un suspiro—. Bien, pues justo despues de eso, no habria transcurrido ni un ano, cuando vuestro esposo se fue a vivir al palacio del duque de Monterreal. Rezuman odio hacia el nazareno, senora. —El padre de Efrain se removio inquieto ante el apodo utilizado por su hijo, pero Fatima no se inmuto; su expresion se endurecio y mantenia los punos fuertemente apretados—. Toda la comunidad morisca lo odia por sus actos y su traicion; lo comprobe con varios vecinos moriscos de la casa de Cosme. Lo siento —anadio el joven al cabo de unos instantes de silencio.

Durante el transcurso del largo viaje del joven Efrain desde Tetuan a Cordoba y su regreso, Fatima habia especulado con mil posibilidades: que Hernando hubiera rehecho su vida y que se negara a abandonar la capital de los califas, ?lo hubiera entendido! Incluso..., incluso llego a plantearse que pudiera haber fallecido, sabia de la terrible epidemia de peste que habia diezmado la poblacion de Cordoba seis anos atras. Pudiera ser que tampoco quisiera abandonar el puesto de jinete de las caballerizas reales que tanto le satisfacia, o que sencillamente decidiera que la comunidad lo necesitaba alli, en tierras cristianas, copiando el libro revelado, los calendarios o las profecias... ?Eso tambien lo hubiera entendido! Pero jamas llego a pasar por su imaginacion que Hernando hubiera traicionado a sus hermanos y a sus creencias. ?Acaso no habia sido ella misma quien renuncio a su libertad para entregar aquellos dineros por la manumision de un esclavo morisco?

—?Y dices...? —Fatima dudo. Era la epoca en que vivian juntos, los anos del levantamiento de las Alpujarras en los que sufrieron mil y una calamidades por su Dios, con Ubaid y Brahim maltratandoles y humillandoles. ?Como podia haberlo mantenido en secreto? Hernando le habia contado de su fuga de la tienda de Barrax con aquel noble cristiano, pero ?como podia haber callado la verdad despues de los sacrificios que ella misma hizo por unirse en matrimonio? ?Habia perdido a su pequeno Humam en aquella guerra santa!—. ?Dices que ya en las Alpujarras salvo la vida de varios cristianos?

—Si, senora. Se sabe con certeza del noble que lo acogio en su palacio y de la esposa de un oidor de la Cancilleria de Granada, pero la gente habla de muchos mas.

Fatima estallo. Los gritos e insultos que surgieron de su garganta resonaron en la estancia. Anduvo airada hasta el patio, en donde levanto los brazos al cielo y dejo escapar un aullido de rabia y dolor. El viejo judio hizo una sena a su hijo y ambos abandonaron el palacio.

Pocos dias despues, Fatima llamo a Shamir y a su hijo, Abdul, y les conto cuanto sabia de Hernando.

—?Perro! —se limito a mascullar Abdul en el momento en que su madre puso fin al relato.

Luego, ella los observo retirarse, serios y decididos, los colgantes de las vainas de sus alfanjes tintineando a su paso. ?Eran corsarios!, penso, hombres acostumbrados a vivir la crueldad.

A partir de aquel dia, Fatima se dedico a administrar con mano de hierro los beneficios y el patrimonio de la familia mientras los jovenes navegaban. Nada la distrajo de su labor, aunque a solas, por las noches, seguia recordando a Ibn Hamid con una mezcla de rabia y dolor. Mediante una esplendida dote, caso a Maryam con un joven de la familia Naqsis, quienes ya dominaban Tetuan. Tambien busco esposas adecuadas para Abdul y Shamir. La alianza que trabo con la familia Naqsis tras la muerte de Brahim le resulto rentable, y su condicion de mujer tampoco le impidio hacerse un lugar preeminente en el mundo de los negocios de la ciudad corsaria. No era la primera que intervenia en los asuntos de Tetuan; no en balde, tras ser conquistada por los musulmanes, su primera gobernadora fue una mujer tuerta cuya memoria era recordada y respetada. Como ella, Fatima tambien era temida y reverenciada. Como ella, tambien Fatima estaba sola.

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