—Tambien tendria que hacerlo ante el obispo —rebatio ella—. Ese nuevo matrimonio no tendria validez ante los cristianos. Brahim es un profugo declarado; asi lo manifeste una vez detenida sin pensar en las consecuencias que ello podria acarrearme en el futuro. El obispo jamas me permitiria contraer nuevo matrimonio... y yo jamas me sometere a su juicio. Tampoco necesito volver a casarme.
Decidida a que Shamir ignorara la verdad sobre su padre, Aisha pergeno una historia que le contaria cuando el nino tuviera edad de preguntar: un relato en el que era hijo de un heroe, muerto en las Alpujarras durante la revuelta de los moriscos; un relato en el que ella se mantenia fiel a la memoria de su esposo. Y a partir de aquel momento, Aisha se volco en recuperar a su familia, a los hijos que los cristianos le habian robado nada mas llegar a Cordoba. Lo hablo con su primogenito.
—Tu eres ahora el jefe de la familia —le dijo—. Ganas un buen salario y tenemos dos habitaciones a nuestra disposicion, algo que no tienen la gran mayoria de los moriscos. Ahora trabajas en la catedral —a diferencia de Fatima, su madre no conocia toda la verdad sobre lo que hacia en la biblioteca—, por lo que nadie podria alegar que tus hermanos no serian instruidos en la fe cristiana. Son tus hermanos. ?Son mis hijos! ?Quiero tenerlos a mi lado, como a ti y a Shamir!
?Y los hijos del perro de Brahim!, penso entonces Hernando. Sin embargo, callo. Las lagrimas que corrian por las mejillas de su madre, y la vision de sus manos entrelazadas, temblorosas, en espera de su decision, fueron suficientes para que le prometiese hacer todo lo posible por encontrarlos y liberarlos. Musa deberia contar por aquel entonces unos nueve o diez anos y Aquil, unos quince. Comunico a Fatima que iba a hacer lo que le pedia su madre; no le consulto ni le dio oportunidad de discutir. Hablo con don Julian, se lo explico y obtuvo una recomendacion firmada por don Salvador, quien resulto ser el sochantre de la catedral, el encargado de cuidar de los libros del coro que estaban atados con cadenas a los sitiales; de arreglarlos cuando hacia falta o de encargar nuevos libros. Don Salvador le examino de sus conocimientos de lengua arabiga y con el tiempo, a veces veladamente, otras con descaro, lo hizo acerca de aquella aseveracion que hiciera Abbas al presentarlo como un buen cristiano. El sochantre de la catedral quedo satisfecho de unas creencias y conocimientos que Hernando le mostro con firmeza y humildad a la vez, siempre en busca de sus consejos y explicaciones. Con ayuda de los sacerdotes, logro que el cabildo municipal le comunicase a que familias habian sido entregados sus hermanos para su evangelizacion, pero en el momento en que todo estaba dispuesto para que les fueran devueltos, el ollero y el panadero, los piadosos cristianos que se habian hecho cargo de ellos, alegaron que los ninos habian huido y con el fin de acreditarlo, mostraron sendas denuncias que en su dia formularon ante el cabildo.
En realidad, como le explico Hamid, los habian vendido, como a muchos otros. Fueron muchos los ninos de todos los reinos espanoles que, a pesar de ser menores de la edad fijada por el rey Felipe, habian sido esclavizados. Hamid le conto que algunos, al llegar a una determinada edad, pleiteaban y reclamaban su libertad, pero se trataba de un proceso largo y caro: muchos otros ni lo intentaban o ignoraban que pudieran hacerlo. En el caso de los hijos de Aisha, al no saber adonde los habian llevado o a quien los habian vendido, poco podia hacerse en su ayuda.
Aisha no pudo soportar la noticia y se hundio en una desesperacion que con el paso del tiempo degenero en una forma de vida apatica, sin ilusion alguna. ?En Cordoba le habian robado a dos de sus varones y en Juviles habian asesinado a sus dos hijas! Ni siquiera la presencia de Shamir conseguia sacarla de su ensimismamiento.
—No lo ha superado —repitio Hernando, y noto como Hamid le apretaba el antebrazo en senal de consuelo.
Discurrieron por delante de un gran mural en una de las