ahi al lado, por si no lo supiera —ironizo.
A solas en la biblioteca, Hernando no podia dejar de pensar en todo aquello: ?queria casarse con Rafaela?
—?Estas solo! ?Necesitas una mujer a tu lado, que cuide de ti, que te quiera y te de el calor de una familia —le habia gritado Miguel a la manana siguiente del encuentro en las cuadras, cuando Hernando le comento que lo sentia pero que debia encontrar otra solucion ya que el no estaba dispuesto a contraer matrimonio; lo que debia hacerse, le dijo tambien, era denunciar la situacion de los expositos a la justicia—. ?No te das cuenta? —continuo el muchacho—. Llevas anos recluido entre tus libros y tus escritos. Y los hijos, ?no te gustaria tener hijos que hereden tus propiedades? ?Formar una nueva familia? ?Cuantos anos tienes? ?Cuarenta? ?Cuarenta y uno? Estas envejeciendo. ?Quieres vivir solo tu vejez?
—Te tengo a ti.
—No. —Se hizo un embarazoso silencio entre ambos—. Lo he pensado mucho. Si no te casas con Rafaela, si no la libras del convento, volvere a las calles.
—No es justo que me amenaces asi —replico Hernando, al tiempo que adoptaba una actitud extremadamente seria.
—Si, si que es justo —insistio Miguel, mientras con los labios apretados negaba con la cabeza, consciente de la trascendencia de sus palabras—. Te dije que salvar a esa muchacha era todo mi objetivo. Por Dios que si yo pudiera, si tuviera la mas minima oportunidad, no recurriria a ti. Tu puedes negarte a contraer matrimonio, lo respeto. Pero yo no podria continuar viviendo aqui si no me prestas la ayuda que te pido.
—?Pero me estas pidiendo que me case!
—?Y? Aquellos que llamas tus hermanos en la fe no quieren saber nada de ti. ?Pretendes salir en busca de otra cristiana para casarte? ?Que hay de malo en hacerlo con Rafaela? Tendras una buena mujer que te servira, te atendera y te dara hijos. Eres rico. Posees una casa, rentas, tierras y caballos. ?Por que no casarte?
—?Soy musulman, Miguel! —protesto Hernando.
—?Y que mas da? Cordoba esta llena de matrimonios entre moriscos y cristianas. Educa a tus hijos en esas dos religiones que pretendes unir, ?a que si no tanto trabajo? ?En beneficio de aquellos que te rechazan y te insultan? ?Hacia donde vas?, ?cual es tu futuro? Casate con Rafaela y se feliz.
«Se feliz.» Aquellas dos simples palabras le persiguieron durante todo el dia siguiente antes de que se decidiese a llamar a la puerta del jurado. ?Llego alguna vez a buscar la felicidad? Fatima y los ninos se la proporcionaron. ?Que lejos estaban aquellos tiempos! Hacia ya catorce anos que los habian asesinado a todos. ?Y desde entonces? Estaba solo. La tristeza que le habia asaltado durante su ultimo viaje a Granada, con Estudiante mordisqueando las hierbas de la ribera del Darro y el mirando la ladera donde estaba emplazado el carmen de Isabel, torno a su recuerdo. Miguel tenia razon. ?Para quien tanto trabajo y esfuerzo? ?Se feliz! ?Por que no? Rafaela parecia una buena mujer. Miguel la adoraba. ?Y si se iba Miguel? Si tambien le abandonaba su unico amigo...
?Que podia perder casandose? Imagino la casa con ninos correteando, sus gritos y risas alegrando el trabajo que llevaba a cabo en la biblioteca. Se imagino contemplando sus juegos en el patio, apoyado en la barandilla de la galeria, igual que hacia con Francisco e Ines. ?Catorce anos! Se sorprendio al no sentirse culpable por plantearse aquella posibilidad: Rafaela era tan distinta a Fatima... Nadie hablaba de amor; pocos matrimonios se contraian por amor. Tampoco de pasion; solo de la posibilidad de huir de aquella melancolica soledad que debia reconocer que tan a menudo le embargaba. Entonces imagino esos otros hijos y una indefinible sensacion de sosiego se apodero de el.
