entretuvo a sus hijos y trato de ensenarles a cazar pajarillos. Encontro parte de una soga reseca, desunio los hilos y bajo la atenta mirada de sus hijos empezo a hacer diversos tipos de lazadas que luego colocaron en las ramas de los arboles. No cazaron ninguno, pero los crios pasaron mucho tiempo distraidos. Tampoco les falto de comer, Hernando conocia bien esas tierras y salvo carne, encontro cuanto era necesario para mantenerse. Transcurrio una semana y nadie se habia acercado a Vinas, entonces anuncio a Rafaela que partia por unos dias con Amin y Muqla.

—?Adonde vais?

—Debo ensenarles una cosa. —El temor aparecio en el semblante de su esposa—. No te preocupes —la tranquilizo—. Nadie vendra por aqui. Estate atenta y si vieses algo extrano, refugiate con los ninos en las cuevas cerca de las que intentamos cazar los pajarillos. Laila sabe donde estan.

El castillo de Lanjaron se alzaba, imponente, tal y como Hernando lo recordaba. Esperaron al pie del cerro a que anocheciese antes de iniciar el ascenso. Hernando habia procurado que el viaje coincidiera con la luna llena, que brillaba inmensa en un cielo estrellado y sin nubes. Seguido de sus hijos, se dirigio hacia el bastion del lado sur de la fortaleza.

—No hay otro Dios que Dios y Muhammad es el enviado de Dios —susurro en la noche.

Luego se acuclillo y empezo a excavar. Cuando dio con la espada de Mahoma, la extrajo con cuidado y la presento a sus hijos, destapando reverentemente las telas en las que la habia envuelto en su dia.

—Esta —les dijo— es una de las espadas que pertenecio al Profeta.

Hubiera deseado que la vaina de oro y sus colgantes brillara a la luz de la luna del mismo modo que relucia anos atras, cuando el la contemplo por primera vez en la cabana de Hamid. En su lugar, encontro ese deseado refulgir en los ojos desmesuradamente abiertos de sus hijos. Desenvaino el alfanje. La hoja rechino al salir y Hernando se estremecio al comprobar que entre la herrumbre del filo todavia se apreciaban manchas de sangre seca, la del cuello de Barrax. ?El arraez corsario! Su mente se perdio en los recuerdos, y una vez mas, pese a todo, los ojos negros de Fatima se le aparecieron como estrellas en la noche.

Unas tosecillas le devolvieron a la realidad. Miro a Amin y luego se quedo prendado en Muqla; incluso a la luz de la luna, sus ojos refulgian.

—Durante anos —afirmo entonces con vehemencia—, esta espada ha sido custodiada por musulmanes. Primero, cuando reinabamos en estas tierras, fue exhibida con orgullo y utilizada con valor; luego, cuando llego el momento del sometimiento de nuestro pueblo, fue escondida a la espera de una nueva victoria que algun dia llegara. Nunca dudeis de ello. Hoy estamos mas derrotados que nunca; nuestros hermanos son expulsados de Espana. Si lo que tengo previsto sale bien, deberemos seguir comportandonos como cristianos, mas si cabe puesto que ya pocos musulmanes quedaran en Espana; deberemos hablar como ellos, comer como ellos y rezar como ellos, pero no desespereis, hijos. Probablemente yo no lo vea, quiza tampoco vosotros, pero algun dia, algun creyente volvera aqui para hacerse con esta espada y... —Por un instante vacilo al recordar las palabras de Hamid, tantos anos atras. ?Que iba a decirles? ?Que la espada se alzaria para vengar la injusticia? A pesar de la rabia que sentia, no queria que sus hijos crecieran con una idea de odio en sus mentes—. Y la sacara a la luz, como simbolo de que nuestro pueblo ha recuperado la libertad.

»Acordaos siempre de donde esta esperandonos y, si no es en vida vuestra, transmitid este mensaje a vuestros hijos para que ellos lo hagan con los suyos.

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