Caro.
Los viejos companeros cruzaron sus miradas, pero ninguno contesto. Hernando sonrio al simple recuerdo de las constantes y grotescas muecas del joven Palomero cuando trataba de mover el lobulo de su oreja y le tendio la mano. El camarero hizo lo propio y se adelanto unos pasos.
—No se si este dinero esta bien ganado —aprovecho para decirle Hernando a Pablo mientras sopesaba su bolsa.
—No te tortures. Tampoco creas que ha sido una partida limpia. Todos han intentado una u otra fulleria. Lo que pasa es que no eres mas que un simple palomo como tu companero y ni te has enterado. Los tiempos cambian y las trampas son cada vez mas complicadas.
—Ahora no debo... —Hernando se volvio hacia el camarero, detenido unos pasos mas alla—. Otro dia te dare tu beneficio.
—Eso espero. Es la ley de la tabla, lo sabes. Vuelve siempre que quieras. Hace tiempo que el Mariscal y su socio fallecieron llevandose su secreto a la tumba, por lo que la flor de mover la oreja solo la conocemos tu y yo. Nunca he querido decirselo a nadie ni utilizarla; no habria podido llegar a poseer un garito. Nadie puede pillarnos. Me costo Dios y ayuda aprender su truco —suspiro al tiempo que le senalaba al camarero, que esperaba.
Hernando se despidio una vez mas, alcanzo al camarero y los dos se encaminaron a palacio.
—?Iras a ver al tejedor? —le pregunto al cruzar la plaza del Potro, que presentaba el mismo bullicio que el recordaba.
—Tan pronto como me ensenes las flores de esta baraja.
51
Ese ano la reina de Inglaterra, Isabel Tudor, «permitio» la ejecucion de la de Escocia, la catolica Maria Estuardo. Indignado, y en defensa de la fe verdadera, Felipe II dio el impulso definitivo a su idea de armar una gran flota al mando de Alvaro de Bazan, marques de Santa Cruz, con la que conquistar Inglaterra y someter a los herejes protestantes. A pesar de la intervencion de sir Francis Drake, el intrepido pirata ingles que en abril capitaneo un ataque sorpresa en la bahia de Cadiz, provocando el hundimiento o el incendio de cerca de treinta y seis navios espanoles, y que se mantuvo por la zona interceptando numerosas barcazas y carabelas que transportaban material para la flota del rey espanol, Felipe II siguio adelante con su proyecto.
La Grande y Felicisima Armada que por designio de Dios, al decir de su embajador en Paris, debia dirigir el rey Felipe contra los herejes, exacerbo tambien la religiosidad del pueblo y de la nobleza espanola, siempre avida por vencer en nombre de Dios a unos ancestrales enemigos como los ingleses, que ademas resultaban ser los aliados de los luteranos de los Paises Bajos en su guerra contra Espana. Don Alfonso de Cordoba y su primogenito, que ya contaba veinte anos, se prepararon para embarcar junto al marques de Santa Cruz en la nueva cruzada.
Pero al mismo tiempo que los preparativos para la guerra con Inglaterra, llegaron noticias preocupantes para los moriscos. Desde la junta celebrada en Portugal seis anos antes, en la que Felipe II habia estudiado la posibilidad de embarcarlos a todos y hundirlos en alta mar, se redactaron varios memoriales que aconsejaban la detencion de los moriscos y su posterior envio a galeras. Y en ese ano de preparativos belicos se alzo una de las voces mas autorizadas del reino de Valencia, la del obispo de Segorbe, don Martin de