separaron del cadaver, alzandola por las axilas. Hernando alcanzo a ver su rostro desencajado, cubierto de sangre y lagrimas. Aisha se zafo de las mujeres, dejo caer el cuchillo, levanto ambos brazos al cielo y grito con toda la fuerza de sus pulmones:

—?Ala es grande!

Luego los moriscos acabaron con dos cristianos mas, los principales del pueblo, pero antes de que pudieran continuar con los que faltaban, entre los que se hallaba Andres, el sacristan, se presento el Zaguer, alguacil de Cadiar, con sus hombres y detuvo la matanza.

Hernando tan solo intuyo las discusiones entre los soldados del Zaguer y los moriscos avidos de sangre. Su atencion se alternaba entre su madre, ahora sentada en el suelo, abrazada a las piernas y con la cabeza escondida entre las rodillas, toda ella temblorosa, y Andres, el siguiente en la fila.

—Ve con ella —le dijo Hamid, empujandole por la espalda—. Lo ha hecho por ti, muchacho —anadio al notar su resistencia—. Ha sido por ti. Tu madre ha obtenido su venganza en uno de los hombres de Cristo, y parte de esa venganza tambien es tuya.

Solo fue capaz de acercarse a su madre y permanecer en pie a su lado, a cierta distancia. El campo se despoblo y algunos animales empezaron a aproximarse a los cuatro cadaveres que yacian en el. Hernando miraba a un par de perros que olisqueaban el cuerpo del beneficiado, dudando si espantarlos, cuando Aisha se levanto.

—Vamos, hijo —se limito a decir.

A partir de aquel momento Aisha no mostro el menor cambio en su comportamiento usual; ese dia ni siquiera se cambio de ropa, como si la sangre que la manchaba fuera algo natural. Quien no pudo concentrarse en sus quehaceres fue Hernando: Ubaid le esperaria en el castillo, eso si no decidia venir a por el. En el cobertizo, con las mulas, miraba a un lado y otro. Debia estar prevenido. Hamid sabia que habia sido el quien habia tendido una trampa al arriero. «Confio en ti», le habia dicho, pero ?que pensaria de el? «Un juez nunca actua con injusticia. Si altera la verdad, es para hacerse util.» Y el alfaqui le habia asegurado que se habia sentido asi. El joven volvio a inspeccionar las cercanias del cobertizo, atento a cualquier ruido.

Durmio mal, y al dia siguiente hasta los ninos notaron su distraccion al recitar el Coran. Era el primero de ano del calendario cristiano; ese dia no hubo clase. Segun era costumbre, las mujeres habian salido a hilar bajo los morales. Se habian pintado las manos con alhena, con la que tambien untaban las puertas de sus casas; habian preparado unas tortas de pan seco con ajo y partieron al campo, donde sobre hornos de ladrillo y lodo construidos al efecto ahogaron los capullos en un caldero de cobre y los cocieron con jabon para que perdieran la grasa. Mientras removian los capullos en el caldero con una escobita de tomillo, hilaban la seda en toscos tornos que montaban bajo los morales. Las moriscas tenian mucha destreza y la paciencia necesaria para hilar. Agrupaban los capullos en tres grupos: los capullos almendra, de los que obtenian seda joyante, la mas valiosa; los capullos ocal, de los que se hilaba seda redonda, mas fuerte y basta; y aquellos que estaban deteriorados, cuya seda se utilizaba para cordones y tejidos de poca calidad.

Hernando se pregunto que harian con la seda aquel ano. ?Como podrian trasladarla y venderla en la alcaiceria de Granada? Las noticias de los espias moriscos en la ciudad hablaban de que el marques de Mondejar continuaba reuniendo tropas para acudir a las Alpujarras.

—Ademas, el marques de los Velez se ha ofrecido al rey Felipe para atajar la revuelta por la zona de Almeria —comentaron unos hombres en la plaza del pueblo, cerca de donde el joven daba clases.

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