mulero.
Y Hernando lo vio partir. Mientras Juan se alejaba, Hernando penso que el mulero caminaba algo mas erguido que el dia anterior.
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Rosas, azahares, lirios, alhelies o naranjos; ?miles de flores! El pequeno patio de la nueva casa en la que vivian Hernando y su familia llamaba a deleitarse en una sensual mezcla de perfumes durante las noches de aquel mayo de 1579. El suelo del patio era de piezas de terrazo, cruzado todo el por el dibujo de una estrella compuesta por diminutos cantos rodados en cuyo centro se erigia una sencilla fuente de piedra sin adornos, de la que permanentemente brotaba el agua cristalina. Porque si Cordoba tenia problemas con las aguas residuales y su red de alcantarillado, origen de frecuentes epidemias de tifus y de todo tipo de endemicas enfermedades gastrointestinales que afectaban sobre todo a las zonas mas humildes de la Ajerquia, contaba por otra parte con treinta y nueve veneros y numerosos pozos que aprovechaban la inagotable y preciada agua de la sierra. La villa, la antigua medina, con su intrincada disposicion de calles y callejas era la zona mas privilegiada en el reparto del agua cordobesa. Y precisamente fue alli, en la medina, en la calle de los Barberos, donde Hernando alquilo una pequena casa propiedad del cabildo catedralicio, de las muchas con las que habia sido beneficiada la Iglesia a lo largo de los anos.
La casa patio de la calle de los Barberos que alquilo cumplia todas las caracteristicas que habian definido a las
La idea de mudarse a una vivienda independiente rondaba la cabeza de Hernando desde que le aumentaron el salario y se produjo la llegada de Hamid. El alfaqui termino aceptando su libertad y admitio la proteccion que le ofrecia Hernando como la consecuencia natural de lo que ambos consideraban tan fuerte como cualquier relacion familiar. Sin embargo, a diferencia de Aisha, que habia insistido en ir a trabajar en la seda, Hamid se recluyo en las habitaciones superiores de las cuadras, donde rezaba, pensaba y leia el Coran aprovechando la intimidad que le proporcionaba aquel lugar cuya unica religion eran los caballos. Tambien tomo como obligacion propia la educacion de los tres ninos, los dos hijos de Hernando y Shamir, el hijo de Aisha.
Pero si todos aquellos argumentos eran de por si suficientes para que considerase llegada la hora de buscar una nueva casa, hubo otro, egoistamente superior a los demas, que le impelio a empenarse en ello. La pareja buscaba otro hijo; deseaban tenerlo y su intimidad se vio coartada por la presencia de su familia. Hacian el amor, si, pero escondidos bajo las sabanas, reprimiendo sus manifestaciones y ahogando sus jadeos