hallaba a disposicion del tribunal y habia decidido que seria mas conveniente que fuera Abbas quien se ocupara de aquel perro. Y cuanto antes, mejor.

—El castigo para quien traiciona a nuestro pueblo es terminante. Sin duda Abbas sabra que hacer. Lo que me preocupa... —Hamid dejo que sus ultimas palabras flotasen en el aire; esperaba una reaccion por parte de Hernando, pero este hizo ademan de iniciar sus oraciones—. Lo que me preocupa —insistio entonces el alfaqui—, es si tu sabes que es lo que debes hacer.

—?Que quieres decir? —inquirio Hernando, tras unos instantes de duda.

—Karim se esta entregando por nosotros...

—Me esta protegiendo a mi —le interrumpio Hernando todavia dandole la espalda.

—No seas soberbio, Ibn Hamid. Nos protege a todos. Tu..., tu no eres sino un instrumento mas en nuestra lucha. Tambien protege a tu esposa, y a las madres a quienes ella ensena la palabra revelada, y a estas cuando se las transmiten a sus hijos, y a los pequenos que las aprenden en secreto con la advertencia de que no las utilicen fuera de sus hogares... Nos protege a todos.

Hamid percibio un ligero temblor en el cuerpo de Hernando.

—Mi vida esta en sus manos —dijo al fin, volviendo la cabeza hacia el alfaqui, quien temio que su pupilo se derrumbase. Se acerco a el y se postro a su lado, con dificultad—. Es posible que tengas razon... ?seguro! Nos protege a todos, pero no puedes llegar a imaginar el panico que me atenaza cuando veo ese debil cuerpo ajado, roto por la tortura, sometido a interrogatorio. ?Cuanto puede aguantar un anciano como el? Tengo miedo, Hamid, si. Tiemblo. No puedo controlar mis rodillas ni mis manos. Temo que, en la locura del dolor, acabe delatandome a mi mismo.

El alfaqui esbozo una triste sonrisa.

—La fuerza no reside en nuestro cuerpo, Ibn Hamid. La fuerza esta en nuestro espiritu. ?Confia en el de Karim! No te delatara. Hacerlo significaria traicionar a su pueblo.

Los dos cruzaron una mirada.

—?Has rezado ya? —le sorprendio el alfaqui rompiendo el hechizo. Hernando creyo escuchar el eco de aquellas mismas palabras en la vieja choza de Juviles. Apreto los labios en espera de las siguientes—: La oracion de la noche es la unica que podemos practicar con cierta seguridad. Los cristianos duermen. —Hernando fue a contestar como siempre hacia, con un nudo en la garganta debido a la nostalgia que le invadia, pero Hamid se lo impidio—. ?Cuanto hemos luchado desde entonces, hijo?

Sin embargo, Hamid no dio el recado a Abbas. El herrador era joven y fuerte. Karim moriria, durante la tortura o quemado como un hereje. Jalil era tan viejo como Karim, don Julian tambien era mayor y tenia que actuar siempre en la clandestinidad, sin posibilidad de moverse entre los moriscos, y el..., el sentia que su vida no tardaria en finalizar. Abbas no debia arriesgarse. Pero ?como podia matar a aquel perro traidor?, volvio a pensar mientras le observaba vender despreocupadamente sus bunuelos en la cruz del Rastro.

Durante aquellos dos dias de constante persecucion, a Karim le habian descoyuntado los brazos en el potro de tortura, pero el anciano seguia tan obcecado en su silencio como Hernando en su ayuno y oracion. Fatima y Aisha estaban preocupadas y hasta los ninos presentian que algo terrible se avecinaba.

—?Bebe el agua que le dejas? —pregunto Hamid a Fatima.

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