la joven parecia contagiosa, y Hernando actuo con prudencia, procurando no danarla. Olvido el placer que buscaba con Fatima e Isabel y se ayuntaron a la cristiana, con la muchacha postrada en el lecho, sin mostrar su cuerpo, ataviada con su camisa larga, evitando el pecado.

Un ano y medio despues, su union se vio bendecida con el primero de sus hijos: un varon, al que llamaron Juan.

62

En el ano de 1600, don Pedro de Granada Venegas reclamo la presencia de Hernando en su ciudad. Se aproximaba el momento de enviar el evangelio de Bernabe al turco, porque los plomos que recogian los escritos de Hernando y que don Pedro, Luna y Castillo habian ido escondiendo desde la aparicion del primero de ellos para que los cristianos los encontraran en las cuevas del monte Valparaiso, ahora rebautizado por el pueblo como el Sacromonte, habian logrado su primer objetivo.

Ese ano, el arzobispo don Pedro de Castro, haciendo caso omiso a las voces que clamaban su falsedad, y a los requerimientos de Roma que aconsejaban prudencia ante los hallazgos, califico los huesos y cenizas encontrados junto a los plomos como reliquias autenticas. ?Por fin Granada disponia de las reliquias de su patron, san Cecilio, y de otros tantos martires que acompanaron al apostol Santiago! ?Por fin Granada se liberaba del yugo de ciudad mora y se equiparaba a cualquiera de las mas importantes sedes de la cristiandad en Espana! Granada era tan cristiana, quiza incluso mas, que Santiago, Toledo, Tarragona o Sevilla. Alli mismo, en el monte sagrado, habian padecido martirio muchos hombres santos.

Pero si el arzobispo de Castro tenia autoridad y legitimidad para declarar autenticas las reliquias, no disponia de igual capacidad para hacer lo propio con los plomos y afirmar la verdad de la doctrina que contenian laminas y medallones; eso era competencia exclusiva de Roma, que reclamo que le fuesen enviados, algo a lo que el prelado se negaba, reteniendolos con la excusa de la complejidad, encargada precisamente a Luna y Castillo.

Tal fue la situacion que Hernando encontro en Granada: las reliquias habian sido declaradas autenticas, mientras que los plomos que decian que aquellas eran precisamente las reliquias de tal o cual santo varon apostolico se hallaban todavia en estudio. Pero esos problemas formales de competencias no parecian afectar al fervoroso pueblo granadino, ni tampoco al nuevo rey Felipe III, coronado dos anos antes tras la lenta, agonica y dolorosa muerte de su padre, que se mostraba entusiasmado ante esa nueva y cristianisima Granada.

Hernando acudio al Sacromonte acompanado de don Pedro de Granada; tanto Castillo como Luna excusaron la visita. Los dos hombres, a caballo, seguidos por un par de lacayos, siguieron la carrera del Darro, doblaron la puerta de Guadix e iniciaron el ascenso al monte sagrado por un sendero que partia de una de las salidas en las viejas murallas que rodeaban el Albaicin. Hernando no conocia ese camino. Hacia tres anos que no visitaba Granada, desde que les habia llevado por fin la esperada transcripcion del evangelio de Bernabe, que Luna y Castillo habian podido estudiar a su gusto. Por otra parte, el descubrimiento de los plomos habia desplazado el interes del cabildo catedralicio por los martires de las Alpujarras, asi que este habia dejado de encargarle informes.

— Desde que aparecio la primera lamina —comento don Pedro mientras ascendian—, se han sucedido los milagros y las apariciones. Gran parte de los granadinos, entre ellos todas las monjas de un convento, ha testificado ante el arzobispo haber visto y presenciado luces extranas sobre el monte y hasta procesiones etereas iluminadas por fuegos sagrados dirigiendose hacia las cuevas. ?Te lo imaginas? ?Todo un convento de monjas! —Hernando meneo la cabeza, gesto que fue percibido por don Pedro—. ?No lo crees? —le pregunto—.

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