—?Liberate! —insistio mientras la luz que entraba en el dormitorio envolvia sus cuerpos.

Empuja, le rogo. Sienteme. Sientete. Siente tu cuerpo. Dejate ir, mi amor. ?Disfruta, por Dios! Hernando alcanzo el extasis sin dejar de pedirle que se entregara al placer y se quedo encima de ella, jadeante. ?Buscaria Isabel un segundo lance?, se pregunto. ?Querria...? La respuesta le llego en forma de un incomodo movimiento que la mujer hizo bajo su cuerpo, como si pretendiera indicarle que queria escapar de el. Hernando la libero de su peso apoyandose sobre las manos y busco sus labios, que lo recibieron sin pasion. Entonces se levanto y tras el, lo hizo la mujer, escondiendo su mirada.

—No debes avergonzarte —intento tranquilizarla cogiendola del menton, pero ella se resistio a alzar el rostro y, descalza, vestida con la sola camisa, se apresuro a huir a la terraza para cruzar hacia su dormitorio.

Hernando chasqueo la lengua y se agacho para recoger sus ropas, amontonadas al pie de la cama. Isabel le deseaba, de eso no le cabia duda alguna, penso mientras empezaba a ponerse la camisa, pero el sentimiento de culpa, el pecado y la verguenza le habian dominado. «La mujer es un fruto que solo ofrece su fragancia cuando se frota con la mano», recordo que le habia explicado Fatima con voz dulce, remitiendose a las ensenanzas de los libros sobre el amor. «Como la albahaca; como el ambar, que retiene su aroma hasta que se calienta. Si no excitas a la mujer con caricias y besos, chupando sus labios y bebiendo de su boca, mordiendo el interior de sus muslos y estrujando sus senos, no obtendras lo que deseas al compartir su lecho: el placer. Pero tampoco ella guardara ningun afecto por ti si no alcanza el extasis, si, llegado el momento, su vagina no succiona tu pene.» ?Cuan lejos estaban las piadosas cristianas de tales ensenanzas!

Esa misma noche, al otro lado del estrecho que separaba Espana de Berberia, tendida en la penumbra de su dormitorio en el lujoso palacio de la medina de Tetuan que Brahim habia construido para ella, Fatima era incapaz de conciliar el sueno. Notaba a su lado la respiracion del hombre a quien mas odiaba en el mundo notaba el contacto de su piel y no podia evitar un escalofrio de repugnancia. Como todas las noches, Brahim habia saciado su deseo; como todas las noches, Fatima se habia acurrucado a su lado para que el pudiera introducir el munon de su brazo derecho entre sus senos y asi mitigar los dolores que aun le provocaba la herida; como todas las noches, los lamentos de los cristianos presos en las carceles subterraneas de la medina se hacian eco de las mil preguntas sin respuesta que poblaban la mente de Fatima. ?Que habria sido de Ibn Hamid? ?Por que no habia ido en su busca? ?Seguiria con vida?

Durante los tres anos que llevaba en poder de Brahim, nunca habia dejado de esperar que el hombre a quien amaba acudiese en su ayuda. Pero, a medida que pasaba el tiempo, comprendio que Aisha habia accedido a su muda suplica. ?Que le habria dicho a su hijo para que no acudiera en su busca? Solamente podia ser una cosa: que habian muerto. De no ser asi..., en cualquier otro caso, Ibn Hamid los habria seguido y peleado por ellos. ?Estaba segura! Sin embargo, aunque Aisha le hubiese asegurado sus muertes, ?por que Ibn Hamid no habia buscado venganza en Brahim? En la quietud de la noche, escucho de nuevo los gritos de los hombres del marques de Casabermeja durante su secuestro: «?En nombre de Ubaid, monfi morisco, cerrad las puertas y las ventanas si no quereis salir perjudicados!». Todos en Cordoba debian de pensar que habia sido Ubaid quien los habia matado y si Aisha callaba... Ibn Hamid nada sabria de todo lo sucedido. ?Tenia que ser eso! En caso contrario habria removido cielo y tierra para vengarlos. No le cabia duda... ?Venganza! El mismo sentimiento que, con el transcurso de los meses, cuando se convencio por fin de que el no acudiria en su busca, Fatima habia logrado aplacar en Brahim.

—No es mas que un cobarde —repetia Brahim, refiriendose a Hernando—. Si el no viene a Tetuan a recuperar a su familia, mandare una partida para que lo

Вы читаете La Mano De Fatima
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату