interrumpio Brahim, que recalco las dos ultimas palabras. Luego se inclino sobre Hernando con los ojos entrecerrados, retandole a quejarse de nuevo.
?Lo sabia! ?Tambien lo sabia su padrastro! Y sin embargo habia empunado la espada para cortarle la mano. Brahim observo como su hijastro se dirigia a la recua de Ubaid. Una mueca de satisfaccion aparecio en su rostro ante el enfrentamiento de ambos: los odiaba a los dos.
—Preparare tus animales —le dijo Hernando al arriero de Narila sin poder apartar la mirada de la venda ensangrentada que cubria el munon de su brazo derecho.
Ubaid escupio al rostro del muchacho, que se volvio hacia su padrastro.
—?Preparalas! —le grito Brahim. La sonrisa se habia borrado de sus labios.
—Apartate de las mulas —exigio entonces Hernando al arriero—. Preparare tus animales te guste o no, pero te quiero lejos de mi. —Vio un palo largo en el suelo, lo cogio con las dos manos y amenazo a Ubaid—. ?Lejos! —repitio—. Si te veo cerca de mi, te matare.
—Antes lo hare yo —mascullo Ubaid.
Hernando le aguijoneo con el extremo del palo pero Ubaid lo agarro con su mano izquierda impidiendoselo. Hernando noto una fuerza impropia para una persona en el estado del arriero. Brahim parecia disfrutar con el desafio, que se prolongo durante unos instantes. ?Que podia hacer?, se preguntaba el muchacho. «Utiliza tu inteligencia», recordo. De repente solto la mano derecha del palo y la alzo violentamente. Ubaid respondio instintivamente a la amenaza y levanto... ?su munon! El brazo cercenado y ensangrentado frente a su rostro hizo dudar al arriero, oportunidad que aprovecho Hernando para golpearle con el palo en el estomago. El arriero trastabillo y cayo al suelo.
—?No te acerques a mi! Quiero verte lejos en todo momento —le ordeno, azuzandole de nuevo con el palo.
Sin poder ocultar el dolor en su muneca, Ubaid se arrastro lejos de las mulas.
Aben Humeya establecio su base de operaciones en el castillejo de Poqueira, enclavado en lo alto de un cerro rocoso desde el que se controlaba el barranco de la Sangre, el de Poqueira y el rio Guadalfeo. Hernando anduvo el camino desde Juviles junto a casi un millar de moriscos mas, algunos armados, los mas cargados con simples aperos de labranza, pero todos deseosos de entrar en combate contra las fuerzas del marques. Ubaid, siempre por delante, logro resistir el trayecto apoyandose en las mulas, incapaz siquiera de montarse en alguna de ellas. Los de Juviles no eran los unicos: multitud de moriscos acudia a la llamada del rey de Granada y de Cordoba. En el castillejo ya no cabia nadie mas y la gente se desparramaba por el pequeno pueblo de Pampaneira, donde las casas ya no podian acoger a mas personas, y afortunado podia considerarse aquel que encontrara refugio contra el frio bajo los «tinaos» que, de casa a casa, cubrian las sinuosas callejuelas del pueblo.
Llegaron de noche, poco antes de que una partida de moriscos regresara derrotada a Pampaneira, dejando tras de si doscientos muertos. Esa misma noche empezo el trabajo para Hernando: varios caballos volvian heridos y Brahim ofrecio a su hijastro para que los curase.
Hasta la rebelion solo algunos monfies tenian caballos, puesto que los moriscos lo tenian prohibido. Incluso para echar el asno a las yeguas o el caballo a las burras y poder criar mulas, los moriscos tenian que pedir permisos especiales. Por eso