– ?Como lo sabes? Para mi lo que hicimos anoche significo mucho mas que…

– Matthieu, no quiero hablar de eso, ?de acuerdo? Paso lo que paso, pero te aseguro que no volvera a ocurrir. Debes aceptar que no te vea de ese modo. No es lo que quiero de ti. Tal vez tu si, y lo lamento, pero no se repetira. Jamas, te lo aseguro.

Me adelante unos pasos y permaneci callado, intentando herirla con mi silencio. Estaba harto de vivir pendiente de ella, de pensar que mi felicidad dependia de que siguieramos juntos. Durante unos instantes la odie con todas mis fuerzas y maldije el dia fatidico en que la habia conocido; si Tomas y yo no nos hubieramos cambiado de sitio en el barco de Calais a Dover, si no hubiesemos entablado conversacion con ella, no habria vivido esclavizado por mis emociones durante mas de un ano. Si no podia quererme, preferia que no existiese, y me indignaba que continuara viviendo como si tal cosa. Sin embargo, era incapaz de imaginar un futuro sin su compania. Apenas tenia recuerdos de mi vida antes de conocerla.

– Hay cosas de mi que ignoras -dijo al cabo de un rato, tras darme alcance y cogerme del brazo; senti la caricia de su calido aliento en el hombro-. No olvides que antes de conocernos vivi diecinueve anos en Paris; tu llevabas alli casi el mismo tiempo. Seguro que tambien tuviste muchas experiencias que no me has contado.

– Te lo he contado todo -proteste.

Dominique se echo a reir.

– Mientes -aseguro-. Apenas se nada de tus padres. Me dijiste como murieron, nada mas. Pero nunca me has hablado de lo que sentias por ellos, de que significo para ti ser huerfano, tener que ocuparte de Tomas. Te amoldas a todos mis planes, pero jamas revelas lo que esperas de la vida. Todo te lo guardas dentro; en eso eres igual que yo. Nunca me cuentas nada de ti, y en eso tambien nos parecemos. Lo que sientes por mi es solo atraccion fisica, y no puedo corresponderte. El hecho es que yo tambien tuve una vida antes de conocerte. Dijiste que tenias razones para dejar Paris; pues yo tambien, y no puedes pretender que me enamore de ti cuando ni siquiera sabes que motivos tenia.

– ?Pues explicamelos! Cuentame por que te marchaste, dime de que huyes y quiza te revele algunos de mis secretos.

– En Paris no tenia nada, ni familia ni porvenir, por eso me fui. Queria empezar de nuevo. Matthieu, creeme, te quiero a mi manera, como una hermana, y ese sentimiento no cambiara. Al menos en un futuro proximo.

Me aparte de ella y, tras dirigirle una mirada de desden, retrocedi para comprobar como estaba Tomas. En ese momento me parecia que no tenia mas familia que el; era mi unico amigo.

Al aludir a mi vida en Paris, Dominique tenia razon en un punto: yo nunca habia dado detalles sobre mi pasado. En buena medida se debia a un esfuerzo deliberado por mi parte: en cuanto Tomas y yo subimos al barco de Calais corri un tupido velo sobre mi existencia anterior; siempre que pensaba en mi relacion con Dominique era mirando al futuro, a la vida que algun dia compartiriamos. Por eso, pese a nuestra intimidad, ninguno de los dos habia revelado gran cosa de su pasado, y ya era hora de que empezasemos a hacerlo.

De mi padre, Jean, solo conservaba vagos recuerdos, al fin y al cabo le habian cortado la garganta cuando yo tenia cuatro anos. Lo imaginaba como un hombre alto y de barba canosa, pero, cuando mencione ese dato a mi madre, nego con la cabeza y afirmo que, por lo que ella recordaba, mi padre no tenia un pelo en la cara; quiza lo confundiera con otra persona, alguien que hubiese pasado por casa y cuya imagen se me hubiera quedado grabada. Me senti defraudado y triste: tenia pocos recuerdos, y encima eran falsos. Aun asi se que se trataba de un hombre respetado y querido, pues durante mis primeros quince anos en Paris conoci a mucha gente que lo habia tratado y lamentaba su perdida.

Mi madre, Marie, conocio a su segundo marido en el mismo teatro donde el primero habia trabajado durante anos. Iba alli todos los meses para visitar al dramaturgo que habia empleado a mi padre como copista y que tras su muerte habia concedido a mi madre una generosa pension. Se presentaba en su despacho del teatro con el pretexto de tomar el te con el y juntos pasaban cerca de una hora conversando amigablemente. Al despedirse, el hombre deslizaba en el bolsillo de mi madre un saquito con el dinero que sufragaria nuestra existencia durante los proximos treinta dias; no se como habriamos sobrevivido sin esa suma, pues aun asi pasabamos muchas estrecheces. Fue en una de esas ocasiones, mientras dejabamos el teatro, cuando mi madre tuvo la desgracia de cruzarse con Philippe DuMarque. Acababa de salir a la calle y se disponia a regresar a casa cuando un nino paso corriendo por su lado y le arrebato el bolso. La pobre solto un grito, perdio el equilibrio y cayo al suelo mientras el ladronzuelo se escabullia por una calleja con todo lo que mi madre tenia, aparte de la pension mensual. Philippe logro detener al nino -un carterista como en el que me convertiria yo mismo unos anos despues, en Dover- y mas tarde corrio el rumor de que como castigo le habia roto el brazo; una pena demasiado severa para un delito tan insignificante, la verdad. Philippe le devolvio el bolso a mi madre, que estaba muy afectada por el incidente, y se ofrecio a acompanarla a casa. Ignoro que sucedio despues; solo se que desde ese dia Philippe se convirtio en un visitante asiduo a nuestra casa y que se presentaba a cualquier hora, tanto durante el dia como durante la noche.

Al principio tenia muy buenos modales y se mostraba encantador; jugaba conmigo a la pelota o me ensenaba algun truco de cartas. Era un habil mimo y parodiaba tan bien a nuestros vecinos que lograba que llorara de risa. En esas ocasiones nuestra relacion era muy cordial, pero Philippe podia cambiar de humor en cuestion de segundos. Las mananas en que lo encontraba sentado a la mesa de la cocina con una resaca de caballo, procuraba mantenerme fuera de su vista. Apuesto, con veinte anos cumplidos, su rostro parecia cincelado en granito; tenia los pomulos pronunciados y las cejas mas perfectas que he visto en mi vida en un hombre: dos hermosos arcos negro azabache sobre unos maravillosos ojos azul zafiro. La melena le llegaba hasta los hombros y a menudo se la recogia en una coleta, segun la moda de la epoca. Su belleza ha ido pasando de generacion en generacion, sus genes han reproducido ese aspecto extraordinario en todos los descendientes. A pesar de las variaciones y alteraciones introducidas por el lado femenino, todos, incluido el Tommy actual, han heredado la apostura de Philippe, asi como la habilidad de mirarme de un modo que me produce escalofrios y me trae desagradables recuerdos de un par de siglos atras. De todos los DuMarque, Philippe, el progenitor, es el que recuerdo con menos simpatia, el unico de cuya muerte me alegre.

No asisti a la boda de mi madre con DuMarque. De hecho, ni siquiera supe que se habian casado hasta que vi que mi nuevo padrastro se instalaba en nuestra casa con sus pertenencias y se quedaba a dormir todas las noches. Mi madre me pidio que lo tratara con respeto, como si fuera mi padre biologico, y que no lo molestase con chiquilladas, pues estaba sometido a mucha presion en su trabajo. No se si era un gran actor -nunca lo vi participar en ninguna representacion importante-, pero dudo que tuviera el menor talento, pues siempre le daban papeles insignificantes y a veces incluso hacia de suplente. Saltaba a la vista que se sentia muy frustrado, y pronto se volvio un ser malhumorado e irascible. El ambiente de tension que creaba a su alrededor me aterrorizaba. Para mi gran alivio, a menudo se marchaba durante dias.

Poco despues de la boda nacio Tomas; felizmente, Philippe aparecia muy poco por casa, y cuando se presentaba solo queria comer o dormir. Mi hermano era muy lloron. Estabamos desesperados, porque cuando tenia hambre berreaba sin parar y luego se negaba a comer lo que le preparabamos. Su padre no le hacia ningun caso, tampoco a mi. Cada vez estaba mas obsesionado por triunfar en el escenario y cada vez mas lejos de lograrlo: al parecer, los papeles que codiciaba siempre iban a parar a actores que despreciaba. Un dia anuncio su decision de convertirse en autor.

– ?En autor? -repitio mi madre, mirandolo fijamente; dudo que lo recordara con un libro entre las manos, por lo que no podia creer que fuese capaz de escribir una sola linea-. ?Que clase de autor?

– Podria escribir una obra de teatro -repuso el, entusiasmado-. Piensalo. ?En cuantas obras he actuado desde que era nino? Se todo lo que hay que saber sobre como se preparan, lo que funciona y lo que no funciona en el teatro, como conseguir que un dialogo suene bien y no quede forzado. ?Tienes idea del dinero que ganan los dramaturgos? Marie, los teatros se llenan todas las noches.

Aunque no quedo muy convencida, mi madre hizo lo posible por animarlo. A partir de entonces, DuMarque se sentaba todas las noches a nuestra mesa con una pluma de ganso en la mano y garabateaba cuartillas durante horas; de vez en cuando miraba al techo en busca de inspiracion y acto seguido reanudaba su febril labor. Yo lo observaba embobado, en espera del momento en que le venia una idea a la cabeza y se apresuraba a trasladarla al papel. Por fin, un mes mas tarde, anuncio que habia acabado. Escribio pomposamente «Fin» al pie de la pagina, lo subrayo y estampo su firma con una rubrica; a continuacion se puso de pie sonriendo, cogio a mi madre en volandas y empezo a dar vueltas por la cocina hasta que ella grito que si no la dejaba en el suelo vomitaria. Philippe nos pidio que tomaramos asiento pues queria leernos su obra, y asi lo hizo. Permanecimos unas dos

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