destinado especialmente a Jura. Coincidieron en una tercera ocasion, cuando Clem visito a Rebecca en Neuchatel varios meses despues. Para entonces, el y Rebecca ya estaban claramente comprometidos, y Rebecca llevo a Clem a un aparte para confiarle la relacion y para hacerle notar la importancia de que le guardara el secreto, incluso ante su hermano, quien estaba empenado en protegerla y consideraria su madurez emocional, como mucho, delicada. Despues de todo lo que habian pasado juntos, era probable que reaccionara de manera demasiado visceral, si no directamente irracional, cuando se enterara de la profundidad de la relacion con un hombre tan cosmopolita como Alexander Cabrera: un hombre al que, estaba convencida, acusaria de estar usandola como un juguete, lo cual no tenia nada que ver con la realidad. Ademas, eso era lo que Alexander queria, al menos de momento.
– No solo eso -le dijo Rebecca a Clem con una sonrisita aninada-. Si Nicholas y tu podeis mantener una relacion clandestina, no veo el motivo por el cual no pueda yo hacer lo mismo con Alexander. Sencillamente, lo podemos convertir en un juego -dijo, sonriendo de nuevo-. No se lo digas a Nicholas, ?vale?
Clem se rio:
– Vale -asintio, con cara de picara. Entonces, enlazando dos dedos a modo de ritual, prometio no decirle nada a Nicholas hasta que Rebecca le diera permiso para hacerlo. El resultado fue que, meses despues, Nicholas Marten seguia sin tener ni idea de la conspiracion contra el ni del amor de la vida de su hermana.
24
Dan Ford marco un numero, luego le paso a Halliday el movil y cogio una copa de Burdeos mientras aguardaba a que Halliday cambiara las reservas de su vuelo para poder alargar unos dias su estancia en Paris.
Habian venido hasta aqui en taxi desde el Pare Monceau, hacia unos veinte minutos. Halliday quiso beber algo y Ford queria alejarlo del parque, y L'Ecluse, en un extremo tranquilo de la Place Madeleine, en medio del centro de la ciudad, quedaba lo bastante alejado del parque y de cualquier, itinerario que Marten eligiera para apartarse de el.
Ford habia acompanado a Halliday paseando hasta la boca del metro y cruzando el Boulevard de Courcelles bien a la vista, y luego espero a que pasara un taxi. Sabia que Marten estaba alli, al otro lado de la calle, en el Citroen, y esperaba que viera lo que habia ocurrido y, sencillamente, cogiera el coche y se marchara al apartamento de Ford, en la Rive Gauche. Si Marten lo habia hecho o no, o si los habia visto, no tenia manera de saberlo. Podria muy bien seguir alli esperando, en el coche.
– Lo siento, me hacen esperar -dijo Halliday senalando el telefono, mientras tomaba un trago del conac que acababan de servirle.
– Tranquilo, esta bien -respondio Ford. Halliday tenia aspecto de haber envejecido una decada en los diez meses escasos que pasaron desde la ultima vez que se vieron. Estaba delgado, la cara demacrada y con arrugas, y sus ojos azules, antes tan penetrantes, parecian ahora vacios y exhaustos. Sus pantalones grises y arrugados y su chaqueta de sport azul clara parecian tan gastados como el mismo.
Claramente cansado y con signos de
Lo interesante era que Halliday habia dejado de ser miembro del LAPD y se habia convertido en investigador privado, contratado por la compania de seguros de Neuss para investigar la desaparicion del cuarto de millon de dolares en diamantes. Normalmente, la policia tenia poca relacion con los investigadores privados, pero Halliday habia formado parte del equipo de detectives del LAPD involucrados anteriormente en el caso Neuss, con lo cual Lenard no tuvo inconveniente en recibirle, lo mismo que a Dan Ford.
El plan inicial de Halliday habia sido pasar dos o tres dias en Paris, estudiando las pruebas que tuviera la policia francesa y luego, una vez establecido el contacto personal con Lenard y sabiendo que lo mantendria informado, volver a casa. Pero las cosas cambiaron inesperadamente de rumbo poco despues de que Ford se reuniera con ellos en el parque, cuando Lenard recibio una llamada en la que le informaron que Fabien Curtay, uno de los comerciantes de diamantes mas ricos del mundo, habia sido asesinado unas horas antes en su lujoso apartamento de Montecarlo por un encapuchado que acribillo al propio Curtay y a su guardaespaldas.
Lenard no tuvo necesidad de informar ni a Ford ni a Halliday del significado de aquel crimen. Fabien Curtay era la persona a quien Neuss acababa de visitar en Monaco, y a quien le habia comprado los diamantes que ahora estaban en paradero y manos desconocidos.
Lenard se marcho de inmediato a Montecarlo, y en este momento Halliday le pidio a Ford si conocia algun lugar en el que pudieran tomar una copa y el pudiera llamar para cambiar su reserva. El motivo real, por supuesto, era que queria hablar, de modo que a Ford no le quedo practicamente mas alternativa que seguirlo.
De camino, Halliday hablo muy poco, salvo alguna alusion breve a Neuss y al asesinato de Curtay y un poco de conversacion banal, comentando como se alegraba de ver a Ford y la envidia que le tenia de que su carrera lo hubiera llevado a un lugar como Paris. Ni una sola vez hizo alusion a John Barron, a su paradero, o a lo que habria sido de el. A Raymond lo menciono solo por casualidad y en pasado, sin dar muestra alguna de compartir la misma informacion que tenia Ford.
Eso hizo que Ford se preguntara por el verdadero motivo que habia llevado a Halliday a Paris, mas alla de que estaba trabajando como investigador privado en una mision especial para una compania de seguros. A menos que se tratara de una operacion cuidadosamente orquestada para reanudar su relacion pasada con Dan Ford y, a traves de el, encontrar a John Barron. Fuera cual fuese su aspecto actual, habia sido un detective de primera linea cuyas tecnicas de control y manipulacion habian sido afiladas al maximo bajo la direccion de Red McClatchy en la brigada 5-2. Era algo que Ford debia tener presente para asegurarse de que no se le escapaba nada.
– Gracias -dijo Halliday, antes de cortar la linea y devolverle el movil a Ford-. Todo arreglado.
Halliday cogio su copa y se reclino:
– Me he divorciado, Dan. Mi esposa se ha quedado con los ninos. Han pasado, ?que…? -se detuvo a pensar-, casi siete meses, ya.
– Lo siento.
Halliday miro su copa y revolvio lentamente el licor que contenia, luego se lo acabo de un sorbo y le hizo un gesto al camarero para que le sirviera otro.
– La brigada fue disuelta.
– Lo se.
– Cien anos de historia y ahora los unicos que quedamos somos Barron y yo. Solo John y yo. Los ultimos de la cinco-dos.
Ahi estaba, la manera de Halliday de sacar el tema de Barron. Ford no estaba seguro de como proseguiria, pero no tuvo que esperar demasiado porque Halliday fue lo bastante explicito:
– ?Donde esta?
– ?Barron?
– Si.
– No lo se.
– Venga, Dan.
– No lo se, Jimmy.
La copa de Halliday llego y el se tomo la mitad de un trago; luego la ppso sobre la mesa y miro a Ford.
– Se que lo paso mal por culpa de algunos tios del LAPD. Quise hablar con el del tema, pero no pude conseguir ni un telefono, ni una direccion suya. Intente localizarle a traves de su hermana en Saint Francis, pero resulta que ya no esta. Y no han querido decirme que le ha ocurrido ni adonde ha ido. -Halliday apreto la mano alrededor de su copa-. Y tambien estuve intentando localizarte a ti. No recuerdo cuando, pero ya te habian