llegar a la capital se le hacia insoportable; ese medio de transporte le parecia como caido del cielo. Por mi parte, sostenia que el carro llamaria la atencion; si buscaban al joven granjero y reconocian su vehiculo, estariamos metidos en un buen lio. Aunque logicamente no pensabamos tomar el mismo camino que el habria seguido, siempre cabia la posibilidad de que nos cruzaramos con algun familiar o un conocido. No valia la pena arriesgarse. Al final, como Tomas no dejo de repetir que no queria caminar un paso mas, Dominique se alio conmigo -creo que para fastidiarlo- y enviamos el caballo de vuelta por el camino de Bramling. Sin carrero.
Aunque la noche anterior no habiamos pegado ojo, decidimos alejarnos de ese lugar espantoso lo maximo posible y cuanto antes. Habiamos ocultado el cadaver de Furlong en un bosquecillo cerca del establo. Me habria gustado enterrarlo, pero no teniamos nada con que cavar. Dominique propuso esconderlo entre la maleza y quitarle el dinero para simular que habia sufrido un asalto por el camino. Afirmo que de ese modo no nos descubririan y podriamos continuar con el plan inicial de instalarnos en Londres y emprender una nueva vida como si nada hubiera ocurrido. Aunque yo habia tenido razones para matar a Furlong -que habria violado a Dominique de no ser por mi intervencion-, no me hacia ilusiones de que las autoridades fueran a comprenderlas. Eramos muy jovenes y la policia nos aterraba; si nos llevaban a juicio, nos separarian. Ya estaba hecho, no podiamos cambiar lo sucedido, de modo que seria mejor pasar pagina y simular que jamas habiamos visto a ese hombre.
Le quitamos el vomito de la cara y lo volvimos para tenderlo boca abajo; a continuacion extrajimos de su bolsillo un pequeno monedero con dinero suficiente para mantenernos un par de dias. Dominique dejo caer dos guineas a unos metros del cadaver, como si los ladrones y asesinos, nerviosos, hubieran extraviado parte de su botin. Le rasgamos un poco la ropa y le desgarramos la chaqueta por detras. Antes de dejarlo, Dominique sugirio el ultimo toque.
– No lo diras en serio, ?verdad? -murmure, azorado por su propuesta.
– No tenemos otro remedio, Matthieu. Piensalo. Es inverosimil que el ladron solo lo apunalara por la espalda antes de robarle; debemos simular un forcejeo y mucha violencia. Furlong era un hombre fuerte; ha de parecer que intento defenderse.
De repente alzo el pie derecho y le propino una patada en las costillas con todas sus fuerzas; esa muestra de violencia me impresiono. El cadaver crujio, y Dominique volvio a la carga, pateandole el rostro.
– ?Donde esta el cuchillo? -pregunto mirandome, y por un instante pense que iba a vomitar de nuevo, aunque tenia el estomago vacio y albergaba pocas esperanzas de llenarlo pronto.
– ?El cuchillo? ?Para que lo quieres? Ya esta muerto.
Al reparar en el destello de la hoja bajo mi chaqueta, alargo la mano y me lo quito. Retrocedi mientras Dominique hundia el cuchillo en el cadaver varias veces; despues levanto un poco la cabeza del suelo y le rebano el cuello de oreja a oreja. Al rasgarse, la carne emitio un sonido siniestro y libero el aire contenido con un silbido antinatural.
– Ya esta. -Dio un paso atras y se paso la mano por la barbilla con brusquedad-. Mucho mejor asi. Ahora larguemonos de aqui. ?Eh!, que no es para tanto -anadio al advertir mi palidez-. Tenemos que sobrevivir, ?no? ?Acaso quieres acabar en la horca? El se lo busco, Matthieu. No es culpa nuestra, sino suya.
Asenti en silencio y me encamine al establo, donde habiamos dejado a Tommy mientras nos ocupabamos del cadaver. Cuando lo sacabamos, Tommy se habia despertado un instante, pero estaba tan agotado que Dominique consiguio que conciliara el sueno de nuevo acariciandole la frente con suavidad. Cuando entre en el establo seguia durmiendo placidamente. Me acoste a su lado, reconfortado por el calor de su cuerpo contra el mio. Me sentia exhausto y tiritaba, y todo cuanto deseaba era dormir. Oi entrar a Dominique y cerrar la puerta a sus espaldas. Removio un poco las brasas, que apenas desprendian calor; era demasiado tarde para avivar el fuego. Cerre los ojos y fingi dormir; hasta ronque un poco para resultar mas convincente. No queria hablar ni discutir sobre lo ocurrido. A decir verdad, solo queria llorar; aun creia que habia actuado correctamente, pero la idea de haber matado a un hombre me atormentaba.
Dominique paso por mi lado y cogio a Tomas en brazos con suavidad; a continuacion lo acosto en el extremo opuesto del establo y le puso un monton de paja bajo la cabeza a modo de almohada. Tomas murmuro algo ininteligible y siguio durmiendo; Dominique volvio sobre sus pasos y se tumbo junto a mi, ocupando el lugar todavia caliente que acababa de dejar Tomas. Su aliento me rozaba la cara y al rato note que me acariciaba la mejilla con la mano izquierda; mi excitacion iba en aumento, cosa extrana, pues por una vez no se me habia pasado por la cabeza hacer el amor con Dominique. Avergonzado, oi crujir la tela de mis pantalones mientras ella seguia acariciandome; intente mantener los ojos cerrados, temiendo que se detuviera al advertir que no solo estaba despierto sino que, ademas, disfrutaba. Luche contra el deseo apremiante de mi cuerpo, pero al final sucumbi; abri los ojos y deje que me estrechara entre sus brazos. Ella tomo la iniciativa: me desabrocho el pantalon y me guio hasta su interior. Me quede paralizado unos instantes y a continuacion me abandone a ese movimiento ritmico que ella me habia ensenado durante mi primera noche en Inglaterra y que luego, en el ano siguiente, habia repetido en innumerables ocasiones con prostitutas y chicas de la calle en Dover. Justo antes del climax senti un deseo irrefrenable de besarla, pero aparto la cara; no permitio que nuestros labios se unieran ni una sola vez. De pronto, todo acabo, y me deje caer de espaldas sobre la paja, cubriendome el rostro con un brazo mientras me preguntaba cuanto tiempo pasaria antes de que volvieramos a hacer el amor (?quince minutos?, ?un ano?). Se inclino sobre mi cuerpo y me beso en la entrepierna, antes de secarme con un poco de paja y de abrocharme los pantalones. Entonces dio media vuelta y se durmio sin pronunciar palabra.
A la manana siguiente, mientras caminabamos, saque a colacion lo sucedido; Tomas iba unos metros por detras y murmuraba para si. Estaba creciendo y ya no se lo veia tan delgado; por un momento me senti henchido de un orgullo que tenia mucho de paternal y, al mismo tiempo, me preocupo saber que un dia dejaria de estar bajo mi tutela. Hacia calor y tenia ganas de quitarme la camisa, pero me daba verguenza quedarme medio desnudo a la luz del sol; temia no parecer el Adonis que imaginaba que por la noche era para Dominique. De modo que me quede como estaba y enseguida empece a notar la camisa empapada de sudor. De vez en cuando la observaba con el rabillo del ojo, pero ella mantenia la vista al frente y en ningun momento me miro.
– Furlong no llego a hacerte dano, ?verdad? -pregunte con voz suave y paciente mientras me aproximaba a ella.
– No -musito tras un silencio-. No tuvo tiempo. Solo me hizo dano cuando se abalanzo sobre mi y me agarro de las munecas y el cuello. Tengo algunas magulladuras, nada grave. Era mas pesado de lo que parecia.
– Ah, bueno, y ?que…? -titubee, confuso-. ?Que haremos al respecto? Quiero decir mas tarde, cuando lleguemos a Londres.
– ?Que haremos respecto a que?
– Respecto a nosotros.
– ?Nosotros? -pregunto con expresion inocente, encogiendose de hombros.
La mire con ceno; queria que fuera ella quien hablase.
– Nada -dijo al fin-. No descubriran que fuiste tu quien lo mato, es imposible. Tardaran dias en encontrar el cadaver, e incluso entonces, ?quien va a…?
– ?No! -grite, frustrado-. Me refiero a ti y a mi.
– Ah, a ti y a mi. Quieres decir… -Su voz se fue apagando mientras reflexionaba, y por un instante parecio que habia olvidado lo sucedido la noche anterior.
«No puede ser -pense-. No me lo hagas otra vez, por favor.»-Creo que cuanto mas fieles seamos a nuestra historia, mejor nos ira -anadio-. Me refiero a esa de que somos hermanos. Asi nos costara menos encontrar un lugar para los tres. ?No crees?
– Pero no somos hermanos -senale-. Los hermanos no…
– Pero es como si lo fueramos.
– ?Que va! -exclame en el colmo de la desesperacion-. Si somos como hermanos, ?a que vino lo de anoche? ?Y lo que ocurrio en Dover?
– Pero ?si de eso hace mas de un ano!
– No importa, Dominique. Los hermanos no se comportan de esa manera.
– Ay, Matthieu -dijo, y suspiro negando con la cabeza, como si discutieramos ese asunto por enesima vez, aunque en realidad era la primera-. Tu y yo no debemos estar juntos. Tienes que entenderlo.
– ?Por que? Somos felices, nos necesitamos. Y, ademas, te quiero.
– No seas ridiculo -bufo-. Solo soy la unica chica por la que has sentido algo mas que deseo sexual. Lo llamas amor, pero no lo es. Es apego, familiaridad.