Nunca desfallezcais en la lucha por el unico Dios. ?Juradlo por Ala!

—Lo juro —contesto Amin con seriedad.

—Lo juro —le imito Muqla.

Durante el camino de vuelta a Vinas, Hernando penso en lo que acababa de hacer jurar a sus hijos. Habia trabajado para acercar a las dos religiones, para lograr que los cristianos aceptasen su presencia, para que les permitiesen hablar en arabe..., y sin embargo habia atizado a sus hijos contra ellos, en busca ?de que? Estaba confundido. Con las imagenes de miles de moriscos sometidos, amontonados y tratados como animales en el Arenal de Sevilla, recordo el dia en que Hamid le entrego el alfanje; entonces luchaban por su supervivencia, dispuestos a entregar la vida por sus leyes y sus costumbres. ?Que diferencia con esta humillante expulsion de Espana! Solo quedaban ellos y probablemente algunos moriscos mas escondidos en los campos y las ciudades. ?Donde estaba el entendimiento por el que habia apostado? En la noche, andando hacia las sierras, paso los brazos por encima de los hombros de sus hijos y los atrajo hacia si. Ellos mantendrian encendida la llama de la esperanza para un pueblo maltratado; un debil fuego, ciertamente, pero ?no empezaban los grandes incendios por la mas nimia de las chispas?

Miguel volvio a las Alpujarras al cabo de casi veinte dias, montado en una nueva mula y acompanado por don Pedro de Granada Venegas, a caballo, solo, sin la compania de criado alguno. Podian refugiarse, les ofrecio el noble, en las tierras que senoreaba en Campotejar, en el limite de las provincias de Granada y Jaen, pero debian hacerlo como cristianos trasladados desde la capital granadina. Don Pedro consiguio que le falsificaran documentos que los acreditaban como ciudadanos granadinos, supuestamente cristianos viejos. Hernando se llamaba ahora Santiago Pastor; Rafaela, Consolacion Almenar. Nadie se extranaria de su traslado. La expulsion de los moriscos habia dejado los campos vacios, sin manos que los trabajaran, principalmente los del reino de Valencia, pero tambien los de otros lugares, y el senorio de los Granada Venegas no era una excepcion. Tambien le entrego dos cartas: una dirigida al criado que se ocupaba de los asuntos de su senorio y otra de presentacion para el parroco de Campotejar, amigo suyo, en la que encomiaba la religiosidad de quienes presentaba como sus mas leales servidores y a los que garantizaba como personas temerosas de Dios. Miguel aparecia en los papeles como un familiar mas. Si no cometian errores, nadie les molestaria, les aseguro don Pedro.

—?Que se sabe de los plumbeos? —le pregunto Hernando en un aparte, antes de que el noble montase en su caballo para volver a la ciudad.

—El arzobispo continua reteniendo los libros e interviniendo personalmente en su traduccion. No permite la mas minima referencia a doctrinas musulmanas. Se esta construyendo una colegiata en el Sacromonte en la que se veneran las reliquias, y un colegio para impartir estudios religiosos y de derecho. Hemos fracasado.

—Quiza algun dia... —dijo Hernando, con la voz tenida de esperanza.

Don Pedro lo miro y nego con la cabeza.

—Aunque lo consiguieramos, aunque el sultan o cualquier otro rey arabe diera a conocer el evangelio de Bernabe, ya no quedan musulmanes en Espana. Careceria de importancia.

Hernando fue a replicar, pero se contuvo. ?Acaso don Pedro no otorgaba importancia al hecho de que saliera a la luz la verdad, con independencia de los moriscos espanoles? Los nobles conversos habian logrado salvarse de la expulsion. Don Pedro habia encontrado sus raices cristianas a traves de la aparicion de Jesucristo que alguien habia contado en un libro para su mayor grandeza. Los ayudaba, si, pero ?seguia creyendo en el unico Dios?

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