Ademas, dos vehiculos patrulla del LAPD con dos agentes uniformados en cada uno estaban estacionados de manera disimulada detras de dos camiones que usaban la zona como estacionamiento temporal. Cuatro mas aguardaban en puntos estrategicos fuera de la estacion, por si se daba el caso improbable de que el fugitivo lograra burlarlos a todos.
Un silbido de tren lo hizo girarse y vio un tren Metrolink de cercanias llegar por una via, dos andenes mas abajo. El tren fue reduciendo velocidad hasta detenerse, y durante los minutos siguientes hubo un vivo movimiento de pasajeros. Luego desaparecieron con la misma rapidez, dirigiendose a sus puestos de trabajo por toda la ciudad, y el anden volvio a quedarse tranquilo.
Lo mismo ocurriria con la llegada del
McClatchy miro a Lee y Polchak; luego sus ojos se fijaron en el reloj del anden.
– Veamos lo que tienes, Frank -se rio Bill Woods entre dientes, anticipando la mano de Miller mientras empujaba unas cuantas fichas rojas hacia el centro de la mesa.
Un poco antes, Raymond habia abandonado la partida. Y tambien lo habia hecho Vivian Woods, que ahora se dedicaba a mirarlo como antes. El hecho de que su esposo estuviera literalmente a su lado no parecia importarle. El viaje estaba a punto de finalizar y ella se estaba echando a los brazos de Raymond con una especie de esperanza desesperada de que el hiciera algo al respecto al llegar a Los Angeles. El la animaba, sosteniendole la mirada justo el tiempo necesario para que se diese cuenta, y luego desviaba los ojos hacia el fondo del pasillo.
El hombre hirsuto de la parca seguia en su asiento junto a la puerta, con la cabeza girada hacia la ventana. Raymond tenia ganas de girarse a mirar hacia atras pero no habia motivo. El tipo del traje oscuro seguiria sentado cerca del bano, al fondo del vagon, y el mas joven, a medio camino, en el mismo sitio en el que estaba desde que habia subido en Barstow.
De inmediato sintio que el
El tiempo, si hasta ahora habia sido crucial, ahora lo era todo. Bill Woods bajaria la escalerilla detras de ellos, furibundo, preguntandose que demonios estaba pasando. La policia aprovecharia aquel momento para hacer su avance, y cuando lo hiciera Raymond abriria fuego con su Ruger, mataria a todos los que pudiera y, en ese proceso, provocaria el maximo caos posible. Decimas de segundo mas tarde se agacharia bajo el tren, cruzaria las vias hacia el otro anden y bajaria a la estacion.
Una vez alli, se perderia entre las manadas de gente de su interior, se colaria por la salida mas concurrida y saldria con todos los demas. Entonces se evaporaria como el humo del terrible pandemonio que acababa de crear y desapareceria por entre el enorme entramado de calles de la ciudad que tenia delante. Mientras estuviera en hora y mantuviera la cabeza fria, su plan funcionaria. Lo sabia.
10
John Barron vio la puerta de delante del vagon y al revisor que entraba. Deteniendose, miro a los pasajeros y durante un instante brevisimo detuvo la mirada en Valparaiso, en el asiento que tenia enfrente. Luego dio media vuelta y salio por la misma puerta por la que habia entrado.
Barron miro a la joven de su lado. Seguia absorta en lo que sonaba por sus altavoces y casi no se daba cuenta de que el estaba alli. Miro hacia atras y vio a Halliday al fondo del vagon; luego se volvio y vio a Valparaiso en el asiento de delante. Respiro y se recosto, tratando de relajarse, con una mano apoyada en el regazo y la otra justo debajo de la cazadora, apoyada en el mando de la Beretta automatica que llevaba en la pretina.
– Jo, otra vez, Ray, lo siento. -Frank Miller se levanto de nuevo y se apretujo para pasar frente a Raymond hacia el pasillo. Era la segunda vez que se levantaba en los ultimos veinte minutos para ir al bano, al fondo del vagon. La ultima vez se disculpo abiertamente, reconociendo que tenia un problema de vejiga. Y entonces Bill Woods le dijo que a el lo habian operado un par de veces de tumores en la vejiga y le recomendo que fuera al urologo lo antes posible, pero Miller lo desautorizo diciendo que el estaba bien, que era el viaje tan largo en tren lo que le provocaba irritacion. Esto ultimo le hizo pensar a Raymond que tal vez estaba en lo cierto al sospechar que el peluquin de Miller era una indicacion de que estaba enfermo. Tal vez no hubiera estado en Chicago por negocios, sino para recibir tratamiento, y la referencia a los tumores de Bill Woods no hubiera hecho mas que empeorar las cosas.
De nuevo penso en la importancia del reloj en la estacion, lo cronometrado que tendria que salir todo una vez alli. Eso le hizo temer, como le habia ocurrido antes, que fuera cual fuese el problema de Miller, este le causara algun tipo de inconveniente a la salida del tren.
El