—Eso significa —susurro don Julian tras comprobar que Perez se hallaba dos columnas mas alla— que quiza sea llegada la hora de que huyas a Berberia.
—?Y mi madre? —fue todo lo que se le ocurrio preguntar.
—Puede ir contigo. —Los dos hombres se miraron. ?Cuanto trabajo y cuantos anhelos habian compartido juntos!—. Empezare a preparar el viaje —anadio don Julian cuando Hernando dejo transcurrir unos instantes sin oponerse a la idea.
—Si preparas esa fuga, ten en cuenta que primero he de pasar por las Alpujarras, por el castillo de Lanjaron...
—?La espada?
—Si —afirmo con la mirada perdida en el bosque de columnas—. La espada de Muhammad.
—Sera arriesgado, pero imagino que posible —considero el sacerdote—. A pesar de la prohibicion y de las nuevas deportaciones que se han llevado a cabo en Granada, son muchos los moriscos que vuelven a ese reino. —Don Julian sonrio—. ?Que magica atraccion tienen sus atardeceres rojos! Bueno. De Granada podriais ir a las costas de Malaga o Almeria y embarcar en alguna fusta morisca de las de Velez, Tetuan, Larache o Sale.
Cuando hubo anochecido, Hernando abandono la catedral y salio al huerto con la promesa por parte de don Julian de ocuparse de todo, tanto de la huida como de interceder por el ante el provisor. Alli se encontro con Aisha esperandole; don Julian habia ordenado que le dieran aviso.
—Huiremos a Berberia —le anuncio en un susurro, poniendo fin a una nueva explicacion de lo sucedido. En la penumbra, fue incapaz de percibir que a su madre se le demudaba el semblante.
—Ya no estoy para aventuras... —se excuso Aisha.
—Tengo veintiseis anos, madre. Me tuviste a los catorce. ?No eres tan mayor! Primero iremos a Granada y desde alli, o desde Malaga, no nos sera dificil cruzar en alguna fusta hasta Tetuan.
—Pero...
—No nos queda otra solucion, madre, salvo que quieras que me ponga en manos del conde. Y tampoco nos sera sencillo —llego a concluir con don Julian—. Tendremos que esperar que transcurran los dias y los hombres del conde de Espiel se cansen y relajen la vigilancia a la que seguro me someteran. Debes estar preparada.
Pese a la conmocion de la noticia y las prisas, Aisha tuvo la precaucion de llevarle algo de comida: pan, cordero y fruta; agua sobraba en el aljibe del huerto. Acababan de terminar los oficios de completas cuando Aisha se despidio de su hijo. Los porteros cerraban las puertas de acceso a la catedral y toda la gente que se refugiaba o se limitaba a merodear por su interior se acomodo en el gran huerto. Algunos lo abandonaron; los retraidos o asilados se agruparon en aquellos lugares que a base de reyertas se habian ido ganando unos a otros. A excepcion del espacio que ocupaban la puerta del Perdon, la torre del campanario y una parte cerrada destinada a consistorio del arcediano, las tres galerias que cerraban el huerto se hallaban disponibles para los retraidos y en ellas buscaban cobijo durante las frias noches.
—?Era tu madre?
Hernando se volvio para encontrarse con el Buceador, quien, ante los evidentes contactos con la jerarquia eclesiastica del nuevo inquilino del huerto, habia decidido unirlo a su cuadrilla por si pudiera serles de alguna utilidad.
—Si.