?Quienes...?
Uno de ellos le arrojo el contenido de un pellejo de agua helada sobre el rostro. El frio lo reanimo. Hizo entonces otro intento de levantarse, pero en esta ocasion una bota sobre su pecho se lo impidio. La silueta de cuatro hombres se dibujaba contra el resplandor de las hogueras, sus rostros seguian ocultos en las sombras.
—?Que pretendeis? —pregunto, algo mas consciente.
—Matar a un perro renegado y a un traidor —contesto uno de ellos.
La amenaza resono en la noche. Hernando se esforzo por pensar con celeridad, al tiempo que notaba como la punta de un alfanje se posaba en su cuello. ?Por que querian matarlo? ?Quiza alguien que le conocia de Cordoba? No habia reconocido a nadie de la ciudad en la reunion, pero... La punta del alfanje jugueteo sobre su nuez.
—No soy renegado ni traidor —afirmo con determinacion—. Quien os haya dicho tal cosa...
—Quien nos lo dijo te conoce bien.
Hernando casi no podia hablar; la punta del alfanje presionaba sobre su garganta.
—?Preguntad a Munir! —balbuceo—. ?El alfaqui de Jarafuel! El os dira...
—Si lo hiciesemos y le contaramos cuanto sabemos de ti, seria el quien te mataria, con toda seguridad, y esto es algo que debemos hacer nosotros. La venganza...
—?Venganza? —se apresuro a preguntar—. ?Que mal os puedo haber causado a vosotros para que busqueis venganza? Si es cierto que soy renegado y traidor, que me juzgue el rey.
Uno de ellos se acuclillo junto a el: tenia aquel rostro a un palmo escaso del suyo, notaba su aliento calido. Sus palabras rezumaban odio.
—Ibn Hamid —susurro. Hernando temblo con solo escuchar aquel nombre. ?Alpujarrenos? ?Que significaba...?—. Era asi como te gustaba que te llamasen, ?no? —volvio a susurrar.
—Asi es como me llamo —afirmo.
—?El nombre de un traidor a su gente!
—Jamas la he traicionado. ?Quien eres tu para sostener tal infamia?
El hombre hizo una sena a otro de ellos que corrio al claro y volvio con una tea encendida.
—Mirame, Ibn Hamid. Quiero que sepas quien va a poner fin a tu vida. Mirame..., padre.
El hombre acerco la tea, y la oscuridad se quebro para que Hernando observase unos inmensos y furibundos ojos azules clavados en el. Sus rasgos, sus facciones...
—Dios —murmuro desconcertado—. ?No puede ser! —Se sintio mareado. Miles de recuerdos se amontonaron en su mente a la sola vision de aquel rostro, todos ellos pugnando por imponerse a los demas. Habian transcurrido mas de veinte anos...—. ?Francisco? —musito.
—Hace mucho que me llamo Abdul —respondio con dureza su hijo—. Y aqui esta tambien Shamir, ?le recuerdas?
?Shamir! Hernando intento reconocerle entre los tres