borracho.

—?No has tenido suficiente? —se extrano la muchacha.

—Muchacha, yo te dire cuando tenemos que parar. ?Acaso no pago?

Angela se echo una capa por encima y se asomo a la puerta.

—?Tomasa! —Chillo, descubriendo una voz mucho mas tosca que la que utilizaba con los clientes—. ?Sabanas limpias!

Hernando habia puesto al corriente al mulero acerca de la existencia de aquella mujer, pero lo que no le conto era que Tomasa le sacaba una cabeza y podia llegar a pesar el doble que el. Cuando aquella mujerona aparecio por la puerta con la muda, Juan se acoquino y se sintio ridiculo con sus calzas raidas por toda indumentaria.

Tenia pensado amedrentarla hasta convencerla de que mandase llamar al padre de Hernando, necesitaba estar con el como segunda parte de su plan, pero a la sola vista de los fuertes antebrazos arremangados de la mujer, se echo atras. Una bofetada de Tomasa doleria mas que la patada de una mula.

La mujer se inclino para arrancar las sabanas manchadas y le ofrecio un culo enorme. ?Tenia que ser entonces! Si llegaba a arreglar la cama...

?Por Hernando!

Apreto los pocos dientes que le quedaban y con las dos manos abiertas le hinco los dedos en las nalgas.

—?Dos hembras! —Grito al tiempo—. ?Santiago! —aullo al contacto del duro trasero de la mujer.

Angela estallo en carcajadas. Tomasa se volvio y lanzo una bofetada al mulero, pero Juan ya la esperaba y la esquivo; luego salto sobre ella y hundio el rostro en sus grandes pechos. Quedo como una garrapata: agarrado a Tomasa con brazos y piernas, sin llegar a rodear por completo aquel inmenso talle. Angela continuaba riendo, y Tomasa trataba infructuosamente, de librarse del bicho que tenia pegado al cuerpo y que rebuscaba con la boca entre sus pechos. Juan encontro uno de los pezones de la mujer y lo mordio.

El mordisco fue como un revulsivo y Tomasa lo empujo con tal fuerza, que el mulero salio disparado contra la pared. La mujer, ofuscada y dolorida, trato de remendar el maltrecho corpino que la violenta busqueda de su pezon casi habia desgarrado.

—?Pre... preciosa! —exclamo Juan, boqueando en busca del aire que le faltaba por el golpe contra la pared.

Varias mujeres se habian arremolinado en la puerta sumandose a las carcajadas de Angela. Enrojecida, Tomasa paseaba la mirada de Juan a las mujeres.

El mulero hizo lo que le parecio el ultimo esfuerzo que podria hacer en su vida y volvio a dirigirse hacia Tomasa, relamiendose libidinosamente el labio superior. La mujer lo esperaba con el ceno fruncido, intentando arremangarse todavia mas unas mangas prontas a reventar.

—?Basta! Ya sabia yo que con una mujer atendiendo a las muchachas, un dia u otro sucederia esto —se escucho desde la puerta. Juan no pudo impedir que surgiera un suspiro de su boca ante la aparicion del alguacil de la mancebia—. ?Fuera! —Grito a Tomasa—. Dile a Francisco que se ocupe el de la cama.

Alertado por el escandalo, Hamid no tardo en llegar. Las demas mujeres ya se habian marchado cuando el viejo, renqueante, entro en la habitacion. Solo

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