restantes, pero ninguno de ellos salio de entre las sombras. La confusion se apodero de su mente: Francisco estaba vivo... Y tambien Shamir. ?Habian escapado de Ubaid? Pero su madre... Aisha le habia asegurado que estaban muertos, que habia visto con sus propios ojos como el arriero los mataba en la sierra.
—?Me aseguraron que habiais muerto! —exclamo—. Busque... Os busque durante semanas, recorri la sierra tratando de hallar vuestros cuerpos. El de Ines... y el de Fatima.
—?Cobarde! —le insulto Shamir.
—Mi madre espero... todos esperamos durante anos a que vinieses a ayudarnos —anadio Abdul—. ?Perro! No moviste ni un dedo por tu esposa, ni por tu hija, ni por tu hermanastro. ?Ni por mi!
Hernando sintio que le faltaba el aire. ?Que acababa de decir su hijo? Que su madre habia esperado... ?Su madre! ?Fatima!
—?Fatima vive? —pregunto con un hilo de voz.
—Si, padre —le escupio Abdul—. Vive... Aunque no gracias a tu ayuda. Todos hemos sobrevivido. Tuvimos que soportar el odio de Brahim, sentirlo en nuestras carnes. ?Ella la que mas! Y mientras tanto, tu te olvidabas de tu familia y traicionabas a tu pueblo. El perro de Brahim ya lo ha pagado con su vida, te lo aseguro. ?Ahora eres tu quien debe rendir cuentas por ello!
?Brahim! Hernando cerro los ojos, dejo que la verdad fuera penetrando en su mente. Brahim habia cumplido con su amenaza: habia vuelto a por Fatima y se habia vengado de su hijastro arrebatandole a sus hijos, a su esposa, todo cuanto amaba... ?Como no se le habia ocurrido pensarlo? Habia venido a por ellos y se los habia llevado... Pero entonces... ?Y la toca blanca de Fatima? ?La habia visto en el cuello del cadaver de Ubaid! ?Como era posible? ?Ubaid y Brahim juntos? Un pensamiento cruzo su cerebro sin que pudiera detenerlo. ?Su madre debia de saberlo! Aisha le habia dicho que Ubaid los mato a todos, Aisha habia jurado y perjurado que habia presenciado las muertes de Fatima y los ninos... Aisha le habia enganado. ?Por que? La idea de que su madre le hubiera mentido se le hizo insoportable, y pese al alfanje, a Francisco y al hombre que mantenia la tea junto a sus rostros, Hernando se aovillo en el suelo. Noto que el corazon se le aceleraba en el pecho, como si quisiera estallar. ?Dios! ?Fatima vivia! Quiso llorar, pero sus ojos se negaban a derramar ni una sola lagrima. Se encogio todavia mas a consecuencia de las convulsiones que de repente asaltaron su cuerpo, como si el mismo pretendiera romperse en pedazos. ?Toda una vida convencido de que su familia habia sido asesinada por Ubaid!
—?Fatima! —llego casi a gritar.
—Vas a morir —sentencio Shamir.
—Muerte es esperanza larga —contesto Hernando sin pensar.
Abdul extrajo una daga de su cinto. En el claro, los moriscos asistian en respetuoso silencio a la coronacion de su rey. «Juro morir por el unico Dios», se oia en el bosque en el mismo momento en el que el hombre que aguantaba la tea estiro del cabello de Hernando para que presentase su cuello. La hoja de la daga brillo.
?Fatima! La mujer estallo en la memoria de Hernando.
—?Quien eres tu para hacerlo? —se revolvio entonces—. ?No morire sin antes poder hablar con tu madre! ?No dejare que me mates sin conseguir su perdon! Os creia muertos, y solo Dios sabe cuanto he sufrido por vuestra perdida. Que sea Fatima quien decida si desea concederme el perdon o el castigo; no tu. Si debo morir, que sea ella quien lo decida.
Movido por un subito acceso de rabia, empujo a su hijo que,