un lugar a otro buscando al tal Hernando Ruiz o a su madre, arriesgandose a que cualquier altercado pudiera originar su detencion y poner de manifiesto su condicion de judio o la falsificacion de su cedula como vendedor de aceites.

—?Para que buscas a Aisha? —le pregunto el morisco con desprecio.

?Ya era suficiente! Efrain prescindio de la prudencia, fruncio el ceno y acerco la mano a la empunadura de la daga que llevaba en su cinto. El morisco no pudo impedir que su mirada siguiera el movimiento de la mano del joven judio.

—Eso no es de tu incumbencia —respondio—. ?Vive aqui? –El morisco titubeo—. ?Vive o no vive aqui? —estallo Efrain, haciendo ademan de desenvainar la daga.

—Vivia. Dormia alli mismo, a espaldas de donde se encontraba Efrain, en el zaguan. El joven volvio la mirada hacia la manta arrugada que le indico el morisco con un movimiento de su menton. Sin embargo, a esas horas la mujer aun no habia regresado de la tejeduria.

Efrain espero en el callejon que conducia a la casa. Un rato despues algo le dijo que la mujer que se dirigia hacia el, despacio, encorvada, con la mirada clavada en el suelo y unas grandes ropas que colgaban de sus hombros caidos, era la persona a la que buscaba.

—?Aisha? —pregunto cuando la mujer pasaba por su lado. Ella asintio mostrandole unos ojos tristes, hundidos en cuencas amoratadas—. La paz sea contigo —saludo Efrain. La cortesia parecio sorprenderla. El joven judio la vio como un animal indefenso y herido. ?Que sucedia con esas personas?—. Me llamo Efrain y vengo desde Tetuan... —le susurro acercandose a ella.

Aisha reacciono con inusitada energia.

—?Calla! —advirtio, al tiempo que hacia un gesto hacia el interior del edificio, mas alla del zaguan. Efrain se volvio para encontrarse con varios rostros atentos a ellos.

Sin articular palabra, Aisha se encamino hacia el rio. Efrain la siguio, tratando de acompasar su marcha a la lentitud de la mujer.

—Vengo... —insistio ya lejos de la casa, pero Aisha le acallo de nuevo con un gesto.

Llegaron al Guadalquivir por la puerta de Martos, delante del molino que pertenecia a la orden de Calatrava. Alli, a la orilla del rio, Aisha se volvio hacia el.

—?Traes noticias de Fatima? —pregunto con un hilo de voz.

—Si. Tengo...

—?Que sabes de mi hijo, de Shamir? —le interrumpio ella, obligandole a detenerse.

Efrain creyo percibir un destello de vida en aquellos ojos apagados.

—Esta bien. —Antes de partir, su padre le habia explicado la situacion—. Pero poco mas se de el —aclaro—. Te traigo una carta de la senora Fatima. Va dirigida a tu hijo, Hernando, pero tambien es para ti.

Efrain rebusco en el interior de sus ropas.

—No se leer —adujo Aisha.

El joven se quedo con la carta en la mano.

—Dasela a tu hijo y que lo haga el —arguyo acercandosela

Вы читаете La Mano De Fatima
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату