—Dejame ver esos escritos —le rogo el platero.
Hernando devolvio la mano a su lugar y le entrego los papeles que llevaba. El maestro los examino: primero con cierta displicencia, pero despues, tras fijarse en los sellos de Salomon dibujados en varios de los escritos, en los caracteres puntiagudos con que aparecian trazadas las letras arabes y de descifrar alguna que otra frase al azar, entorno los ojos y se enfrasco en ellos como si le hubieran propuesto un reto.
—Hay veintidos conjuntos de escritos —explico Hernando—. Algunos, como veras, de una sola hoja; otros son mas extensos.
El orfebre reviso una y otra vez los papeles, extendiendolos sobre la pequena mesa de trabajo, calculando mentalmente su extension, imaginando ya como podian quedar cincelados sobre laminas de plomo. De repente se centro en unas hojas de caracteres ilegibles que no estaban escritas ni en latin, ni con la curiosa caligrafia arabe utilizada por Hernando.
—?Y esto? —inquirio.
— Lo llamo el Libro Mudo. No tiene sentido. Como veras, sus caracteres son totalmente indescifrables; me ha costado lo mio inventar letras sin sentido. En otro de los libros —Hernando revolvio entre los papeles—, en este, en el de la
Mientras Binilit asentia con un murmullo, Hernando dejo vagar la idea que habia guiado sus pasos: aquellos plomos eran un ingenioso rompecabezas elaborado alrededor de una figura central, la Virgen Maria, que, uno tras otro, conducian hasta un final aparentemente sin salida: el Libro Mudo, el Evangelio de la Virgen, escrito en una lengua incomprensible, que dejaria perplejos a quienes lo estudiaran. Sin embargo, tal y como acababa de explicar a Binilit, en otro de los plomos se anunciaba la aparicion de un texto que aclararia el misterio. Aquel seria el evangelio de Bernabe, que el tan celosamente guardaba. Cuando los plomos fueran aceptados, y con ellos aquel enigmatico Libro Mudo, el evangelio de Bernabe, con su contenido cercano al islamismo, resplandeceria como la unica e incuestionable verdad.
—De acuerdo —convino el platero sacandole de sus pensamientos—. Os avisare cuando los tenga hechos.
Hernando echo mano a su bolsa para pagar los trabajos, pero el maestro le detuvo.
—No cobro por mis joyas mas que lo necesario para llevar una vida sobria y frugal; ya soy viejo. Lo unico que pretendo es que los musulmanes puedan seguir luciendo los adornos de sus antepasados. Asi pues, me pagaras cuando los cristianos acepten la palabra revelada.
En aquel segundo viaje, Hernando llego a Jarafuel tras cuatro dias de viaje en los que fue sumandose a las caravanas de mercaderes o arrieros que encontraba en las ventas donde hacia noche. Aquellos caminos podian deparar desagradables encuentros con cuadrillas de bandoleros, pero tambien con todo tipo de gentes que los frecuentaba: infinidad de frailes y sacerdotes que se desplazaban entre conventos, titiriteros que iban de pueblo en pueblo para ofrecer sus espectaculos, extranjeros y gitanos, picaros, y un sinfin de mendigos expulsados de las ciudades y que pedian limosna a viajeros y peregrinos.