– Era lo menos que podia hacer. Te lo debia, ?no crees?

– Si, tienes razon.

– Quiza… -Vacile, pensando que tal vez deberia esperar a que nos encontraramos en un entorno mas romantico para hablar de reconciliacion; aun asi prosegui: siempre he creido que no hay que dejar pasar las oportunidades-. Quiza tu y yo podriamos…

– Antes de que digas nada -me interrumpio; parecia un poco nerviosa-, deberiamos poner al dia nuestra situacion.

– ?Es increible! -exclame-. Justo estaba pensando en lo mismo.

– Deberiamos divorciarnos.

– ?Deberiamos que?

– Divorciarnos, Matthieu. Hace anos que no vivimos juntos. Necesitamos un cambio, ?no crees?

La mire atonito.

– Pero ?y todo lo que he hecho por tu hermano? He dedicado mucho tiempo y energia para ayudarlo a conseguir que los Juegos se celebren en Atenas. Me he portado como un verdadero amigo. ?Y que me dices del dinero que invertira Averoff gracias a mi?

– Ya que quieres tanto a mi hermano, ?por que no te casas con el? -respondio sin vacilar-. Necesito el divorcio, Matthieu. Estoy… estoy enamorada de otro… y vamos a casarnos.

No di credito a mis oidos. Fue un mazazo a mi orgullo.

– ?No podrias esperar un poco? -rogue-. Solo para ver si esa relacion funciona antes de decidir…

– Matthieu, voy a casarme con ese hombre. Cuanto antes. Es una necesidad imperiosa.

Frunci el entrecejo y me oli algo raro. Entonces la repase de arriba abajo.

– ?Estas embarazada? -pregunte, y ella se sonrojo, asintiendo-. ?Dios mio! -exclame asombrado; era lo ultimo que habria esperado de ella-. ?Te importaria decirme quien es el padre?

– Sera mejor que no lo sepas.

– ?Pues tengo derecho a saberlo! -grite. La idea de que otro hombre hubiera prenado a mi mujer me resultaba insoportable-. Sea quien sea, ?juro que lo matare!

– ?Por que? Tu me enganaste, nos separamos, y llevamos asi tres anos. Tengo ganas de pasar pagina. Estoy enamorada. ?Tanto te cuesta entenderlo?

Al mirar por encima de su hombro divise una fotografia de marco dorado sobre la mesa; un apuesto joven de cabello oscuro abrazaba a Celine, y ambos sonreian felices a la camara. Me acerque y cogi la foto; al reconocer al hombre se me paro el corazon.

– No puede ser…

Celine se encogio de hombros.

– Lo siento, Matthieu. Nos hicimos muy amigos y… de repente nos enamoramos.

– Eso salta a la vista. No se que decirte, Celine. Claro que te concedo el divorcio.

Coloque la foto sobre la mesa y abandone la habitacion. Poco tiempo despues nos divorciamos, y siete meses mas tarde me entere de que Celine habia dado a luz un nino. No habia pasado ni medio ano cuando descubri el nombre de mi sobrino en una lista de bajas de la guerra de los Boers (al ser ciudadano britanico lo habian llamado a filas) y me pregunte si Celine conseguiria salir adelante sola. Me habria puesto en contacto con ella si no hubiese sido porque entonces mi vida habia dado un vuelco inesperado. De todos modos, a veces no conviene resucitar el pasado.

12

Mayo-junio de 1999

En el trabajo todo cambio mas deprisa de lo que hubiera deseado. De pronto me encontre en una posicion de responsabilidad, cosa que siempre habia rehuido, y mi sencilla y solitaria vida se vio completamente alterada. Dos ex esposas de James se presentaron en el funeral vestidas de luto; ninguna solto una lagrima ni asistio al posterior velatorio, pero parecian confabuladas, lo que no dejaba de ser raro en dos personas que se habian pasado la vida disputandose el dinero de su ex marido y que habian dejado de cobrar la pension tan de repente. Asistieron tambien algunos hijos, si bien brillaron por su ausencia aquellos que se habian distanciado de James en los ultimos anos. En la iglesia pronuncie unas palabras en recuerdo del fallecido, mencionando su extraordinaria profesionalidad y su perfeccionismo en el trabajo, ibamos a echarlo de menos, agregue, y yo personalmente anoraria su amistad. Fui todo lo breve y conciso que pude, pues me sentia un hipocrita al recordar las circunstancias de la muerte del antiguo director gerente, las cuales, obviamente, debia mantener en secreto. Alan hizo acto de presencia, visiblemente nervioso. En cuanto a P. W., se habia marchado a su casa en el sur de Francia no sin antes dar poderes a su hija Caroline.

En el velatorio conoci a uno de los hijos de James, Lee, con el que mantuve una breve conversacion durante la cual hubo momentos en que desee que la tierra me tragara. Era un chico alto y desgarbado, de unos veintidos anos. Hacia rato que lo observaba, pues se movia entre la gente como pez en el agua, hablando y bromeando con todo el mundo. Su actitud no podia estar mas lejos de la de un hijo doliente. Mientras iba de un lado a otro llenando las copas de los presentes, se lo veia animado y divertido.

– Usted debe de ser el senor Zela, ?no? -pregunto cuando me llego el turno de ser entrevistado-. Le agradezco mucho que haya venido. Ha pronunciado un bonito discurso en la iglesia.

– No podia faltar -murmure mirando con desagrado la melena rubia y lacia y la barba de tres dias; que poco le habria costado ir al peluquero, o al menos afeitarse-. Respetaba mucho a tu padre, ?sabes? Era un hombre con un gran talento.

– ?En serio? -inquirio Lee como si fuera la primera vez que oia algo asi sobre su progenitor-. Me alegra saberlo. Para serle sincero, no lo conocia mucho. Apenas nos tratabamos. El siempre estaba demasiado liado con el trabajo para interesarse por nosotros, por eso solo hemos venido dos hijos. -Hablaba con una naturalidad sorprendente, como si se encontrara en una situacion y un escenario similares todos los dias-. ?Quiere mas vino?

– No, gracias -dije, pero no me hizo caso y relleno mi copa-. Es una lastima que no llegaras a conocerlo mejor. Siempre duele que un ser querido muera de repente sin que podamos decirle lo que sentimos por el.

Se encogio de hombros.

– Supongo que tiene razon -repuso. Verdaderamente era un modelo de amor filial-. No es que me importe mucho, para que voy a mentirle. Hay que tomarse estas cosas con estoicismo. Usted lo encontro, ?verdad?

Asenti con la cabeza.

– Cuenteme como fue -pidio tras una pausa en la que parecio librarse una batalla de voluntades para decidir quien de los dos se rendiria el primero.

Por fin, sin mirarlo a la cara, dije:

– Llegue a las oficinas alrededor de las siete de la manana. Me dirigia a mi…

– ?Su jornada laboral empieza a las siete de la manana? -pregunto sorprendido.

– Es una hora bastante normal, ?sabes? -respondi tras vacilar un instante. Un amigo de la clase obrera como el deberia haberlo sabido. Lee sonrio con sorna y yo continue-: Me dirigi a mi despacho para leer la correspondencia. Unos minutos mas tarde, baje al despacho de James… de tu padre, y ahi estaba el.

– ?Por que?

– ?Por que que?

– ?Por que fue al despacho de mi padre? ?Queria hablar con el?

Cerre los ojos como si recordara.

– Pues en este momento no me acuerdo de la razon exacta. Tu padre siempre llegaba muy temprano, de modo que estaba seguro de que lo encontraria. Quiza me hartara de ver todas esas cartas sin contestar sobre la mesa y me apeteciese una taza de cafe. James siempre tenia cafe caliente en el aparador.

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