De pie en medio de la cocina, mientras escuchaba el tamborileo del agua contra la ventana, Nicholas sintio una calidez y un bienestar que ya no recordaba haber sentido. El abrumador trauma de Raymond y de fueran cuales fuesen sus objetivos se habia ido disipando hasta convertirse en un recuerdo lejano, y ahora, con el jefe Harwood alejado de su puesto, empezaba una nueva era en el LAPD. Por suerte, parecia que aquella parte de su vida habia finalmente acabado.
Marten giro la pagina y estaba a punto de cerrar el periodico cuando otra noticia breve le llamo la atencion. Era una noticia de la agencia Reuters y procedia de Paris. El cadaver desnudo de un hombre de mediana edad habia sido encontrado en un parque publico. La victima habia recibido varios disparos en la cara de muy cerca, lo cual destruyo sus facciones y dificultaba mucho las tareas de identificacion.
Nicholas se quedo sin aliento y se le erizo el pelo de la nuca. Era el mismo caso de Los Angeles y de MacArthur Park y del cuerpo del estudiante aleman, Josef Speer, y de las victimas de Chicago, San Francisco y Mexico D.F., otra vez. Al instante, una sola palabra le cruzo la mente: Raymond.
Pero era imposible.
Agitado, Marten aparto el
Raymond.
No. No era posible. No despues de todo aquel tiempo.
Lo primero que se le ocurrio fue llamar a Dan Ford en Paris, comprobar y ver lo que sabia y obtener todos los detalles, pero luego decidio no hacerlo, decidio que era una locura. El mismo se lo estaba volviendo a hacer y el mismo tenia que pararlo. Era un simple asesinato y nada mas, y Ford le diria lo mismo.
A las siete y media paro, recogio su gabardina y su paraguas y salio de casa. Anduvo a paso ligero durante diez minutos, hasta el Oyster Bar de Shambles Square, y pidio una pinta de cerveza y un plato de
Las luces de los coches que pasaban por la calle creaban dibujos irregulares que se movian por el techo, encima de su cama, mientras la incesante lluvia en la claraboya completaba las imagenes con una especie de banda sonora reconfortante. Unido a su cansancio, le provocaba el efecto de una droga blanda, y se fue relajando y dejando que su mente volara hacia lady Clem, como si estuviera alli a su lado en vez de en Amsterdam, adonde habia ido para asistir a un seminario que duraba una semana.
Fugazmente penso en Rebecca, feliz y a salvo en el hogar de los Rothfels de Suiza.
El sueno empezo a apoderarse de el, y sus pensamientos lo llevaron hasta Jimmy Halliday y en como debia de encontrarse en la Division de Trafico del Valle. Halliday, que en los ultimos segundos en el almacen ferroviario habia protegido tan heroicamente la vida de Rebecca y la suya enfrentandose a la metralleta asesina de Polchak, al que paro de la unica manera que sabia: matandolo. Intento visualizar la cara de Halliday, recordar su aspecto y preguntarse si habria cambiado, pero la imagen se le desdibujaba, sustituida por la sonrisa calida de Dan Ford, tranquilamente acurrucado con Nadine en su pequeno apartamento de Paris mientras los dos esperaban orgullosos el nacimiento de su primer hijo.
Paris.
Volvio a ver el breve articulo del
Raymond.
Pero era absurdo. Ahora no habia sentido el pulso acelerado, ni el susurro de su voz interior, ni la sensacion de fatalidad. Raymond estaba muerto.
Cuando regresaba de cenar, bajo la lluvia, habia vuelto a pensar que tal vez debia llamar a Ford a Paris y comentarle el asunto. Pero, otra vez, habia decidido no hacerlo. Era su propio desasosiego y lo sabia. Lo que habia ocurrido no era mas que pura coincidencia, y la idea de que pudiera ser cualquier otra cosa resultaba ridicula.
– ?Nooo!
Su propio grito lo sobresalto y lo saco de un sueno profundo. Estaba empapado en sudor y mirando fijamente a la oscuridad. Habia visto a Raymond en suenos. Alla mismo, en su habitacion, observandolo mientras dormia.
Con un gesto instintivo, toco la mesilla de noche en busca de su revolver. Lo unico que noto fue la suavidad de la madera lacada. Su mano volvio a moverse. Nada. Se incorporo. Sabia que habia dejado el Cok alli. ?Donde estaba?
– Ahora tengo tus dos armas.
La voz de Raymond lo sacudio de arriba abajo, y levanto la vista esperando ver al asesino parado a los pies de su cama, mirandolo a oscuras con el Double Eagle Cok de John Barron en la mano y vestido con aquel traje mal ajustado que pertenecia al joyero de Beverly Hills Alfred Neuss.
De pronto, una fuerte cortina de agua cayo sobre la ventana y fue consciente de donde se encontraba. Raymond no estaba. Ni tampoco lady Clem. Ni nadie mas excepto el. Habia sido una pesadilla, una repeticion de lo sucedido en Los Angeles, cuando sono que Raymond estaba en su habitacion y se desperto y se dio cuenta de que el sueno era real y Raymond estaba ahi mismo, a los pies de su cama.
Se levanto lentamente y anduvo hacia la ventana para mirar al exterior. Estaba todavia oscuro, pero por la luz de las farolas mas abajo pudo ver que la lluvia, atizada por el vendaval, estaba empezando a entremezclarse con aguanieve y que el agua oscura y helada del rio Irwell tenia un tono negro, en contraste con el gris que la rodeaba. Respiro hondo y se paso una mano por el pelo; luego miro el reloj.
Acababan justo de dar las seis. Ya estaba levantado, por tanto, decidio darse una ducha y ponerse a estudiar. Tenia un trabajo trimestral en el que pensar, no el acecho de su propio pasado. Por vez primera, se daba cuenta de lo verdadero y sencillo que era aquello.
Se quito rapidamente el calzoncillo con el que habia dormido y se dirigio al bano, a tomar una ducha bien caliente, con el entusiasmo por el trabajo trimestral y su vida en Manchester renovado. Entonces sono el telefono y se quedo petrificado.
Volvio a sonar. ?Quien debia de ser? Nadie llamaba a aquellas horas a menos que fuera alguien que se equivocaba o una emergencia. Volvio a sonar y cruzo la estancia, desnudo, y respondio.
– Soy Nicholas.
La persona al otro lado vacilo; luego oyo la voz amiga:
– Soy Dan. Ya se que es muy pronto.
Marten sintio un escalofrio que le recorria la espina dorsal:
– El hombre asesinado en el parque.
– ?Como lo has sabido?
– He visto una noticia en el periodico.
– La policia francesa ya tiene su identidad.
– ?Quien es?
– Alfred Neuss.
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