el propio judio se lo habia propuesto nada mas enterarse de la situacion. Sin la ayuda de Efrain, era imposible que la familia de Shamir llegase a conocer las inversiones que en interes del corsario se mantenian a lo largo y ancho del Mediterraneo, de lo que se podia aprovechar Fatima en su propio beneficio. El judio tampoco deseaba perder la direccion y los beneficios de todos aquellos negocios que con seguridad los familiares de Shamir no continuarian confiandole. Fatima podia continuar siendo rica, pero no en Tetuan, un lugar en el que nunca podria acreditar de donde obtenia aquellos dineros.
Paseo por el salon rozando distraidamente los muebles con las yemas de sus dedos. Sin Abdul y Shamir estaba sola, pero por fin era totalmente libre. Ya nada la retenia en Tetuan. ?Por que no marcharse de aqui para siempre? Y ahora Ibn Hamid iba a ser expulsado de Espana y su insulsa esposa cristiana se veria obligada a quedarse atras. ?Quien sino el propio Dios podia mandarle un mensaje tan claro?
Llego hasta el patio y contemplo el correr del agua de una fuente, pensando que pronto dejaria de verla. ?Constantinopla! Alli podria vivir. En esos momentos Fatima se permitio pensar en Ibn Hamid, algo que en los ultimos anos habia intentado evitar: deberia de rondar ahora los cincuenta y seis anos, uno mas que ella. ?Que aspecto tendria? ?Como le habria tratado el paso del tiempo? Sus dudas se disiparon de repente. ?Si! ?Tenia que verlo! El destino, que los habia separado con crueldad, le deparaba ahora la oportunidad del reencuentro. Y ese reencuentro era algo que ella, Fatima, la mujer que habia sufrido y matado, amado y odiado, no pensaba dejar escapar.
—?Llamad a Efrain! —se decidio por fin, dirigiendose a sus esclavos.
El judio le habia dicho que serian expulsados por el puerto de Sevilla. Necesitaba acudir alli antes de que lo desembarcaran en algun lugar en el que pudiera caer en manos de los berberiscos. Conocia las matanzas de los deportados del reino de Valencia; en Tetuan tampoco fueron bien recibidos aquellos que lograron llegar a la ciudad corsaria, muchos los consideraron cristianos que solo acudian a Berberia a la fuerza y los mataron. ?Tenia que llegar a Sevilla antes de que embarcase! Necesitaba una nave capaz de ir luego a Constantinopla. Necesitaba cedulas que le permitiesen moverse por la ciudad espanola para encontrarlo. Pero antes debia arreglar sus asuntos. Tendria que comprar muchas voluntades. Efrain se ocuparia de todo. Siempre lo hacia. Siempre conseguia cuanto deseaba... por mas oro que costase.
—?Donde esta Efrain? —aullo.
Les permitieron quedarse en la casa hasta que el jurado Gil Ulloa regresase de Sevilla y dispusiese de ella. Durante todo el dia, Rafaela presencio como un escribano y un alguacil hacian detallado inventario de todos los objetos y enseres que quedaban en la vivienda.
—El bando... —titubeo Rafaela en el momento en el que el escribano revolvia en el baul donde guardaba sus ropas—, el bando establece que solo los bienes raices quedaran en poder real. Los demas son mios.
—El bando —le contesto asperamente el hombre, mientras el alguacil, con lascivia, alzaba a contraluz una enagua blanca bordada— otorgaba a los moros la posibilidad de llevarse sus pertenencias. Si tu esposo no lo ha hecho asi...
—?Esas ropas son mias! —protesto ella.
—Tengo entendido que acudiste al matrimonio sin dote, ?no es asi? —replico el escribano sin volverse hacia Rafaela, anotando la enagua en sus papeles al tiempo que el alguacil, tras lanzarla sobre el lecho, se disponia a coger la siguiente prenda—. Careces de bienes —anadio—. La propiedad de todo esto la tendra que decidir el consejo o un juez.
—Son mias —insistio Rafaela con voz cada vez mas debil. Se