Marten asintio a medias. Abajo podia ver a Kovalenko agachado, estudiando el cadaver. Unos segundos mas tarde se levanto y se les acerco, con la fria brisa del rio azotandole el pelo. Marten podia leer en su expresion y en la de Lenard que, igual que el mismo, no habian visto nunca algo parecido a lo que habia dentro del coche.
– Si le sirve de algun consuelo -dijo Kovalenko a media voz y con su fuerte acento ruso-, con todo lo brutal que ha sido, parece que se lo han hecho con mucha rapidez. Como en el caso del detective Halliday, el corte en la garganta es recto y profundo hasta la columna. Diria que las otras heridas son posteriores. Si ha habido lucha, habra sido breve y previa, de modo que tal vez no haya sufrido.
Kovalenko miro a Lenard mientras los submarinistas se apartaban y el equipo cientifico se disponia a trabajar.
– Parece como si se lo hubieran hecho dentro del vehiculo y luego el criminal hubiera bajado las ventanas y hubiera hecho caer el coche al rio con la esperanza de que se hundiera -explico Kovalenko-. La corriente lo ha arrastrado y lo ha llevado rio abajo hasta que se ha quedado atascado en las rocas.
De pronto, la radio de Lenard empezo a crujir y el detective se volvio para contestar.
– ?Lo ha arrastrado desde donde? -dijo Marten, mirando a Kovalenko.
– El Citroen ha caido al rio unos cuantos kilometros mas arriba, cerca de Soisy-sur-Seine. Lo se porque he seguido al senor Ford hasta alli desde su casa.
– ?Le ha seguido?
– Si.
– ?Por que? Si era periodista.
– Me temo que eso es asunto mio, senor Marten.
– ?Y era tambien asunto suyo dejar que esto ocurriera? -Los ojos de Marten se dirigieron furiosos hasta el Citroen, y luego otra vez a Kovalenko-. Si estaba usted alli, ?por que no hizo nada para impedirlo?
– La circunstancia escapaba a mi control.
– ?Ah si?
– Si.
Lenard apago su radio y miro a Kovalenko:
– Han encontrado el otro vehiculo en la bajada en la que usted se encontraba. La corriente lo ha arrastrado muy poca distancia antes de quedar frenado entre las rocas del fondo.
34
Lenard condujo su Peugeot marron en direccion sur bajo unas nubes blancas y gruesas y a traves del bucolico paisaje que bordeaba el Sena rural. Kovalenko iba a su lado; Marten iba detras. Los tres estaban en silencio, como lo hicieron a la ida desde Paris, acompanados tan solo del rugido del motor y de la friccion de las ruedas sobre el asfalto.
Antes, en Paris, le habian pedido a Marten si deseaba acompanarlos a presenciar la recuperacion del coche, pero su autentico motivo era hacerle identificar el cadaver de Ford y evitarle a Nadine ese horrible tramite. No estaba seguro de por que lo llevaban con ellos ahora, cuando podrian haberlo dejado facilmente para que regresara a Paris con un coche patrulla.
Marten contemplo por la ventanilla el paisaje rural, mareado y entumecido, tratando de comprender lo que habia ocurrido. A las ocho de la manana, cuando Ford todavia no habia regresado a casa, Marten lo llamo al movil sin obtener respuesta. A las nueve llamo al despacho de Lenard para saber si tal vez Ford habia acudido a la cita con Lenard y Kovalenko directamente. Fue entonces cuando le comunicaron que ambos detectives estaban de camino al apartamento de Ford de la calle Dauphine. Marten supo al instante lo que significaba e intento preparar a Nadine. La reaccion de la mujer fue llamar tranquilamente a su hermano y a su hermana, ambos afincados a pocas manzanas el uno del otro, para pedirles que fueran. En el breve y tenso momento antes de que llegara la policia, Marten tuvo la entereza de coger la agenda de Halliday y entregarsela a Nadine para que la escondiera. Y ella lo hizo justo cuando sonaba el timbre de la puerta.
Varios coches de policia, un furgon de submarinistas y una grua grande estaban en la escena cuando Lenard aparco su coche. Los tres salieron y cruzaron la gravilla hasta arriba de un saliente rocoso que se levantaba unas dos o tres veces la altura de un hombre por encima del caudal del rio.
La grua habia hecho marcha atras hasta el borde de la orilla y tenia el brazo extendido por encima del agua, con el fuerte cable de acero atado a algo encima de la superficie fluvial. Lenard miro a dos submarinistas debajo de el, en el agua. Uno de ellos le hizo una senal de aprobacion con el pulgar y el asintio con la cabeza. El submarinista le hizo senales a la grua. Empezo a oirse un motor al ralenti; el torno empezo a girar y el cable se tenso.
– Monsieur Marten -Lenard contemplaba la carroceria de un automovil que empezaba a asomar por el agua-, ?le dice algo el nombre de Jean-Luc?
– No. ?Deberia conocerlo?
Lenard aparto los ojos del coche para mirar a Marten.
– Dan Ford vino hasta aqui para encontrarse con alguien llamado Jean-Luc. ?Sabe usted quien es?
– No.
– ?Le ha hablado alguna vez de un mapa?
– No, a mi no.
Lenard sostuvo la mirada de Marten todavia un momento y luego se volvio justo cuando el capo del Toyota sedan gris asomaba por la superficie. El motor de la grua sonaba mas acelerado y el coche fue levantado al aire. Cuando estuvo lo bastante arriba para despejar la orilla, el brazo de la grua viro hacia la tierra para bajar el Toyota empapado hasta el suelo de gravilla. Lenard hizo un gesto de aprobacion e inmediatamente el coche fue depositado en el suelo. Como en el Citroen de Ford, las ventanillas del Toyota estaban abiertas, lo cual permitio que se llenara de agua y que se hundiera por debajo de la superficie.
Lenard se aparto de Marten y el y Kovalenko se acercaron juntos al coche. Kovalenko lo alcanzo primero y Marten vio como se le retorcia el rostro al mirarlo. Su expresion lo decia todo. Quien fuera que estuviera dentro del coche habia sufrido la misma suerte que Dan Ford.
35
– ?Cual es su nombre completo, senor Marten? -Kovalenko tenia abierta una pequena libreta en espiral y estaba girado en el asiento delantero, mirando a Marten mientras Lenard conducia de regreso a Paris.
– Nicholas Marten. Marten, con e.
– ?Inicial o nombre intermedio?
– No tengo.
– ?Donde vive?
– En Manchester, Inglaterra. Soy estudiante de posgrado en la universidad.
– ?Lugar de nacimiento? -Kovalenko hablaba en tono distendido, en sus ojos de perro pachon habia una mirada ligeramente inquisitiva.
– Estados Unidos.
De pronto, la vision del cuerpo de Dan Ford en el interior del Citroen empapado le bloqueo cualquier otro pensamiento. Lo embargo una sensacion de culpabilidad casi insoportable y recordo la horrible explosion del cohete casero que, a la edad de diez anos, le provoco a Dan la perdida del ojo derecho, y se pregunto si en caso de que hubiera tenido la vista intacta, habria visto antes aparecer a su asaltante y eso le habria dado la oportunidad de salvar la vida.
– ?En que ciudad? -oyo que Kovalenko le preguntaba.
De pronto, la mente de Marten salto al presente.
– Montpelier, Vermont -dijo, sin enfasis, con la historia de Nicholas Marten ya programada en el.
– El senor Ford era de Los Angeles, ?de que se conocian?