– ?Esta mintiendo otra vez! -rugio la joven.
Me volvi y la fulmine con la mirada, tras lo cual se recosto en el sofa con un sollozo y parecio enmudecer para siempre.
– Sigue -dije a P.W.-. Cuentame exactamente como ha ocurrido. Quiero la verdad.
– En fin, que llegamos aqui, y estabamos preparados para… bueno, ya sabes. Yo seria el primero; luego le tocaria a James. Entonces el dijo que ultimamente le costaba un poco, ya me entiendes, le fallaba la minga, que necesitaba tomar algo para que se le levantara. Asi que le pregunto a la chica si tenia algo y entonces ella saco la heroina.
– ?Claro! Lo mejor que podias darle para que perdiera el conocimiento -proteste, y me volvi hacia la chica-. ?En que estabas pensando?
– No me grites, ?eh? -chillo-. No es culpa mia. ?Acaso crees que me apetecia tener a ese gordo cabron encima dale que te pego? Le mostre lo que traia, me dijo que queria heroina, le pregunte si habia tomado antes y me juro que si, y se la di. ?A mi que me importa lo que le pase a ese tio, mientras me pague! No soy su madre, ?joder!
– ?Miralo! -rugi-. Esta muerto, por el amor de Dios.
– Se clavo la jeringuilla -prosiguio P. W. – y empezo a temblar de pies a cabeza. Se puso a babear y tuvo una especie de ataque epileptico. Se cayo al suelo y un minuto despues se quedo inmovil. Entonces lo arrastre y lo apoye contra el sofa. Nadie tiene la culpa. No pueden acusarnos de su muerte. Se mato el solito.
– Por Dios, P. W. -dije mirandolo fijamente-. Habeis contratado a una prostituta, que para colmo es menor de edad. Anade posesion de drogas, drogas duras, por si fuera poco, y un cadaver. No suena muy legal, ?no crees?
Oculto la cara entre las manos y empezo a sollozar otra vez. Eche un vistazo a la chica, que lo miraba con desprecio; habia sacado una lima del bolsillo y estaba arreglandose las unas.
– Me voy -anuncio la joven-. Esto no tiene nada que ver conmigo.
– Sientate -ordene-. Nadie se va a ninguna parte, al menos hasta que haya decidido que hacer. No abandonaremos la habitacion hasta que yo lo diga y no quiero oir ni un murmullo, ?entendido?
Sali al vestibulo, como el padre que acaba de renir a sus hijos por haberlos pillado hablando cuando deberian estar durmiendo, y cerre la puerta con firmeza. Incluso pense en echar la llave, pero estaba puesta por dentro. Me sente en los escalones a reflexionar sobre la situacion. Podia largarme sin mas de aquella casa y dejarlos para que se las apanaran solos. Despues de todo, era su problema. «Claro que he venido en taxi -pense-, y mis huellas dactilares estan por todas partes, incluida la jeringuilla, pero, en cuanto oigan mi historia, nadie me relacionara con esto. ?Que me importa lo que pueda pasarles a esos dos! No es mi problema.»Pero no me fui. Era demasiado arriesgado. En mi caso la cadena perpetua podia significar muchos anos a la sombra. Le di vueltas y mas vueltas al asunto buscando una solucion; no era experto en las drogas actuales, ni sabia donde se compraban, ni como se consumian, ni el efecto que tenian sobre el organismo. Debia hablar con alguien que supiera del asunto. Saque la agenda del bolsillo y empece a pasar hojas hasta que di con un nombre; marque su numero con el aparato del vestibulo. Respire hondo y cruce los dedos con la esperanza de haber tomado la decision correcta.
Tommy llego veinte minutos mas tarde, vestido de negro, como siempre; en esta ocasion llevaba, ademas, una gorra de lana oscura. No conocia a nadie mas experto en drogas que mi sobrino. Sin duda habia probado todo lo habido y por haber y vivido situaciones parecidas a esa. Sabria como actuar.
– Estas metido hasta el cuello -afirmo tras escuchar la historia-. La cosa ya no tiene remedio. Para empezar, ese cabron jamas deberia haberte llamado, y tu no deberias haber venido. Pero ya que estas aqui tendras que solucionar el problema.
– Veamos -mientras esperaba a mi sobrino habia estado cavilando-: fue el propio James quien se administro la dosis, ?no? Y cuando la gente se droga a veces la palma, ?verdad? Solo tenemos que conseguir que parezca que fue el quien lo hizo. Nada que no sea cierto, pero no podemos permitir la menor sombra de duda al respecto. Tenia un trabajo muy estresante; estas cosas pasan a menudo. No puedes imaginarte la cantidad de gente que he visto matarse delante de mis narices por motivos parecidos. Incluso presencie el suicidio de un amigo -anadi recordando a Denton Irving, de Wall Street.
– Podemos llevarlo a su despacho -propuso Tommy, excitado-. Tienes la llave. Lo llevamos al despacho, lo sentamos a su escritorio y cuando entres a primera hora de la manana te lo encuentras alli sentado. Llamas a la policia. Nadie pensara nada extrano. Creeran que ha sido culpa suya.
– Buena idea, me gusta. -Asenti-. ?Y que hacemos con esos dos?
En ese instante se abrio la puerta y salio la chica. Tommy se volvio de inmediato, pero demasiado tarde; la chica lo reconocio.
– ?Sam? Eres…
– ?Vuelve dentro! -rugi. La chica dio un respingo y se puso a chillar-. Vuelve a la habitacion y sientate hasta que te avise. ?O llamo a la policia ahora mismo!
Obedecio y cerro de un portazo. Tommy me miro furioso.
– ?Ves lo que te decia? -exclamo desesperado.
Seguimos el plan que el habia propuesto. Metimos el cadaver de James en el coche y lo llevamos a su despacho, donde por la manana lo «descubriria». Cuando regrese, la chica se habia marchado y P. W. se comportaba como si no hubiera ocurrido nada. La noticia aparecio en los periodicos del dia siguiente con grandes titulares:
ENCUENTRAN A UN PRODUCTOR DE TELEVISION
MUERTO EN SU DEPACHO.
EJECUTIVO DE CANAL SATELITE FALLECIDO
POR SOBREDOSIS.
La informacion seguia en las paginas 5 y 6 de los tabloides, donde se mencionaba la defeccion de Tara Morrison a favor de la BBC como una de las probables razones del prolongado estres a que habia estado sometido James Hocknell en los ultimos tiempos. Tara misma escribio una columna -«Tara dice: Simplemente di no»- sobre su antiguo jefe en la que elogiaba su inmenso talento y se confesaba desesperada -«Me desespera, queridos lectores»- por el modo en que estaba cambiando el pais. Repeti varias veces ante la policia la historia que habia preparado y por suerte se la creyeron palabra por palabra. Al cabo de una semana el caso fue declarado «muerte accidental» y pudimos dar sepultura a nuestro antiguo director gerente. Al funeral asistieron unas veinte personas. La ausencia de P.W., que adujo tener gripe, fue muy sonada.
Despues de lo sucedido, me reafirme en mi proposito de salvar la vida de Tommy; si habia albergado alguna duda, tras lo ocurrido se habia desvanecido. No dejaria que mi sobrino acabara de ese modo; no permitiria que desapareciese de la faz de la tierra igual que James o muchos de sus propios antepasados. El me habia echado una mano, y yo me proponia ayudarlo.
«Tal como yo lo veo, el tipo ya estaba muerto, de modo que no hicimos mas que solucionar un problema.» Pese a que Tommy habia intentado quitar hierro al asunto, no consegui acallar la voz de la conciencia. Si bien no habia hecho dano a nadie, habia encubierto los hechos y ahora solo podia rezar para que no tuviera que responder a mas preguntas en el futuro.
10
Dominique y yo discutimos sobre si debiamos continuar hasta Londres con el caballo y el carro de Furlong, pero al final fue Tomas quien inclino el peso de la balanza. Para mi consternacion, Dominique queria ir en el carro. Los sucesos de las ultimas veinticuatro horas la habian agotado, y la perspectiva de andar otros tres dias para