acepte con cierto reparo. Nunca lo habia probado, pero no queria parecer desagradecido. Mordi un pedazo igual al de el. Sabia a rayos (como una fruta quemada y picante, solo que mas amarga), y me pregunte como era posible que aquel joven lo saborease con tanto entusiasmo, por no hablar del ruido que hacia. Mientras la bola de tabaco se movia dentro de mi boca soltaba un liquido repugnante cuyo hedor me anego los orificios nasales. Se me agarroto la garganta y por un segundo no pude respirar; jadee y adverti que me habia quedado sin voz.

– No suelo disfrutar de compania cuando voy por estos caminos -comento Furlong-. Mi padre me manda una vez a la semana a Dover. Somos proveedores, ?sabes? Tenemos una granja y enviamos algunos de nuestros productos lacteos al continente. No es que ganemos mucho, la verdad, pero contribuye a crear la fama de mi padre como hombre con negocios en el extranjero. Asi es como le gusta que lo conozcan en el pueblo, ?sabes?

Asenti con la cabeza y tosi suavemente para escupir aquella mucosidad repulsiva en la mano; a continuacion la deje caer con disimulo a un lado del carro. Me volvi y encontre la mirada de Dominique, que, divertida, enarcaba una ceja. Me habia puesto morado por el esfuerzo y tuve que tragar saliva varias veces para quitarme el mal sabor del tabaco; habria dado lo que fuera por tener a mano una jarra de agua fria para enjuagarme la boca.

– Por este camino siempre encuentras gente, ?sabes? -prosiguio Furlong-. Pero no recojo a hombres solos. Nunca se sabe. Hay gente muy mala que te cortaria el cuello sin pensarselo dos veces por sacarte unas libras. Jamas me separo de esto. -Alargo la mano a un lado del carro y levanto un gran cuchillo con una hoja dentada de unos treinta centimetros. Paso los dedos por el filo y me estremeci, esperando ver como brotaba la sangre-. Corta lo suyo, ?eh? Jamas me olvido de afilarlo antes de salir todos los meses. Por si las moscas, ?entiendes?

– Claro -conteste sin saber que respuesta esperaba.

– Pero cuando os he visto tan solos en el camino, a ti, a tu novia y a tu pequeno, yo…

– Mis hermanos -lo corregi, insistiendo en el engano.

– …pues he decidido echaros un cable. Me ha parecido una buena idea; el tiempo pasa mas deprisa si tienes compania.

– Es usted muy amable -dije, y senti una pizca de simpatia hacia Furlong y sus viajes solitarios de ida y vuelta entre Bramling y Dover-. Empezaban a dolerme los pies y Tomas no paraba de quejarse.

– No puedo hacer nada por tus pies -dijo escudrinando el camino desierto mientras oscurecia-, pero, en cuanto al crio, una buena zurra es lo que le daria al oir la primera queja; asi se acabarian las tonterias.

Lo mire de reojo, esperando que sonriera para dar a entender que era broma, pero no podia haberlo dicho mas en serio. Por suerte, mi medio hermano se habia dormido nada mas subir al carro, pues no queria ni pensar como se habria portado de estar despierto y que fatales consecuencias nos habria acarreado su conducta.

– ?Esta usted casado, senor Furlong? -pregunte tras otro largo silencio durante el cual me devane los sesos buscando posibles temas de conversacion.

Para ser un hombre que agradecia la compania, parecia contento de permanecer sentado a mi lado mirando el camino, como si la mera presencia de otros seres humanos en el carro le bastase. Solto una carcajada y respondio:

– Todavia no; pero espero estarlo pronto.

– ?Tiene prometida?

Furlong se sonrojo, y me sorprendio su pudor, un rasgo que habia visto en muy poca gente.

– Podria decirse que he contraido una especie de compromiso con una joven de mi parroquia -afirmo en tono pausado, como el que emplearia un gentil caballero-, aunque todavia no hemos fijado el dia de la boda.

– Vaya. -Esboce una sonrisa-. Pues les deseo mucha suerte.

– Gracias.

– ?Cuando cree que se concretara la fecha?

Titubeo y me parecio que se ponia serio.

– Pronto -contesto-. Ha habido… -vacilo en busca de la palabra adecuada- cierta complicacion. Pero espero que se solucione muy pronto.

– Todos los idilios son complicados -comente alegremente, yo, que con solo diecisiete anos y una unica experiencia amorosa a cuestas, pretendia comportarme como un hombre de mundo-. Supongo que cuando al final se resuelven las dificultades todo vale mas la pena.

– Si, supongo que si -repuso.

Abrio y cerro la boca varias veces, como si quisiera anadir algo pero no supiese como empezar o tuviese dudas sobre mencionar el asunto. Me quede callado y mire al frente, cerrando los ojos un instante para descansar, cuando oi su voz de nuevo, ahora mucho mas alta y sin rastro del buen humor de antes.

– Jane y yo (se llama Jane, ?sabes?) nos conocimos hara ocho anos y hemos llegado a una especie de acuerdo mutuo. A veces la llevo a pasear o me paso toda la tarde con ella y le doy un regalo, algo bonito, ?sabes?, que siempre acepta encantada. Una vez, hara dos veranos, construimos un almiar juntos. De casi dos metros. Mas alto que yo.

Asenti y lo mire de soslayo con curiosidad. Asentia con la cabeza y al hablar de su enamorada le brillaban los ojos.

– Parece un noviazgo en toda regla -dije con intencion de complacerlo.

– Lo ha sido. -Asintio de nuevo energicamente-. Sin duda lo ha sido. Es una chica muy capaz, ?sabes?

Asenti a mi vez, aunque no tenia ni idea de que habia querido decir con ello.

– Ahora trata de distanciarse de un militar que llego al pueblo. Se tomo muchas confianzas con ella y se que no le gusta, pero no sabe como decirle que la deje en paz. Teniendo en cuenta que el lo sacrifica todo por la patria, el rey, etcetera. Ademas, solo esta de paso. No se quedara mucho.

– Que lata -murmure.

– Todas las tardes la saca a pasear -prosiguio sin hacerme caso, como si yo no estuviera alli-. Oi decir que una vez fueron hasta el rio. Va a su casa de visita y, no te lo creeras, pero al parecer canta acompanandose al piano, el muy maricon. A mi no me pillaras cantando a Jane, ah, no, senor, eso si que no. En mi opinion, ese tipo deberia hacer las maletas y largarse con viento fresco; que la deje en paz, por favor. Lo malo es que Jane es demasiado educada, ?sabes?, y no se atreve a mandarlo al cuerno. Le sigue la corriente, sale de paseo con el, le prepara te y lo escucha mientras el tipo le cuenta sus aventuras en Escocia… Hay gente cruel que asegurara que Jane esta dandole esperanzas a ese pobre hombre, pero yo digo que lo mejor seria que hiciera las maletas y se marchara. Con quien esta prometida ella es conmigo, no con el.

Tenia la cara colorada y parecia muy preocupado mientras sostenia las riendas. Asenti en silencio; lo que sucedia en Bramling no podia resultar mas obvio. Lo lamente por el pobre diablo, pero yo ya tenia la mente en otra cosa. Pense en lo que iba a ocurrir la manana siguiente, en el largo viaje que nos esperaba, y en Londres. Anochecio y nos quedamos en silencio. Recorde a las prostitutas de Dover y me deje llevar por agradables pensamientos, deseando hallarme alli en ese momento con unos peniques en el bolsillo, y estaba a punto de cerrar los ojos para dar rienda suelta a mis felices fantasias cuando, a un grito de Furlong, el caballo se detuvo en seco, provocando que los cuatro nos incorporasemos de golpe. Habiamos llegado al lugar donde pasariamos la noche.

Era un establo pequeno, pero nos acomodamos sin problemas. Olia a ganado, aunque en ese momento no se veia ningun animal.

– Aqui ordenan vacas durante el dia, una por una -informo Furlong-. Hay una granja a un par de kilometros camino arriba. Llevan las vacas a pastar a los prados y luego las traen aqui para ordenarlas. Por eso huele a leche.

Llevaba una cesta con comida, pero solo habia suficiente para el y un poco mas. Rehuse su invitacion a compartirla, pensando que no seria de buena educacion privarlo de su cena despues de habernos llevado en su carro durante horas, pero Dominique mordisqueo una pata de pollo que Furlong la obligo a aceptar y la compartio con Tomas, que se la habria comido entera si ella no lo hubiese reprendido. Los observe comer, mientras se me hacia la boca agua; aun me notaba el sabor del tabaco de mascar, pero para no parecer un quejica comente que estaba mareado por el movimiento del carro. Nos pusimos a hablar, y Dominique se animo y empezo a hacerle preguntas a Furlong sobre su pueblo y las actividades -asi las llamo- en veinte kilometros a la redonda. Ahora que disponiamos de un carro y un caballo para llevarnos a otro lugar no me habria extranado que estuviese planteandose renunciar a nuestro plan de ir a Londres. Bramling no parecia un sitio del todo desagradable, y la

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