el pliego. Se trataba de un papel basto, excesivamente satinado, muy grueso, de superficie irregular y sin ninguna filigrana al agua que acreditase su procedencia.
—Tengo bastantes pliegos mas —sonrio triunfante el sacerdote mientras Hernando sopesaba una hoja sensiblemente mas larga y ancha que las usuales—. No te extrane —anadio ante la actitud de su alumno—, es papel fabricado artesanalmente, en secreto, en las casas de los moriscos de la zona de Xativa.
Xativa era una de las grandes poblaciones del reino de Valencia, en la que la cuarta parte de su vecindario estaba compuesta por moriscos o cristianos nuevos. Sin embargo, como sucedia con muchos de los lugares de aquel reino mediterraneo, se hallaba rodeada de pequenos pueblos en los que la casi totalidad de sus habitantes eran moriscos. Hacia mas de cuatro siglos que en Xativa, siguiendo los avances tecnicos musulmanes en su elaboracion, del papel. Los reyes cristianos otorgaron privilegios a la aljama de Xativa y protegieron aquella industria, de forma que muchos moriscos se dedicaron a la elaboracion de papel en el interior de sus casas, utilizando como materia prima ropa y panos viejos. Aquellas industrias domesticas eran ahora las que subrepticiamente proveian a la comunidad morisca de papel, aunque fuera de baja calidad, porque comprar papel en cantidades suficientes como para hacer copias de libros era tarea harto complicada y siempre sospechosa.
A pesar de que la imprenta habia sido inventada hacia mas de un siglo, continuaban copiandose manuscritos, pues la edicion de libros se hallaba en manos de muy pocas personas. El pueblo, analfabeto en su gran mayoria, no tenia acceso a la lectura ni interes en su edicion, y los grandes senores, propietarios del capital necesario para costear los gastos que requeria una imprenta, se negaban a ofender su honor dedicando sus dineros a actividades mercantiles impropias de su estatus personal. En la decada de los ochenta solo existia en Cordoba una imprenta, portatil, utilizada casi artesanalmente por un impresor, por lo que el comercio de papel era casi inexistente. El propio cabildo catedralicio encargaba la edicion de sus libros religiosos a imprentas de otras ciudades, como Sevilla.
—?Como lo has conseguido? —se intereso Hernando.
—A traves de Karim.
—?Y la aduana del puente?
Don Julian guino un ojo.
—Es bastante sencillo, aunque caro, esconder unos pliegos de papel bajo las monturas de mulas o caballos.
Hernando asintio y volvio a rozar con las yemas de los dedos el tosco pliego de papel. Debia cobrar por su trabajo: asi se lo impuso el sacerdote, pero Hernando invertia todo ese dinero en proyectos como la liberacion de esclavos moriscos. Por nada del mundo habria querido enriquecerse a costa de propagar su fe.
Asi pues, despues de su aprendizaje, Hernando reproducia coranes, en arabe culto pero con la caligrafia propia de los copistas, primando la claridad y la celeridad sobre la estetica. Al mismo tiempo, entrelineandola con el arabe, escribia la traduccion de las suras al aljamiado, para que todos los lectores pudieran entenderlas. Escondian los pliegos de papel entre los numerosos ejemplares de la biblioteca catedralicia y los ejemplares que obtenian de ellos se distribuian a traves de Karim por todo el reino de Cordoba necesitado de unas guias religiosas de las que ya disponian las aljamas valencianas, catalanas o aragonesas que no habian padecido el exodo de los granadinos.
Y si Hernando se volcaba en la prohibida transcripcion del libro revelado, Fatima, por su parte, asumio la transmision de la cultura de su pueblo de forma verbal a las mujeres moriscas, para que estas hicieran lo propio con sus hijos y esposos.
Con la paciente ayuda de Hernando y de Hamid, que la