—Deberias poner mas atencion —le recrimino uno de ellos—. Podria lastimarse en la noche.

Hernando no quiso contestar y alargo la mano para coger el ronzal. ?Que sabrian aquellos desgraciados?

—?Tu no eres el que viene cada dia a ver a la loca? —le pregunto entonces uno de los porteros de la Inquisicion.

Hernando fruncio el ceno sin contestarle. ?Cuantas veces podria haber llegado a pedirle a ese hombre permiso para ver a su madre, mientras el, en lugar de dedicarse a sus quehaceres, atendia a la venta de panos en la plaza, escuchaba con displicencia sus suplicas y se negaba?

—Ya era hora de que vinieras a por ella —comento entonces otro de los porteros—. Si llegas a tardar un par de dias mas, la encuentras muerta.

El ronzal de Volador escapo de la mano de Hernando, pero antes de que tocara al suelo, una tosca muleta se interpuso en su camino. Hernando se volvio hacia Miguel, que le sonrio con sus dientes rotos mientras deslizaba el ronzal por la muleta hasta su mano. ?Habia dicho el portero que ya era hora de que viniese a por su madre? ?Que significaba aquello?

—?Como...? —titubeo—. ?Y la sentencia? ?Y el auto de fe?

—El tribunal celebro hace unos dias un autillo particular en el mismo salon de audiencias y la condeno a sambenito y oir misa cada dia durante un ano... aunque dado su estado, es dificil que llegue a cumplir la pena. Y tampoco interesa mucho que una loca como ella pise lugares sagrados —le espeto uno de los porteros—. Por eso celebraron el autillo. El medico aseguro que tu madre no superaria la espera hasta el proximo auto general y el tribunal quiso condenarla antes de que muriera. ?Esta loca! ?Llevatela ya!

—Entregadmela —alcanzo a articular al tiempo que comprendia que el carcelero habia pretendido estafarle.

Poco rato despues, Hernando deshacia el camino hacia la posada del Potro cargando con su madre en brazos.

—?No hace falta que la lleves a la iglesia! —le espeto a gritos uno de los porteros.

— ?Dios, es mas liviana que una pluma! —exclamo Hernando hacia un cielo estrellado al pasar tras el muro que encerraba el mihrab de su mezquita.

Tras ellos iba Miguel con el ronzal de Volador al hombro. El caballo le seguia, manso, como si no quisiera adelantarle.

56

Los funerales del duque de Monterreal fueron tan solemnes como tristes por la imposibilidad de dar cristiana sepultura a sus cadaveres. En la catedral, el obispo clamo el nombre del sheriff de Clare, Boetius Clancy, responsable de la muerte de don Alfonso y su primogenito, y rogo a Dios que jamas le permitiera abandonar el purgatorio. Desde ese dia, anuncio airado, cada siete anos se repetiria la misma solicitud para recordarle al Senor que el vil asesino no debia salir del purgatorio.

Quien tampoco abandonaba su particular purgatorio era Aisha. Hernando todavia no tenia noticias de don Pedro de Granada Venegas y no se atrevia a iniciar un viaje tan largo, en invierno, en el estado en que se encontraba su madre. Todos pensaron que moriria. Entrego unas monedas a la esposa y a la hija del mesonero para que limpiasen y cambiasen de ropa a su madre.

—Su cuerpo es todo huesos y pellejo —le comento la

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