– Senor Ford -dijo Kovalenko, bloqueando la salida-. Usted conocia al detective Halliday cuando trabajaba en Los Angeles, ?correcto?
– Si.
– Creo que era miembro de la legendaria brigada cinco-dos, ?no?
– Si, asi es. -Dan Ford se mantenia tranquilo y conciso.
– La fama de la cinco-dos es muy conocida por los policias de todo el mundo. Rusia no es una excepcion. Su ultimo comandante, Arnold McClatchy, figura en una foto en mi despacho. Era un heroe, ?eh? Como Gary Cooper en
– Sabe usted muchas cosas de America -dijo Ford.
– No, solo un poco -respondio Kovalenko, con una leve sonrisa, antes de mirar a Marten-. ?Conocia usted tambien al detective Halliday, senor Marten?
Marten vacilo. Ya sabia que quedarse en Paris e implicarse en la investigacion del asesinato de Neuss, luego querer reunirse con Halliday y, finalmente, acudir a la escena del crimen donde estaba la policia francesa era arriesgarse cada vez mas, como Ford no dejaba de repetirle. Y su actitud arriesgada le habia llevado a interrogar a Lenard de aquella manera, y por mala suerte, el detective ruso habia reaccionado. Barbudo y rechoncho, con sus grandes ojos pardos, Kovalenko parecia tranquilo y profesional, pero era una mascara. En realidad era agudo y extremadamente intuitivo. Ademas, venia con los deberes hechos. Sabia lo de la 5-2 y conocia a Red. Si era cierto o no que tenia su foto colgada resultaba secundario. Lo que Kovalenko hacia era buscar un factor de reconocimiento, algun indicio de que Marten o Dan Ford sabian mas de lo que ocurria o de lo que estaban demostrando.
Marten penso de pronto que tal vez la cuestion fuera realmente Neuss y lo que Marten y Ford pudieran saber que Kovalenko, la policia francesa y los investigadores rusos que habian ido antes a Los Angeles no supieran.
Fuera lo que fuese, y sin importar lo que Kovalenko estuviera tratando de descubrir, Marten tenia que ir con cuidado. Si metia la pata o daba alguna pista que indicara su familiaridad con el caso, provocaria que el ruso lo presionara mas, y esto era lo ultimo que queria.
– Si, le conocia, pero muy poco -dijo tranquilamente-. Lo poco que sabia era por las anecdotas que me contaba Dan.
– Entiendo. -Kovalenko sonrio amablemente y se distendio un poco, pero no del todo-. Esta usted en Paris visitando al senor Ford, ?no es cierto?
– Si.
– ?Puedo preguntarle donde se aloja?
– En mi apartamento -respondio Ford.
– Gracias. -Kovalenko volvio a sonreir.
– En mi despacho manana a las nueve de la manana -le dijo Lenard a Ford.
– Vale, a las nueve.
28
– ?Por que has tenido que empezar a hacer preguntas? -Ford hablaba como si fuera el padre de Marten, su hermano mayor, su esposa y su jefe, todos en una misma persona, rinendolo por lo bajini mientras recorrian rapidamente el pasillo hacia los ascensores. Habia policias de uniforme por todos lados que mantenian acordonada la zona alrededor de la habitacion de Halliday-. Puede que Lenard no haya dicho nada hoy, pero manana a primera hora me preguntara quien cojones eres y que cono te propones.
– Esta bien, he dicho algo, ?y que?
– Nick -le advirtio Ford-, manten la boca cerrada.
Llegaron al final del pasillo y giraron hacia la hilera de ascensores.
– Pidele a uno de estos polis que te indique cual de los telefonos es el que ha usado la camarera -dijo Marten de pronto-. Quiero ver donde esta.
– Por Dios, Nick; mantente al margen de esto.
– Mira, Dan, a Jimmy Halliday acaban de cortarle el cuello.
Ford se detuvo, respiro y se acerco al poli que tenian mas cerca. Le dijo en frances que el inspector Lenard les habia hablado de un telefono interno que la camarera habia utilizado para llamar al director y le pregunto donde estaba.
–
El uniformado le senalo un sencillo telefono blanco montado en la pared que tenian enfrente. Marten lo observo y luego miro hacia el fondo del pasillo por donde acababan de venir. El telefono estaba a unos veinticinco metros, tal vez treinta, de la puerta abierta de la habitacion de Halliday. La camarera, horrorizada y corriendo hasta el, habria estado de espaldas a la puerta todo el rato, lo cual le habria dado a cualquier persona en la habitacion tiempo de sobra para llegar a la escalera de incendios del otro lado sin ser visto.
–
Al alcanzarlos, la puerta del ascensor mas cercano se abrio y dos tecnicos de ambulancia salieron empujando una camilla con una bolsa para cadaveres de color gris plateado doblada encima. Pasaron sin mirarlos y se metieron por el pasillo que llevaba a la habitacion de Halliday.
– Maldita sea -dijo Marten en voz alta-. ?Maldito sea el infierno!
29
Los dos hombres se quedaron mirando al suelo mientras las puertas se cerraban y el ascensor iniciaba su descenso.
– No entiendo como alguien con la experiencia y la formacion de Halliday se dejo atrapar asi -dijo Ford a media voz.
Marten trato de reconstruir lo ocurrido:
– Estas en un hotel que parece seguro, deprimido, con
– No -dijo Ford, moviendo la cabeza-. Esta claro que los detectives rusos que vinieron a Los Angeles se guardaron la informacion. Pero te dire otra cosa: Fabien Curtay, el comerciante de diamantes de Monaco, era tambien un expatriado ruso.
– ?Como?
– No lo he relacionado hasta que Lenard ha hablado de Neuss. Curtay era uno de los comerciantes de diamantes mas conocidos del mundo. Neuss era un joyero rico de Beverly Hills. Ambos de origen ruso. Y tambien lo eran los hermanos Azov de Chicago a los que supuestamente mato Raymond.
– ?Estas pensando en trafico de diamantes? ?En la mafia rusa? -dijo Marten-. ?De que va todo esto? ?Que se proponia Raymond? ?Que se supone que debia suceder en Londres? ?Y que estaba tramando Halliday? ?Por que lo han matado?
– Eso explicaria el avion que le mandaron a Raymond, lo que les ha ocurrido a sus expedientes, hasta las circunstancias de la cremacion y lo ocurrido