Ford al movil y que le pediria que volviera a recogerlo. Por otro lado, si Ford hubiera pensado que corria peligro se hubiera llevado a Marten con el. Ademas, Nadine no parecia preocupada, no de la manera que lo estaba antes, cuando cenaban, y cuando hablaban de Halliday. Al fin y al cabo, Ford era el corresponsal de un importante periodico y este era su trabajo. Cocina francesa, una cena o fuera lo que fuese, los informadores tenian la informacion que podia llevar hasta una noticia importante o hasta un cotilleo jugoso, y todo era noticia y esta era la profesion de Dan Ford. De modo que, si Nadine habia considerado que aquella salida era algo rutinario y no estaba preocupada ?por que debia preocuparse el?

Marten volvio a echar un vistazo por la ventana, luego volvio a tumbarse en el sofa y se tapo con las mantas. La calle, fuera, estaba tranquila; Nadine se habia dormido y no sufria por su marido. Sin embargo, a el lo inquietaba algo. Era mas que nada una sensacion… la de que Ford habia acudido a un lugar al que no debia, y que no era consciente de la situacion.

Marten se dio la vuelta y aplasto bien la almohada, tratando de ponerse comodo y desprenderse de la desagradable inquietud que sentia por todo el cuerpo. Se puso a pensar en la agenda hecha polvo y repleta de papeles sueltos de Halliday, que contenia anotaciones del ano anterior y del presente (era solo mediados de enero, el ano apenas empezado). Sus paginas estaban llenas de la letra pequena y echada hacia atras tan dificil de descifrar que Marten recordaba de Los Angeles. Era una agenda que parecia mas un diario personal, con citas y notas sobre su vida privada y la de sus hijos, que algo que pudiera hacerle revelaciones sobre la brigada o sobre Raymond. Y a primera vista, parecia que no contuviera ninguna informacion relevante.

Poco a poco, los pensamientos de Halliday dieron paso a visiones de lady Clem, al recuerdo de su olor, del la sensual sensacion de su cuerpo contra el de el, su sonrisa y su sentido del humor chisposo, a veces picante. Sonrio con el recuerdo de su conversacion terrorifica con lord Prestbury en la taberna oculta en las entranas de Whitworth Hall momentos antes de que ella lo rescatara haciendo saltar la alarma de incendios.

Clem.

De pronto, su sonrisa se desvanecio, apartada por el eco de lo que Dan Ford habia dicho: «Y si el bueno de Raymond, de alguna manera, sigue vivo, no lo sabras hasta que sea demasiado tarde. Porque para entonces ya estaras en la cueva y… de pronto, ahi estara».

Raymond.

Su inquietud se hizo mas viva.

Como una voz susurrada le decia que Neuss estaba muerto por culpa de Raymond. Y tambien Fabien Curtay. Y Jimmy Halliday. Y ahora Dan Ford estaba ahi fuera, a solas en medio de la lluvia y la oscuridad.

De pronto se oyo a si mismo decir:

– Las piezas -dijo-. Las piezas.

Rapidamente se levanto. Hurgo hasta encontrar el movil a oscuras y entonces marco el numero de Ford. El telefono sono pero no hubo respuesta. Finalmente se oyo una voz grabada que hablaba en frances. No entendia el idioma, pero ya sabia lo que decia: que el telefono al que estaba llamando estaba apagado o fuera de cobertura y que lo intentara de nuevo mas tarde. Marten colgo y volvio a llamar. De nuevo, el telefono volvio a sonar, pero otra vez escucho el mismo mensaje.

Con la cabeza acelerada, lo primero que se le ocurrio fue llamar a Lenard, pero luego penso que no tenia ni idea de adonde habia ido Ford; aunque lograra ponerse en contacto con el policia frances, ?que le diria? Entonces dejo el telefono y permanecio un rato a oscuras. Dan Ford estaba solo y el no podia hacer nada para ayudarle.

31

3:40 h

Yuri Kovalenko puso en marcha el control de velocidad de su Opel alquilado. Se mantenia conscientemente medio kilometro por detras del Citroen blanco de Ford mientras el periodista conducia en direccion sureste paralelo al Sena, pasando por delante de la Gare d'Austerlitz hasta Ivry-sur-Seine, siguiendo el curso del rio.

Kovalenko no tenia ni idea de adonde se dirigia Ford, pero estaba sorprendido de que su amigo no lo acompanara. Se habia quedado igual de sorprendido cuando vio a Marten entrando en la habitacion del hotel, en medio de todo el revuelo policial.

Por su primer encuentro en la escena del crimen le resultaba todavia dificil deducir quien era Marten o por que estaba alli. O que relacion tenia con Ford, o habia tenido en el pasado con Halliday. Lo que si sabia ahora era que, por la manera directa en que Marten habia interrogado a Lenard, no era del inspector frances de quien se habia escondido en el parque, sino de Halliday. De modo que, al menos, una pregunta ya tenia respuesta.

Por la manana, cuando Ford fuera a ver a Lenard a su despacho, Kovalenko se enteraria de mas cosas, y cuando lo hiciera -cuando tuviera el nombre completo de Marten, su profesion y su lugar de residencia- pondria en marcha una indagacion exhaustiva de su historial. Asi encontraria respuestas, o al menos el principio de ellas, a algunas de sus dudas. Para Kovalenko, Nicholas Marten era mas que un simple ami americain de Dan Ford.

Mas adelante, los faros traseros del Citroen se iluminaron cuando Ford piso el freno; entonces Kovalenko lo vio cambiar de carril y volver a acelerar, cruzar el Sena en Alfortville y meterse en la autopista A6 sur en direccion a Montgeron.

Kovalenko cambio la postura de sus manos sobre el volante del Opel. No era un hombre que durmiera bien cuando se encontraba en medio de una investigacion de asesinato, y el hecho de que ahora hubiera un segundo crimen solo hacia aumentar sus sospechas de que probablemente Ford contaba menos de lo que sabia. Que Marten estuviera alojado en su casa estimulaba todavia mas su curiosidad y fue lo que hizo que Kovalenko se decidiera a seguir vigilando hasta mucho despues que todo el mundo se hubiera ido a su casa y a la cama. No tenia idea de que esperaba descubrir, ni tampoco se lo habia comentado a Lenard, porque no habia motivo para tratar de hacerlo oficial. Era, sencillamente, algo que creia prudente hacer.

Habia encontrado un lugar para aparcar justo enfrente, un poco mas abajo del domicilio de Ford, a las doce y diez de la noche, y metio el coche dentro. Luego, por si a pesar de la hora tardia surgiera algun intercambio de informacion, saco un pequeno aparato Kalinin-7 de su maletin, se puso los auriculares y fijo su diminuta antena parabolica en la ventana delantera de Ford. Una llamada al telefono fijo de Ford resultaria imposible de detectar sin una escucha telefonica. Pero Kovalenko habia visto a Ford con un movil un par de veces, cuando se lo dejo a Halliday en L'Ecluse y luego mas tarde, por la calle, cuando Ford se marcho, de modo que habia muchas posibilidades de que este fuera el telefono que usara normalmente. Si recibia una llamada por el, el Kalinin-7 la captaria con casi tanta claridad como si el mismo Kovalenko la estuviera atendiendo.

A las doce y cuarto Kovalenko ya se habia instalado a esperar, escuchar y vigilar. Una vez, hacia las dos y media, penso en llamar a su esposa, Tatiana, a Moscu, pero se dio cuenta de que todavia estaria durmiendo. En aquel momento debio de quedarse dormido porque a las tres y cinco un pitido regular en su auricular lo desperto, alertandolo de una llamada entrante. El telefono sono tres veces antes de que alguien respondiera.

– Dan Ford -oyo decir al periodista, medio dormido.

Entonces se oyo una voz masculina que hablaba en frances:

– Soy Jean-Luc -dijo la voz-. Tengo el mapa. ?Puedes venir a las cuatro y media?

– Si-dijo Dan Ford, en frances, antes de colgar y de que la Kalinin-7 se quedara en silencio.

Al cabo de siete minutos vio como se abria la puerta principal del edificio de Ford y el periodista salia en medio de la lluvia y se metia en su coche. Kovalenko se pregunto quien debia de ser ese Jean-Luc y de que mapa hablarian. Fuera quien fuese y fuera cual fuese el mapa, estaba claro que era lo bastante importante como para que Ford saliera de la cama a esa hora, se vistiera y decidiera conducir solo bajo la lluvia.

Autopista N6

Los limpiaparabrisas del Opel danzaban en un suave vaiven; la carretera mojada estaba totalmente a oscuras,

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