—Comera con nosotros —le explico el noble mientras los lacayos se hacian cargo de los caballos—. Tiene mucho interes en conocer a Miguel de Luna y Alonso del Castillo. Le he comentado que ademas de traductores, tambien son medicos. Don Martin sostiene que existe una epidemia de peste en Granada.

Mientras comian en la casa de los Tiros, don Martin reconocio que se hallaba en la ciudad en calidad de comisionado por el cabildo cordobes para investigar unos rumores de peste. Todas las grandes ciudades espanolas se negaban a reconocer oficialmente la epidemia hasta que los muertos se amontonaban en las calles. Declarar la enfermedad conllevaba el inmediato aislamiento de la ciudad apestada y la paralizacion de todo trato comercial con ella. Por eso, en el momento en que surgia la menor sospecha en algun lugar, los cabildos de las otras ciudades enviaban a medicos de su confianza para que comprobaran por ellos mismos la veracidad de los rumores.

—El presidente de la Chancilleria —explico don Martin durante la comida— me ha autorizado a investigar y me ha comentado que es poca cosa, que las gentes estan sanas.

Tanto Luna como Castillo soltaron una exclamacion.

—El cabildo organiza fiestas y bailes por las noches para distraer a los ciudadanos —reconocio el ultimo—, pero hace ya algun tiempo que se han empezado a tomar medidas contra la peste.

—Lo se, pero no son medidas preventivas, sino paliativas —afirmo el doctor Martin Fernandez—. He visto las sillas entoldadas en las que extraen a los apestados de la ciudad, y a cuadrillas de soldados que controlan los barrios. He visitado el hospital de apestados y ninguno de los medicos que trabajan en el hablan de otra cosa que no sea de la peste.

—No pasara mucho tiempo —intervino Miguel de Luna— hasta que se vean obligados a reconocer oficialmente la epidemia.

Hernando escuchaba con un interes no exento de estupor.

—?No seria mejor actuar de inmediato? —pregunto—. ?Que se gana con negar la realidad? Es el pueblo el que sale perjudicado, y la peste no distingue entre senores y vasallos. ?Que quereis decir con medidas paliativas? ?Existe alguna forma de prevenir la enfermedad?

—Son paliativas —le contesto el medico cordobes— porque solo se adoptan frente a los apestados. Tradicionalmente se ha creido que la peste se contagia a traves del aire, aunque ahora ganan terreno algunas teorias que sostienen que tambien se propaga mediante las ropas y el contacto personal. Lo mas importante es purificar el aire y quemar hierbas aromaticas en todos los rincones de la ciudad, pero tambien hay que procurar la limpieza y favorecer la reclusion de la gente en sus casas en lugar de promover fiestas y aglomeraciones; ordenar el tapiado de las casas donde se ha producido algun caso y el aislamiento de cualquier persona que presente algun sintoma, incluso de sus familiares. Mientras no se adopten esas medidas, se deja via libre al contagio y a la verdadera epidemia.

—Pero... —trato de intervenir Hernando.

—Y lo mas importante —le interrumpio don Martin al tiempo que Luna y Castillo asentian, seguros de lo que diria a continuacion—, cerrar la ciudad para que la epidemia no se extienda a otros lugares.

Granada cayo al poco y la peste llego a Cordoba al ano siguiente, en la primavera de 1601. Pese al contundente informe que el doctor Martin Fernandez habia presentado sobre la negligente actuacion de las autoridades granadinas, el cabildo de la ciudad califal actuo exactamente igual que el de la Alhambra, y al tiempo que prohibia las ventas

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