—No habeis tenido una noche afortunada, don Melchor —le comento mientras acompasaba su caminar al del disgustado escribano. El anciano mascullo unas palabras ininteligibles—. Me hablasteis de un legado a mi favor.
—Tendras que aclararte con la duquesa y los comisarios de la herencia nombrados por don Alfonso, que en paz descanse —solto el escribano de malos modos.
Hernando lo agarro del antebrazo, lo obligo a detenerse e incluso lo volvio hacia el con violencia.
Un par de mujeres que se cruzaron con ellos los miraron sorprendidas antes de continuar su camino cuchicheando. Los vigilantes de Pablo Coca se acercaron.
—Mirad, don Melchor, haremos otra cosa: vos arreglareis mi situacion y con prontitud, ?entendeis?, puesto que en caso contrario no esperare el plazo de gracia que habeis solicitado. Si lo haceis asi, yo os devolvere vuestro compromiso de pago... gratuitamente.
57
Una casa patio en el barrio de Santa Maria, cerca de la catedral, en la calle Espaldas de Santa Clara y una serie de hazas de regadio proximas a Palma del Rio, alrededor de un cortijillo abandonado, que rentaban cerca de los cuatrocientos ducados anuales, mas tres pares de gallinas, quinientas granadas y otras tantas nueces, tres fanegas de aceitunas que cada semana le traian unos u otros arrendatarios, ciruelas y una cantidad semanal de hortalizas de invierno o de verano. Tal fue la manda que, entre otras pias para el pago de la dote a favor de doncellas casaderas sin recursos, o para la redencion de cautivos, dispuso don Alfonso de Cordoba en favor de quien le habia salvado la vida en las Alpujarras. Melchor Parra y los comisarios de la herencia del duque le entregaron su legado sin mas problema que la envidia y los insultos que con cierto sarcasmo le traslado el escribano y que, a su decir, habian salido de boca de la retahila de cortesanos a los que ni siquiera les habia tocado una blanca en la herencia, que eran todos.
—Parece que ninguno de ellos te tiene simpatia —le dijo el escribano sin esconder su satisfaccion, mientras el morisco procedia a la firma de sus titulos de propiedad.
Hernando no contesto. Termino de firmar y se irguio frente