:
– ?Eh! ?Cual es el problema? ?Que importancia tiene un muerto mas, entre amigos?
De pronto miro a los otros, de pie bajo el semicirculo de luz que dibujaba la farola:
– ?Nadie quiere hacerlo? Pues entonces lo hare yo mismo.
Polchak quiso sacarse la Beretta del cinturon, pero no estaba. Atonito, se dio la vuelta, buscandola.
– ?Buscas tu revolver, Len?
Polchak se volvio.
Barron tenia la Beretta de Polchak en una mano, sin apretar. Le salia sangre de la nariz, pero no le presto atencion:
– Es tuyo. Si lo quieres, cogelo.
De un solo gesto, Barron deslizo la pistola por el suelo hasta que se detuvo entre el y Polchak.
– Vamos.
Polchak miro a Barron, con los ojos brillantes como los de una fiera salvaje:
– ?Piensas que no lo hare?
– Yo no pienso nada.
– Soy el unico aqui que tiene lo que hay que tener -dijo Polchak, mirando a los otros-. Puedo matar a quien me de la gana. Hasta a mi mismo. Mirad.
De pronto Polchak se inclino y quiso coger el arma. En el mismo instante, Barron se le acerco y le dio una patada. Toda la inercia de la misma impacto en la mandibula de Polchak e hizo que su cuerpo se levantara. Por unos momentos se quedo colgando en el aire, luchando contra la gravedad; luego se le doblaron las piernas y cayo desparramado al suelo.
Barron se acerco lentamente y recogio el revolver de Polchak. Lo miro unos segundos y luego se lo dio a Halliday. Todo el estaba agotado, retorcido, acabado.
Polchak yacia en el suelo ante ellos, con los ojos abiertos y la respiracion entrecortada.
– ?Esta bien? -pregunto Barron a quien quisiera responderle.
– Si -asintio Lee.
– Me marcho a casa.
64