maten.

Fatima se cuido mucho de decirle que no creia que llegase a venir, que ella misma le habia suplicado a Aisha con la mirada que no le dijera nada de lo sucedido.

—Si cejas en tus intenciones de matarle, me tendras —le propuso una noche despues de que la hubiera montado como podia hacerlo un animal—. Gozaras de mi como si en verdad fuera tu esposa. Me entregare a ti. De lo contrario, yo misma me quitare la vida.

—?Y tus hijos? —la amenazo.

—Quedaran en manos de Dios —susurro ella.

El corsario penso durante unos instantes.

—De acuerdo —consintio.

—Juralo por Ala —le exigio Fatima.

—Lo juro por el Todopoderoso —afirmo el, sin detenerse a pensar en el compromiso.

—Brahim —Fatima fruncio el ceno y hablo con voz firme—, no trates de enganarme. Tu sola sonrisa, tu solo animo, me indicaran que has incumplido tu palabra.

A partir de ese dia, Fatima habia cumplido su parte del trato y noche tras noche transportaba a Brahim al extasis. Le dio dos hijas mas y el corsario no volvio a visitar a su segunda esposa, que quedo relegada en un ala apartada de palacio. Shamir y Francisco, rebautizado como Abdul, los dos retajados a lo vivo nada mas llegar a Tetuan, se preparaban para zarpar algun dia a las ordenes de Nasi, quien cada vez asumia mas responsabilidades en el negocio del corso, como si fuera el verdadero heredero de Brahim, mientras este se dedicaba a engordar, obsesionado solo en contar y recontar los beneficios obtenidos por el saqueo y sus multiples negocios. No le costo demasiado esfuerzo a Nasi, el nino piojoso que el corsario habia encontrado a su llegada a Tetuan, ocupar el lugar que habria correspondido al hijo del corsario: Shamir se negaba a reconocer en Brahim al padre que nunca habia tenido. Al principio, asustado, anorando dia y noche a la madre que habia dejado atras, le nego el carino y se refugio en Fatima y Francisco. ?Aisha le habia dicho que su padre habia muerto en las Alpujarras! Brahim se sintio despreciado y respondio con su acostumbrada brutalidad. Arrancaba al nino de manos de Fatima y le golpeaba e insultaba cuando este trataba de zafarse de sus brazos. Francisco, tambien maltratado, se convirtio en su inseparable companero de desgracia. Nasi se estaba aprovechando de la situacion y se acercaba al corsario, mostrandole su fidelidad y lealtad, recordandole con sutileza todo cuanto habian sufrido hasta aquel momento. Por su parte, la pequena Ines, ahora Maryam, corrio la suerte que Brahim habia anunciado en la venta del Monton de la Tierra y fue destinada al servicio de su segunda esposa, hasta que Fatima concibio a su primera hija. Entonces, tras una noche de pasion, ella logro convencerle. ?Quien mejor que Maryam, su hermanastra, iba a cuidar de Nushaima, la pequena que acababa de nacer?

Los ronquidos de Brahim, mezclados con los lamentos que llegaban del subsuelo, interrumpieron sus recuerdos. Fatima reprimio la necesidad de moverse, de levantarse de la cama, de apartar el munon de Brahim de su cuerpo. Estaba presa... prisionera en aquella carcel dorada.

Habia llegado a convencerse de que no era mas que otra esclava de las muchas que servian y atendian el lujoso palacio que, al estilo andalusi, como una gran casa patio, construyo Brahim en la medina, cerca de los banos publicos, de la alcazaba y de la mezquita de Sidi al-Mandari, erigida por el refundador de la ciudad, un exiliado granadino. Ella jamas habia convivido con esclavos. Hombres y mujeres que obedecian, siempre dispuestos a satisfacer hasta el mas nimio de los deseos de sus amos. Observo que sus rostros eran

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